De una ciudad en llamas
Kiko Herrero recuerda en ¡®Arde Madrid¡¯, novela finalista del Goncourt, su infancia y juventud en la capital
Como Kiko Herrero era programador de eventos y fiestas en el m¨ªtico local Rock Ola, a principios de los ochenta, llevaba la vida que se le presupone a estos habitantes de la Movida madrile?a: sexo en las calles, drogas nuevas y m¨²sicas varias. ¡°Hab¨ªa muerto el ogro y la gente quer¨ªa bailar y vivir la vida durase lo que durase¡±, recuerda. ¡°De hecho muchos murieron o se quedaron colgaos¡±.
As¨ª que, para no morirse o quedarse colgao, para no acabar en el ¡°sumidero¡±, Herrero huy¨® a Par¨ªs, donde hace varios a?os regenta junto a Serge Ramon el espacio ?of para eventos culturales y art¨ªsticos.
?ltimamente este exiliado voluntario se puso a escribir y le sali¨® Arde Madrid (Sexto Piso Ediciones), con el que qued¨® finalista del prestigioso Premio Goncourt en la modalidad de escritor novel. Pero esta novela estructurada en peque?as p¨ªldoras no solo habla del jolgorio ochentero, sino que nos retrotrae hasta los tiempos de su infancia. As¨ª vemos evolucionar a la ciudad en estas l¨ªneas que m¨¢s que una biograf¨ªa realista son una autoficci¨®n alucinada en la que se mezcla la gris realidad franquista con el recuerdo deformado y la imaginaci¨®n pura y dura. De los colegios opresivos, los serenos y las se?oras con bata a las grandes manifestaciones, conciertos y fiestas con punkis, en un relato lleno de crudeza y humor negro pero tambi¨¦n de inocencia.
Aunque su padre fue capit¨¢n del ej¨¦rcito republicano y su t¨ªo fue fusilado durante la dictadura su familia no sufri¨® demasiada marginaci¨®n. ¡°Mi padre era m¨¦dico y se dedicaba a la desratizaci¨®n en un pa¨ªs en el que no se constru¨ªan alcantarillas y esos animales proliferaban¡±, cuenta Herrero, ¡°Tambi¨¦n quer¨ªa alejarme del clich¨¦ del autor espa?ol que explicita que el dictador era mal¨ªsimo, cosa que ya sabemos. Cuando cay¨® el Muro de Berl¨ªn lleg¨® a Par¨ªs mucha gente del Este quej¨¢ndose constantemente: resultaban cansinos¡±.
Buena parte de los relatos de Arde Madrid giran en torno a la idealizada figura del padre y de hecho comienza con ¨¦l llev¨¢ndole a ver una ballena en proceso de putrefacci¨®n que trajeron desde las costas del norte a Moncloa, una experiencia que recuerda a los gitanos que traen el hielo al comienzo de Cien a?os de soledad. ¡°La ballena es una met¨¢fora del fin del franquismo, en proceso de descomposici¨®n, absurdo y maloliente¡±, dice.
?C¨®mo se ven Madrid y Espa?a desde Par¨ªs? ¡°Par¨ªs es una ciudad muy dura, donde se nota mucho la miseria y la desigualdad. Trabajadores cansados y aislados y se?oras ricas con caniche. En Madrid, aunque mucha gente que conozco lo est¨¦ pasando mal, hay m¨¢s vida. Los franceses ven Espa?a como ese pa¨ªs alegre en el que quisieran jubilarse. Algo as¨ª como viva la vida, viva el comercio, vivan las carreteras y los aeropuertos¡±, explica Herrero asomado al balc¨®n del piso de la Plaza Mayor en el que suele hospedarse en sus visitas.
Hace unos d¨ªas la presentaci¨®n de la novela se celebr¨® en uno de los templos de la Movida, la V¨ªa L¨¢ctea, en Malasa?a. ¡°Fue una sorpresa, no sab¨ªa que segu¨ªa existiendo. Y aunque ahora no se pueda fumar todav¨ªa esta amarilleada por la nicotina de aquella ¨¦poca¡±.
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