Catalu?a vive en Madrid
La presencia de pintores, escultores y arquitectos catalanes en la vida madrile?a es crucial
Catalu?a reside en Madrid. No toda, claro. Pero s¨ª una sustanciosa cuota. Gran parte de los principales artistas y urbanistas catalanes hall¨® aqu¨ª espacio y aliento para asentar su merecida fama desde el siglo XIX. Las 111 hist¨®ricas leguas que durante siglos han separado a Madrid y Barcelona desaparecen, precisamente, al hablar de Ciudad y Cultura, que resultar¨ªa muy poco comprensible sin incluir las aportaciones, colaboraciones y complicidades que gerundenses, ilerdenses, tarraconenses y barceloneses han legado a la geograf¨ªa humana, al arte y la pol¨ªtica de la ciudad. Prueba de ello son, hoy mismo, los gui?os pol¨ªticos que se cruzan Ada Colau y Manuela Carmena, alcaldesas, progresistas ambas, de Barcelona y Madrid. O el debate sobre Catalu?a convocado por el Ateneo de Madrid este martes.
Las v¨ªas p¨²blicas se encuentran trufadas de menciones a Catalu?a, como la plaza de su nombre, la de Dal¨ª, la de Joan Mir¨® o la de la Sardana, en el Retiro, presidida por una estatua de Jacinto Verdaguer, que durante a?os congregaba cada domingo a los aqu¨ª residentes para bailar juntos su ancestral danza. La planificaci¨®n urban¨ªstica madrile?a fue obra, a partir de 1948, del arquitecto, gerente e ideador de COPLACO, Carlos Tr¨ªas, que cont¨® con otros catalanes como Antonio Perpi?¨¢, que proyectar¨ªa gran parte del pol¨ªgono Azca o Jos¨¦ Antonio Coderch, autor del edificio Girasol.
En el terreno del Pensamiento, el fil¨®sofo conservador Eugenio D¡¯Ors posee el monumento personalizado mejor situado, quiz¨¢, de Madrid: enfrente del museo del Prado, con fuente y un muro ilustrado con frases suyas. Por cierto, un hijo de D¡¯Ors fue arquitecto municipal de Madrid, villa cuya topograf¨ªa contiene numerosos hitos escult¨®ricos de autores catalanes, tratados en fundiciones como la creada en Barcelona por Benito Codina, establecida hoy en Paracuellos del Jarama, que pobl¨® Madrid con sus mejores bronces.
El culmen de la estatuaria catalana se encuentra en el parque del Retiro, m¨¢s precisamente, en el mausoleo de 30 metros de altura por 58 de anchura y 86 de longitud dedicado a Alfonso XII que preside el Estanque Grande desde 1902. Su proyecto fue asignado al arquitecto barcelon¨¦s Jos¨¦ Grases i Riera (1850-1919), autor por su parte del hitos tan madrile?os como el edificio de La Equitativa, en la calle de Alcal¨¢ y del palacio de Longoria, flor¨®n modernista madrile?o casi ¨²nico, hoy sede de la Sociedad General de Autores de Espa?a. Grases convoc¨® en el Retiro a 20 de los mejores escultores del momento, que dejaron su impronta en el mausoleo: en su mayor parte eran catalanes, como el gerundense Miquel Blay i F¨¢bregas; Agapito Vallmitjana i Abarca; Pedro Estany, Antonio Parera y el olotino Josep Clar¨¢ i Ayats, de impronta rodiniana, autor de la efigie del gran madrile?ista y edil del Ayuntamiento, Ram¨®n de Mesonero Romanos en los jardines del arquitecto Ribera.
El tortosino Agust¨ª Querol cincel¨® a su vez la estatua de Francisco de Quevedo, en la plaza de su nombre ¡ªhoy sustituida por una r¨¦plica en resina¡ª as¨ª como de la Gloria y los Pegasos del ¨¢tico del ministerio de Fomento, apeadas a las plazas de Legazpi y Usera, m¨¢s el front¨®n de la Biblioteca Nacional del Paseo de Recoletos. Antonio Sol¨¢ (Barcelona, 1780-Roma, 1861) hab¨ªa esculpido tiempo atr¨¢s la efigie de Miguel de Cervantes que se alza en la plaza de las Cortes, junto al palacio del Congreso de los Diputados, donde Josep Mar¨ªa Sert realiz¨® su impresionante sanguina Alegor¨ªa de las Ciudades espa?olas.
De Prim a Pi i Margall
No lejos de all¨ª se halla la calle dedicada al general Juan Prim, una de las figuras m¨¢s relevante del siglo XIX espa?ol. Nacido en Reus, combatiente en Marruecos, diplom¨¢tico en M¨¦jico, amigo de Abraham Lincoln y jefe del Gobierno, fue asesinado en Madrid en la calle del Turco, en diciembre de 1870.
