La ¨²ltima palabra de Dionisio Folgado
Un tornero jubilado y viudo lega sus bienes a la Comunidad para geri¨¢tricos Sus vecinos retratan a un hombre taciturno que apenas se relacionaba
Tres cuentas en el BBVA con 50.885, 45.088,83, y 20.000 euros. Una cuarta en Catalunya Banc SA con 2,30 euros m¨¢s. Un apartamento de 41 metros cuadrados en Carabanchel tasado en 41.958 euros. Y el piso de vacaciones de Murcia en San Pedro del Pinatar, 22.822,75 euros. Es el legado que dej¨® Dionisio Folgado a la Comunidad de Madrid tras una vida de trabajo como tornero cuando falleci¨® jubilado, viudo y solo el d¨ªa de los Inocentes de 2012. La ¨²ltima palabra de ese hombre taciturno que apenas se relacionaba en el barrio fue para pedir al Gobierno regional que su patrimonio se dedicase a construir residencias. Como la que ¨¦l mismo ocup¨® al final de sus d¨ªas, tras romperse la cadera, impedido para subir los dos pisos del edificio sin ascensor en el que residi¨® 50 a?os.
Las voluntades de Dionisio Folgado las anunci¨® ayer el consejero de Justicia, ?ngel Garrido, tras la reuni¨®n de Gobierno de la Comunidad. Felicit¨® a un ¡°ciudadano ejemplar¡± y enunci¨® su legado sin extenderse en detalles: dos pisos y 115.000 euros que servir¨¢n para que el Ejecutivo de Cifuentes levante residencias p¨²blicas.
El buz¨®n de Dionisio Folgado en el n¨²mero 12 de la calle Gonzalo L¨®pez acumula un par de cartas de Iberdrola, los recibos de la comunidad y otra factura de agua por 21,10 euros de octubre pasado. Una estimaci¨®n, porque hace tres a?os que nadie pasa a leer el contador del segundo izquierda. En el balc¨®n se apilan una docena de tiestos secos, un toldo recogido y tres viejas l¨¢mparas. Las rejas blancas est¨¢n impolutas y, seg¨²n el vecindario, se pusieron cuando se corri¨® la voz de que el piso estaba vac¨ªo, ¡°por los okupas¡±. La presidenta de la comunidad, con min¨²sculas, Esther, recuerda a un hombre r¨ªgido que a la m¨ªnima mentaba a Franco en las reuniones de gastos.
Desde que falleci¨®, la vivienda acumula una deuda en facturas de 1.270,79 euros y Esther se pregunta si la asumir¨¢ la Comunidad, con may¨²sculas, puesto que hereda los bienes. En la ¨²ltima junta los vecinos acordaron cumplimentar ¡°un acta simple para que se identifique a los propietarios¡±, puesto que la rumorolog¨ªa de la escalera hace tiempo que atribuye el piso al Gobierno de Madrid. Los tr¨¢mites para el traspaso se cerraron en realidad esta semana y la Comunidad anunci¨® ayer la aceptaci¨®n de la herencia. Al ser una instituci¨®n p¨²blica, el Gobierno no pagar¨¢ impuesto de sucesiones ni la mitad de los gastos de notario. Los pisos se vender¨¢n de acuerdo con el testamento.
El testamento de los tres millones
Pocos pero generosos. No es frecuente que los vecinos en sus ¨²ltimas voluntades se acuerden de la Comunidad de Madrid. Pero los registros del Gobierno regional apuntan en las ¨²ltimas d¨¦cadas herencias acaudaladas que acaban en las arcas p¨²blicas.
El 1 de marzo de 1998 una familia dej¨® a la Asociaci¨®n contra la Drogadicci¨®n de la Comunidad de Madrid un piso en el 168 de Marcelo Usera valorado en 412.356,65 euros y adem¨¢s acciones y dinero en met¨¢lico por un importe de 2.576.548,47 euros al colegio de Hu¨¦rfanos de la Comunidad de Madrid.
El 30 de julio de 1999 otra familia leg¨® 723.618,57 euros en cuadros y 300.506,05 m¨¢s en dinero contante y sonante al Museo de Arte Contempor¨¢neo de la Comunidad de Madrid.
El 9 de noviembre de 1945 una herencia a favor del Gregorio Mara?¨®n dej¨® ¡°¨²tiles para fabricar aceite¡± y diversas fincas r¨²sticas.
En su edificio, un bloque color salm¨®n de los que se levantaron en Carabanchel a mediados del siglo pasado, con escaleras angostas y vecinos hoy septuagenarios, la noticia se acoge con escepticismo. Su vecina puerta con puerta, Rosario, describe a un anciano ¡°poco comunicativo¡±, al que se le agri¨® el car¨¢cter cuando su mujer, Encarna, enferm¨® de alzh¨¦imer. Su hijo, hoy cuarent¨®n, se queja de que al matrimonio nunca le gustaron los ni?os y recuerda ¡°broncas por correr por la escalera¡±. Carmen Perib¨¢?ez, en el tercero, es m¨¢s comprensiva: ¡°Un hombre normal que iba de casa al trabajo y saludaba con pocas palabras¡±. Sin m¨¢s rarezas que escapar en verano y Semana Santa a Murcia junto a su mujer, en la misma moto que lo llevaba al torno. Del sobrino, que a veces los visitaba, nadie tiene noticias.
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