El ciudadano transparente
Inmersos en la autocomplacencia, nos jactamos de tener una gran ley de Transparencia y de dise?ar una Hacienda ¡°colaborativa¡±
En diciembre del a?o pasado, el Parlament aprob¨® la ley catalana de Transparencia. El texto obtuvo luz verde de todos los grupos excepto Ciutadans, Iniciativa y la CUP. La propaganda oficial la puso de ejemplo de c¨®mo Catalu?a era capaz de dar otra peque?a lecci¨®n m¨¢s all¨¢ del Ebro. La Administraci¨®n catalana, la nostra, pretend¨ªa colocarse as¨ª entre las m¨¢s pr¨ªstinas de esa Europa con la que so?amos en parecernos el d¨ªa que la independencia se encarne entre nosotros. En ese trayecto, nos jactamos de estar en vanguardia: hemos inventado la agencia tributaria ¡°colaborativa¡±, no coercitiva, que generar¨¢ tan buen rollo entre administrador y administrado que los ciudadanos se agolpar¨¢n ante las ventanillas para ser los primeros en pagar impuestos. Todo son ejemplos de lo bien que hacemos las cosas en este peque?o pa¨ªs. Es parad¨®jico que quienes apuntalan ese discurso autocomplaciente sean capaces de pontificar sobre las miserias que se esconden tras la pretendida superioridad moral de la izquierda.
Treinta a?os despu¨¦s de construir una Administraci¨®n auton¨®mica tan ineficaz y napole¨®nica como la espa?ola, Catalu?a asegura querer poner la bondad humana en el centro de su pol¨ªtica. Seg¨²n el discurso hegem¨®nico del soberanismo, la naci¨®n catalana es un referente: somos un pueblo ejemplarmente solidario ¡ªla Marat¨® de TV3¡ª; pagaremos impuestos por simpat¨ªa ¡ªAgencia Tributaria Catalana¡ª; gozamos de una Administraci¨®n a la altura de nuestras expectativas ¡ªley de Transparencia¡ª. Por supuesto que todo ello se redondear¨¢ con el advenimiento de la independencia, que alejar¨¢ la crisis y har¨¢ palidecer de envidia a las sociedades m¨¢s pr¨®speras de Europa.
La realidad muestra, sin embargo, la debilidad de este discurso. Nada se traduce en hechos cotidianos. Seguramente en el cap¨ªtulo de pueblos elegidos por su solidaridad, el liderazgo catal¨¢n no estar¨ªa tan claro al lado de ciudadanos de Lesbos, Lampedusa o Alemania. El mercado ¡ªen cuanto a virtudes¡ª est¨¢ m¨¢s competido de lo que se aprecia a vista de p¨¢jaro nacionalista. Lo de la Agencia Tributaria, mejor que quede para los anales de las ocurrencias de aquellos que hasta ayer solo ve¨ªan un enemigo all¨ª donde hab¨ªa un inspector de Hacienda. En fin, soprende que estas cosas puedan suceder en un pa¨ªs que ha tenido durante 23 a?os como presidente a un defraudador fiscal y como hegem¨®nico a un partido con 15 sedes embargadas por el caso Palau y que ha cobrado, supuestamente, comisiones del 3% a costa de encarecer de la obra p¨²blica.
Con ese ambiente contaminado se lleg¨® a aprobar una ley de Transparencia que en realidad y con datos en la mano sigue frenando el acceso de los ciudadanos a la informaci¨®n. La ley catalana es mejor que la espa?ola, para cumplir la m¨¢xima de que en el pa¨ªs de los ciegos el tuerto es el rey.
En cualquier caso, el funcionamiento del texto aprobado por el Parlament no est¨¢ a la altura de la civilizada Europa. Por ejemplo, a petici¨®n de este diario ¡ªtal como se public¨® hace unos d¨ªas¡ª, la Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona se neg¨® a facilitar la relaci¨®n de restaurantes con problemas de higiene, porque ¡°podr¨ªa interferir en la investigaci¨®n de las infracciones administrativas que se puedan derivar¡±. En el Reino Unido, ese pa¨ªs que tanto gusta cuando hace referendos, se considera de inter¨¦s p¨²blico que los ciudadanos accedan directamente a la calificaci¨®n que la inspecci¨®n sanitaria da a los restaurantes.
Esa misma ley catalana no obliga a los partidos a hacer p¨²blico de d¨®nde proceden las donaciones econ¨®micas que reciben sus fundaciones. El olvido en el texto se ha convertido en los ¨²ltimos a?os en una suerte de estructura de Estado a trav¨¦s de la cual alguna formaci¨®n pol¨ªtica ha obtenido financiaci¨®n.
Y por ¨²ltimo permitan una experiencia directa. El autor de estas l¨ªneas solicit¨® en calidad de subdirector de este diario informaci¨®n sobre contratos suscritos entre TV3 y productoras privadas entre 2013 y 2015. La respuesta fue que hacer p¨²blicos tales datos pod¨ªa afectar a ¡°derechos o intereses de terceros¡±. Sin embargo, las productoras fueron informadas por escrito de la identidad del peticionario ¡ªcon nombre y dos apellidos¡ª y su responsabilidad redaccional. La Administraci¨®n continua siendo bastante opaca, pero es infalible a la hora de convertir en transparentes a quienes solicitan informaci¨®n.
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