Miseria con bandera espa?ola
Crece en Madrid una mendicidad que usa la nacionalidad como reclamo frente al extranjero
Para colocar su cart¨®n y el cesto de las limosnas, J. ¡ª ¡°andaluz de la provincia de C¨¢diz, 51 a?os y ni un detalle m¨¢s¡±¡ª se busc¨® el tramo peatonal de una de las calles m¨¢s transitadas de Madrid. En ¨¦l, apoyado al lado del escaparate de una tienda de moda en Fuencarral, se lee: ¡°Soy espa?ol, tengo una hija de siete a?os, necesito trabajo, no tengo agua ni luz. Humanidad, por favor, te puede pasar a ti. Juro que es verdad¡±. Del letrero cuelga con una pinza el libro de familia con una banderita espa?ola ribeteada.
J. vigilaba una urbanizaci¨®n de lujo en Villanueva del Pardillo hasta hace a?o y medio, que cay¨® en un ERE. Desde entonces ha cobrado 750 euros por 250 horas de guardia en una obra. Y nada m¨¢s. J. cree que su competencia tanto para encontrar trabajo como para recibir limosna son los extranjeros. Los rumanos, para m¨¢s se?as. ¡°Lo sabes cuando vas a pedir trabajo y te dicen que por tu sueldo contratan a dos inmigrantes¡±. Por eso lo de espa?ol en el cartel. Lleva dos horas y media viendo pasar a gente. Ha recaudado 1,60 euros. Mar¨ªa, 46 a?os, en paro desde que hace dos a?os y medio su sindicato le aplic¨® la reforma laboral, interrumpe la conversaci¨®n. ¡°Toma esto para tu ni?a¡±. Entrega una bolsa con un cuaderno, un bol¨ªgrafo y un llavero. Cuando se aleja, explica que tras su donaci¨®n no hay nacionalismo alguno. Que ve a J. cada d¨ªa y sabe que lo necesita.
El de Fuencarral no es el ¨²nico cartel de ese estilo. En el cruce de la carretera de Castilla con Ruperto Chap¨ª, donde confluyen algunas de las principales arterias de entrada a Madrid, en hora punta se sit¨²a M. ante una pancartilla que recuerda que ¨¦l, a diferencia de sus vecinos que limpian parabrisas cuando los sem¨¢foros de la gigantesca rotonda se ponen en rojo, es nacional.
El mismo tipo de mensajes prolifera en otras plazas y calles de la capital, donde vagan unos 3.000 sin techo, seg¨²n el censo aproximado de las ONG que los atienden. Las 1.500 plazas en los albergues mantienen una ocupaci¨®n del 90%. Los diferentes servicios de C¨¢ritas atienden a 1.808 personas, seg¨²n la memoria de 2014.
¡°Esa caridad es fruto de la cultura cat¨®lica¡±
Los soci¨®logos consultados sostienen que la costumbre de dar limosnas a los testigos hunde sus ra¨ªces ¡°en la caridad de la tradici¨®n cat¨®lica¡±, m¨¢s presente en Espa?a que en otros pa¨ªses europeos. Para probarlo exponen cifras sobre las distintas formas de solidaridad y el bajo porcentaje de la poblaci¨®n espa?ola que colabora con ONG.
Tan s¨®lo el 19% de los espa?oles colabora con alguna de estas entidades sociales. La cifra es tres veces inferior a las de Francia o Reino Unido. De estos donantes, s¨®lo el 9% lo hacen de forma regular y el resto corresponden a donaciones o campa?as excepcionales.
El investigador Pedro Cabrera pide no obstante no equiparar pobreza y mendicidad, porque en estos a?os hay muchas personas en dificultades que lo viven entre las cuatro paredes de sus casas.
Ese racismo de baja intensidad no ha ido a m¨¢s por mucho que hace unos meses un grupo de j¨®venes de ultraderecha montase en Tetu¨¢n un hogar para atender solo las necesidades de espa?oles, que finalmente fue desalojado.
Jes¨²s Sand¨ªn es t¨¦cnico de atenci¨®n a personas sin hogar de la ONG Solidarios para el Desarrollo que acompa?a a colectivos excluidos. Lleva ocho a?os trabajando en la calle y en este tiempo ha visto cambiar el discurso y las actitudes en lo m¨¢s duro de la crisis. ¡°Es una consecuencia l¨®gica de esa idea que una parte de la sociedad est¨¢ extendiendo y que se resume en la frase ¡®primero los espa?oles¡¯. Hace dos a?os vi por primera vez a j¨®venes de ultraderecha llevando comida solo a indigentes espa?oles. Tambi¨¦n hay gente con la mejor voluntad de ayudar que hace esa diferenciaci¨®n injusta¡±.
¡°Es como si se quisiese reivindicar la marca Espa?a de la pobreza¡±, sostiene Francisco Javier Rubio Arribas, soci¨®logo y autor de varios estudios sobre xenofobia laboral y desempleo. Habla de lo que ha visto con sus propios ojos: ¡°Personas con carteles reivindican ser espa?olas, se aprenden unas cuantas palabras e imitan el acento, pero ni siquiera lo son¡±.
El fen¨®meno se multiplica en las calles de Madrid pero se est¨¢ dando en toda Europa, alertan los investigadores que han estudiado el avance de la xenofobia en periodos de recesi¨®n econ¨®mica y observan el crecimiento de los partidos nazis en Francia, Grecia y Alemania. Los soci¨®logos citan un estudio de la Universidad de Bergen, en Noruega, que analiz¨® la d¨¦cada pasada las razones de los ciudadanos que colaboraban con ONG internacionales y las de aquellos que prefer¨ªan implicarse con las de su pa¨ªs. La investigaci¨®n concluy¨® que los perfiles y motivaciones son distintos: en el caso de las aportaciones a ONG locales se daban argumentos xen¨®fobos y de miedo, que no figuraban entre quienes colaboraban con entidades internacionales.
En la mediana que divide los diez carriles de tr¨¢fico, justo en el cruce de la Castellana con la plaza de San Juan de la Cruz, un anciano tambi¨¦n sin nombre extiende una bandera espa?ola sobre el c¨¦sped mientras clava otras cinco y despliega 116 paquetes de pa?uelos de papel del Dia. Est¨¢ ah¨ª cada d¨ªa laborable con su jersey ra¨ªdo, su cojera en la pierna derecha y sus tarteras, para vender kleenex a los conductores de los atascos. Pide ¡°la voluntad¡± mientras explica que lo de las banderas sirve para aclarar que no tiene nada que ver con ¡°los de all¨ª abajo¡±. Los de all¨ª abajo son otros mendigos rumanos que se instalan en sem¨¢foros. El hombre cuenta que tiene casa, una pensi¨®n de 637 euros y que con los pa?uelos se saca un extra ¡ªque evita detallar¡ª para llegar a final de mes. ¡°Desde que tengo las banderas, la gente ya no sube la ventanilla al verme. Saben que soy espa?ol, no tiene miedo¡±, dice.
Por delante de ¨¦l cruza Sergio, 83 a?os, vecino del barrio que viste corbata, sombrero y abrigo pese al sol de mediod¨ªa: ¡°No s¨¦ si ese hombre se siente espa?ol o si trata de comercializar con la bandera porque es cierto que hay que ser solidarios con todos pero tambi¨¦n es l¨®gico que la gente quiera empezar por lo de aqu¨ª¡±. Saca el tema de Catalu?a, pero concluye: ¡°Afortunadamente, a¨²n hay mucha gente que se siente espa?ola¡±.
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