El mito de la Diada unitaria
La conmemoraci¨®n del Onze de Setembre a partir de 1977 era patrimonio de las fuerzas de tradici¨®n antifranquista
Fue uno de los hits del pasado fin de semana preelectoral, el mensaje tal vez m¨¢s curioso en el arranque de la campa?a: me refiero al que formularon a coro voceros del unionismo period¨ªstico como Jos¨¦ Antonio Zarzalejos (¡°el proceso soberanista se ha cargado el car¨¢cter unitario del Once de Septiembre¡±) y l¨ªderes del espa?olismo pol¨ªtico, como Xavier Garc¨ªa Albiol (¡°ha sido la Diada m¨¢s triste que recuerdo. Algunos se la han apropiado¡±).
Trat¨¢ndose de Zarzalejos y de Albiol no cabe hacerles grandes reproches, porque la experiencia que ambos acumulan en materia de Diadas (sobre su significaci¨®n, su poder de convocatoria, etc¨¦tera) resulta harto limitada. Pero, a la intenci¨®n de los receptores de aquellos mensajes, s¨ª me parece oportuno recordar un pu?ado de hechos y circunstancias en torno a la efem¨¦ride del Once de Septiembre.
Como cualquier fecha reivindicativa de un movimiento sociopol¨ªtico enfrentado al poder (igual que el Primero de Mayo, por ejemplo), la conmemoraci¨®n de la ca¨ªda de Barcelona en 1714 naci¨® no s¨®lo minoritaria y hostilizada por las autoridades, sino ignorada o desde?ada por amplios sectores de opini¨®n. S¨ª, claro que entre 1901 y 1931 la expansi¨®n del catalanismo hizo de esa jornada algo cada vez m¨¢s multitudinario y, finalmente, oficial. Pero las fuerzas no catalanistas (el lerrouxismo, o Derecha de Catalu?a, o la Federaci¨®n Catalana del PSOE) jam¨¢s se sumaron a ella.
Saltando por encima de la negra sima dictatorial, quienes el Once de Septiembre de 1977 s¨ª est¨¢bamos entre el m¨ªtico mill¨®n del paseo de Gr¨¤cia no vimos por all¨ª a representante alguno ni de Alianza Popular ni de la UCD (que, por entonces, sumaban m¨¢s del 20% de apoyo electoral, 623.000 votos). De hecho, la Diada era en aquellos tiempos patrimonio de las fuerzas de tradici¨®n antifranquista, e incluso esta transversalidad parcial no tard¨® mucho en cuartearse.
Es cierto que, el 12 de junio de 1980, el Parlament restablecido aprob¨® por unanimidad la Llei sobre la Festa Nacional de Catalunya; supon¨ªa el reflejo de las hegemon¨ªas pol¨ªtico-culturales del momento y ¡ªa juicio de algunos¡ª tambi¨¦n del acomplejamiento de los ucedistas catalanes, pues AP era extraparlamentaria. En todo caso, la puesta en marcha de la autonom¨ªa y la inesperada derrota de la izquierda ante Pujol enfriaron mucho los fervores ante la Diada: para unos, ya no hab¨ªa nada que reivindicar; para otros, Pujol se hab¨ªa apropiado del catalanismo y de sus s¨ªmbolos, y era preciso tomar distancias. De ah¨ª que el PSC inventase un ritual paralelo en su feudo del Baix Llobregat, en la iglesia de Sant Boi donde est¨¢ enterrado Rafael Casanova.
Si es algo, el Once de Septiembre conmemorado desde 1886 es un d¨ªa de afirmaci¨®n nacional
Durante lustros, pues, la Diada fue la recepci¨®n institucional en el Parlament, y m¨¢s adelante la ceremonia en el Parc de la Ciutadella, de baj¨ªsimo voltaje ideol¨®gico; la ofrenda floral ante la estatua de Casanova, a la que Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz (?qu¨¦ cosas!) tard¨® a?os en arrastrar a una AP-PP extremadamente reacia; y luego, por la ma?ana en el Fossar, por la tarde en Urquinaona, unas manifestaciones de independentistas y radicales de izquierda que sumaban como mucho diez mil personas.
Del poco entusiasmo del Partido Popular catal¨¢n hacia la conmemoraci¨®n dan idea no s¨®lo las quejas y provocaciones de Vidal-Quadras hasta 1996, sino el hecho de que, en agosto de 2004, el menos integrista de sus l¨ªderes (Josep Piqu¨¦) calificara de ¡°payasada¡± y ¡°patochada¡± las ofrendas a Casanova y, pretextando los abucheos recibidos, retirase a su partido de ellas. De entonces ac¨¢, tanto el PP como Ciutadans no han hecho sino alejarse de la Diada y tratar de denigrarla, ya fuese mediante jueguecitos on line o con pat¨¦ticas reinterpretaciones hist¨®ricas. ?Y ahora se declaran escandalizados de que otros hegemonicen lo que ellos repudiaron?
Si es algo, el Once de Septiembre conmemorado desde 1886 es un d¨ªa de afirmaci¨®n nacional; y, si en el ¨²ltimo quinquenio el grueso del nacionalismo ha devenido independentista, es inevitable que ahora sea una jornada que reivindica la independencia. Cuando gobiernen Arrimadas o Albiol, en cambio, la Diada ser¨¢ ¡°de todos¡±, tendr¨¢ ¡ªseg¨²n Ciutadans y PP¡ª ¡°un car¨¢cter aglutinador¡±. Ya lo estoy imaginando. Aglutinador como el acto institucional que organiz¨® el pasado viernes do?a Mar¨ªa de los Llanos de Luna en el Palau del Lloctinent: rodeada s¨®lo de correligionarios, y con Eduardo Escart¨ªn S¨¢nchez ¡ªmilitante y exdiputado del PPC¡ª proveyendo el rigor y la objetividad historiogr¨¢ficas.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador
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