Disculpe, se?or Rajoy
Viendo por televisi¨®n la imagen de su cara enrojecida por el golpe, me dio ganas de expresarle mis m¨¢s sinceras disculpas
Tambi¨¦n ocurri¨® en diciembre. Un perturbado mental agredi¨® con un objeto punzante a Silvio Berlusconi en Mil¨¢n. Y ocurri¨® tambi¨¦n durante la celebraci¨®n de un mitin. Esa imagen del pol¨ªtico italiano, con la nariz rota y ensangrentada, me hizo olvidar entonces por un momento toda la distancia ideol¨®gica que nos separaba. Con Mariano Rajoy, el pol¨ªtico al que nunca he votado ni votar¨¦, me sucedi¨® lo mismo. De pronto me olvid¨¦ de su pachorra irritante, de sus inamovibles convicciones, de su apego enfermizo a la Constituci¨®n y me sent¨ª solidario con su cara marcada por la furia de un ultra.
El presidente de gobierno en funciones, del que me separa un mundo en visi¨®n de Espa?a y su palpitante actualidad, fue objeto de un insulto grav¨ªsimo (una acusaci¨®n de indecencia por parte del l¨ªder de la oposici¨®n) y una agresi¨®n f¨ªsica. Trato de discernir qu¨¦ diferencia hay entre ambos sucesos. Y la conclusi¨®n a la que llego es que ambos tienen forzosamente que dolernos y que te obligan a no disimular cierta sensaci¨®n de pena solidaria. Son distintos. Aunque no acabo de estar seguro si lo son tanto en su dimensi¨®n moral. Uno, a diferencia del que s¨ª, no deja huellas en el rostro, aunque no por ello duela menos. Estoy seguro (o por lo menos necesito estarlo) que a muchos nos doli¨® como si nos hubiesen herido, con la palabra y con las manos, a nosotros tambi¨¦n. Pienso, a lo mejor para consolarme y darme ¨¢nimos, que eso a la postre debe ser bueno. Que nos alarme la ofensa innecesaria (y mucho m¨¢s cuando ¨¦sta es un suced¨¢neo de las ideas que no se tienen) y la violencia sin m¨¢s contra nuestros adversarios ideol¨®gicos. Aunque, claro, siempre habr¨¢ quienes lo atribuyan, todo ello, a los gajes de su oficio.
¡°No soy nadie¡±, exclam¨® hace seis a?os el agresor de Mil¨¢n. El de Pontevedra, sin una pizca de arrepentimiento, se mostr¨® menos humilde y se pavone¨® de su odio manifiesto. No voy a votar al se?or Mariano Rajoy. Pero viendo por televisi¨®n la imagen de su cara enrojecida por el golpe, me dio ganas de comunicarme con ¨¦l y expresarle mis m¨¢s sinceras disculpas.
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