Vacuna frente a la agon¨ªa estival
The Vaccines reinan en la primera mitad del Dcode, que perdi¨® por enfermedad a Sam Smith como cabeza de cartel
Que un muchacho algo gordito, no muy guapo e indisimuladamente gay se erigiera en m¨¢xima estrella de un festival con 26.000 asistentes pod¨ªa interpretarse como un destello de esperanza en un mundo donde (lo habr¨¢n visto unas cuantas veces) siguen primando las zancadillas. As¨ª rezaban los pron¨®sticos hasta que, a las 18.17, trascendi¨® que Sam Smith arrastraba una infecci¨®n de v¨ªas respiratorias y seguir¨ªa sin debutar en suelo espa?ol.
El peso de las horas centrales del Dcode pas¨® a recaer as¨ª en dos viejos conocidos del festival, The Vaccines y Supersubmarina, y en dos formaciones espa?olas abonadas (y no fueron las ¨²nicas) al ingl¨¦s, L.A. y Hinds. Al mallorqu¨ªn Luis Alberto Segura se le qued¨® grande el escenario principal a las 21.30, mientras que las cuatro jovenc¨ªsimas chavalas madrile?as demostraron que el desparpajo cotiza mucho m¨¢s que la afinaci¨®n bajo los simp¨¢ticos par¨¢metros del rock garajero.
Los londinenses The Vaccines hicieron bueno su nombre y se convirtieron en la mejor vacuna frente a la agon¨ªa estival, acaso el m¨¢s evidente precepto de la macrocita en la Ciudad Universitaria desde que en 2013 se traslad¨® de junio a septiembre. Andaba este quinto Dcode algo mustio, no prend¨ªan las actuaciones y la meteorolog¨ªa no libraba de alg¨²n nubarr¨®n, hasta que Justin Young compareci¨® para amainar el muermo.
El jefe de filas es un tipo desgarbado pero teatral, siempre dispuesto a montar el numerito, y su quinteto sigue resultando chuleta, divertido, instant¨¢neo: eminentemente festivalero. Solo que su tercer disco tambi¨¦n recala con buen tino en aires m¨¢s rob¨®ticos (Dream lover) o adictivos medios tiempos (Minimal affection), as¨ª que la f¨®rmula queda ahora mucho m¨¢s completa.
El predicamento de Supersubmarina ejerce como baza segur¨ªsima en estos saraos multitudinarios, incluso aunque a los jiennenses, ahora que ya no son tan pipiolos, les falte dar un estir¨®n que en ning¨²n caso se entrev¨¦ en Viento de cara, su tercer ¨¢lbum. Pero rebasadas ya las once de la noche, el entusiasmo juvenil (o la a?oranza de ¨¦l) supera cuestiones tan mundanas como el inmovilismo. Y los antecedentes tampoco eran ¨®ptimos. L.A. han pasado de resultar prometedores a reiterativos, abonados como est¨¢n a su papel de eternos teloneros potenciales de Counting Crows. Los murcianos Neuman ven¨ªan del espl¨¦ndido Bye fear hi love, pero se han enredado en vacuidades pretenciosas como You feel my heart, donde quieren ara?ar emoci¨®n de una melod¨ªa inane. Y lo de Hinds es por ahora una gracieta simp¨¢tica, a la espera de que aprendan a cantar. No se pierde frescura por hacerlo, tranquilos.
As¨ª las cosas, y a falta del tramo de madrugada, qued¨¦monos con los retazos de la bella languidez folkie de Flo Morrissey, los tramos m¨¢s aut¨®ctonos (V¨¢monos, negrito) de la mexicana Natalia Lafourcade o la concienzuda inmediatez de Polock, que son valencianos pero podr¨ªan ser vecinos de los irlandeses Two Door Cinema Club. Bien, bien.
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