Otros estadistas catalanes que dejaron huella en Madrid lo fueron Francesc Pi i Margall y Estanislao Figueras, ambos presidentes de la Primera Rep¨²blica, cuyos restos mortales reposan en sendos sepulcros del Cementerio Civil, junto al de La Almudena. En la escultura funeraria de la ciudad, el mausoleo de la iglesia de Santa B¨¢rbara dedicado al general Leopoldo O¡¯Donnell, figura entre los m¨¢s bellos: fue obra del catal¨¢n Jer¨®nimo Su?ol, a quien se debe la decoraci¨®n del prominente reloj del Banco de Espa?a, en Cibeles, tambi¨¦n la bell¨ªsima escalinata del palacio de Linares y, sobre todo, la estatua de Crist¨®bal Col¨®n que corona la Plaza del Descubrimiento, entre la calle de Goya y el paseo de Recoletos.
De la Pintura cabr¨ªa decir otro tanto, signada como est¨¢ en Madrid por artistas catalanes, desde Santiago Rusi?ol, enamorado de Aranjuez, sus jardines y su palacio, hasta Ram¨®n Casas o Isidre Nonell, Beltr¨¢n Masses, Ricard Canals o Antoni Caba presentes en la Academia de San Fernando. El preciosista reusino Mari¨¢ Fortuny i Marsal, pint¨® su Viejo desnudo al sol, lienzo que destella desde hace d¨¦cadas en el Museo del Prado. Fortuny tiene tambi¨¦n obra en el Palacio Real, donde se atesoran lienzos de T¨¤pies, Guinovart, R¨¤fols Casamada y numerosos otros.
De Joan Mir¨® es el boceto del mural que corona el palacio de Congresos en la esquina del Paseo de la Castellana con la avenida del General Per¨®n, hecho por Joan Gardy con 7.000 piezas de cer¨¢mica vidriada.
El Teatro del siglo XX hubiera quedado hu¨¦rfano en Madrid de no haber existido Adolfo Marsillach (Barcelona, 1928-Madrid, 2002) actor y director que, por cierto, fue el due?o del pub Oliver, cuartel general de los actores y autores en la calle de Conde de Xiquena, junto al teatro Mar¨ªa Guerrero. Josep Mar¨ªa Pou, actor contempor¨¢neo, triunfa cada temporada en Madrid, donde los teatros del Canal abren sus puertas a montajes de catalanes como Albert Boadella.
Pasi¨®n por la m¨²sica
En cuanto a la m¨²sica, el gerundense Isaac Alb¨¦niz titul¨® San Antonio de la Florida una de sus zarzuelas. El pianista y compositor, arquitecto del nacionalismo musical espa?ol, cuenta en Madrid con colegio, instituto, fundaci¨®n y teatro que llevan su nombre. El pionero de la Nova Canc¨®, el ilerdense Xabier Ribalta, ha dado memorables recitales ¡°para corazones transparentes¡±, como el que ofreci¨® tiempo atr¨¢s en Blanquerna, sede cultural de la Generalitat catalana de la calle de Alcal¨¢ y centro propulsor del pensamiento y el Arte de Catalu?a. El concierto ofrecido en 1971 en la Escuela de Ingenieros Industriales por Francesc Pi de la Serra y el de Raimon en la Complutense se asocian a¨²n al comienzo de la protesta estudiantil antifranquista, coordinada, entre las Universidades de Madrid y Barcelona.
Joan Manuel Serrat en el Palacio de los Deportes de la Comunidad, junto a Joaqu¨ªn Sabina, ha ofrecido recitales inolvidables, como Lluis Llach, hoy candidato independentista por Girona, lo hiciera en el teatro Alcal¨¢, siempre con gran ¨¦xito. Los cantantes catalanes gozan de una extraordinaria acogida en Madrid donde sus canciones son coreadas con unci¨®n.
Qu¨¦ decir de la vida social madrile?a, donde la sala Bocaccio fue, durante la Transici¨®n a la democracia, lugar de paso obligado por Madrid de la intelectualidad catalana, con figuras se?eras de tal tr¨¢nsito como Oriol y Rosa Reg¨¢s, futura directora de la Biblioteca Nacional; los escritores Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Juan Mars¨¦, Maruja Torres o Terenci Moix , o el cortesano y cineasta Jos¨¦ Luis de Villalonga, todos estrechamente vinculados a Madrid, como lo est¨¢n hoy el ¡°cap¡± de empresarios Juan Rosell o la presentadora de televisi¨®n Mar¨ªa Casado.
En la vida cotidiana, la escuela de cocina de Catalu?a tiene en Madrid uno de sus pin¨¢culos, mientras la crema catalana figura como uno de los postres m¨¢s deliciosos; durante a?os, la Casa Prat, de la calle del Arenal, vend¨ªa las mejores butifarras y cocas catalanas para el p¨²blico madrile?o. La rivalidad deportiva subsiste entre Barsa y Real Madrid, pero la figurita del caganer sigue presente en los ¨²ltimos nacimientos que se venden en la Plaza Mayor en Navidad.
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