Josep Antoni Duran Lleida, de la gloria a la irrelevancia
La estrategia personalista del democristiano ha dejado a su partido al l¨ªmite de la desaparici¨®n
En poco m¨¢s de cuatro a?os, Josep Antoni Duran Lleida (Alcampell,1952) ha pasado de ser el protagonista de la primera victoria de CiU en unas generales a confirmar la irrelevancia de su partido, Uni¨® Democr¨¤tica. De tocar la gloria al ritmo fren¨¦tico de su bater¨ªa a rubricar la marcha f¨²nebre de una formaci¨®n de m¨¢s de 80 a?os de historia. Es el ep¨ªlogo de este pol¨ªtico que se cre¨® Uni¨® a medida, moviendo los hilos para ganar importancia y aplastando la disidencia interna. La jugada le sali¨® bien hasta que se apart¨® de Converg¨¨ncia, en julio de este a?o: ahora Uni¨®, fuera del Parlament y fuera del Congreso, est¨¢ al l¨ªmite de la desaparici¨®n.
Duran entr¨® en Uni¨® casi por casualidad, cuando un dirigente del partido lo escuch¨® en Lleida, en 1974, en un acto de Izquierda Democr¨¢tica, los democristianos espa?oles. Uni¨® buscaba su espacio en pol¨ªtica despu¨¦s de la dictadura, y Duran tom¨® protagonismo como uno de los pocos j¨®venes del partido. Con la Generalitat restaurada, le ayuda el entonces presidente Jordi Pujol, que ve en Duran a un buen aliado: "Hay que darle un cargo: b¨²scale un lugar", le ordena a su lugarteniente, Llu¨ªs Prenafeta, que se inventa la Direcci¨®n General de Asuntos Interdepartamentales para ¨¦l. Estar¨¢ dos a?os, la etapa de gesti¨®n m¨¢s larga que ha vivido Duran.
Su protagonismo, su ambici¨®n y la divisi¨®n interna en Uni¨® lo conducen a liderar el partido en? 1982. Dos a?os despu¨¦s los m¨¢s veteranos lo apartan, contrarios a sus movimientos para convertir el liderazgo de Uni¨®, hasta entonces plural, en un poder un¨ªvoco. A la primera fall¨® pero a la segunda, desde que volvi¨® a presidir el comit¨¦ de Gobierno en 1987, le sali¨® bien.
Desde entonces, Duran se mueve como pez en el agua en el papel de "socio de Converg¨¨ncia". Su estrategia es la de tensar la cuerda sin que se rompa, defendiendo el perfil propio de Uni¨® como formaci¨®n diferenciada de los nacionalistas. A cada aceler¨®n de CDC, Duran respond¨ªa rode¨¢ndose de micr¨®fonos y provocando crisis que iban aumentando su poder. De este modo consigui¨® hacerse un hueco como protagonista en la pol¨ªtica catalana, a expensas de ser la pesadilla del segundo de CDC, Miquel Roca, que pensaba que tendr¨ªa un socio tranquilo: "Por fin un l¨ªder como es debido en Uni¨®", exclam¨® al llegar el democristiano. La alegr¨ªa le dur¨® poco.
La ambici¨®n de Duran lo lleva a verse como el posible sucesor de Jordi Pujol, que, hasta que lleg¨® Artur Mas, fue quemando delfines a ritmo vertiginoso. El democristiano maniobr¨® desde 1998 para conseguir la corona del poder en CiU, pero fracas¨® ante un joven Mas. Pujol le dio cuerda, incluso coloc¨¢ndolo de consejero del Govern para ponerlo al nivel del ahora presidente. El ex presidente lo utiliz¨® para foguear a su sucesor.
Duran nunca ha acabado de digerir su derrota ante Mas, pero lejos de hundirse, supo adaptarse al nuevo entorno. A cambio de no romper con Converg¨¨ncia, consigui¨® elevar la influencia de Uni¨® hasta el punto m¨¢s alto. Se convirti¨® en la voz del catalanismo en Madrid. En el Congreso, desde 2004, supo encontrar un lugar en la comisi¨®n de Asuntos Exteriores para presumir de contactos internacionales y moverse como nadie para aumentar su influencia. Su papel de lobbista en las Cortes, como le gustaba decir con orgullo, le funcion¨® bastante bien: hasta 2011, fue el l¨ªder espa?ol m¨¢s valorado. Le qued¨® pendiente su gran sue?o: ser ministro, una posibilidad que estuvo a punto de hacerse realidad con Jos¨¦ Maria Aznar. Pujol lo fren¨®.
Uni¨® brillaba de puertas afuera, pero de puertas adentro las sombras eran importantes. La corrupci¨®n ha sido uno de los talones de Aquiles de Josep Antoni Duran Lleida, con la formaci¨®n democristiana en medio del caso Treball (el desv¨ªo de fondos de formaci¨®n de parados para financiar el partido) y el caso Turismo, de malversaci¨®n de fondo del Consorci catal¨¢n del ramo. El primer caso acaba con Uni¨® condenada, convirti¨¦ndose en el primer partido que reconoce haberse financiado ilegalmente. Del segundo el partido se salva, pero salpica a Duran: la mujer del principal implicado, Joan Cogul, acusa al democristiano de pagar su silencio. Cogul se hab¨ªa suicidado y el democristiano tuvo que pedirle perd¨®n a su mujer por haberlo condenado antes que la justicia.
A quienes no le costaba nada condenar a Duran era a sus cr¨ªticos en Uni¨®: todos los que se han atrevido a toserle han acabado en el ostracismo. El democristiano usaba su control de la militancia para reducirlos, hasta el l¨ªmite: en 2002, la Audiencia de Tarragona anul¨® el Congreso de Uni¨® por considerarlo "antidemocr¨¢tico". Quien quisiera ascender al partido tenia que estar de buenas con el l¨ªder.
El proceso soberanista ha provocado la ca¨ªda de Duran, cada vez m¨¢s distanciado de CDC y con m¨¢s frentes abiertos en su partido. El democristiano aguant¨® tensando la cuerda, cada vez m¨¢s tensa, y peleado con sus socios hasta que Mas decidi¨® aparcar la consulta para convocar elecciones plebiscitarias: Uni¨® se parti¨® en dos, CiU desapareci¨® y Duran se vio ante la gran pregunta de la pol¨ªtica catalana: ?cu¨¢nto poder ten¨ªan los democristianos en solitario?
El resultado son dos elecciones en las que ha quedado muy lejos de obtener representaci¨®n parlamentaria, transformando un partido que hab¨ªa tenido a mano casi todo el poder en una formaci¨®n irrelevante. El resto de partidos dan por hecho que est¨¢n asistiendo al ep¨ªlogo de la carrera pol¨ªtica del democristiano, pero Duran cree que todav¨ªa no ha dicho la ¨²ltima palabra.
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