?Ha nacido la ni?a Jesusa?
Un mal entendido concepto de la igualdad y de la tradici¨®n amenaza los belenes y convierte en magas a los reyes magos
Quiz¨¢ los lectores de EL PA?S no sepan que hay instalado un bel¨¦n en el centro de la redacci¨®n. Forman parte del pintoresco nacimiento algunos elementos y argumentos iconoclastas, incluso subversivos ¡ªMaradona es el ni?o en los belenes napolitanos¡ª, pero la escena conserva sus referencias fundamentales. No por devoci¨®n, piedad religiosa ni sumisi¨®n confesional, sino por tradici¨®n cultural y costumbre.
Discrepa el alcalde de Valencia. Que se ha puesto a perseguir los belenes como Herodes persegu¨ªa a los ni?os. Discrepan los concejales de los distritos madrile?os de San Blas ¡ªhabr¨¢ que decir Blas, sin advocaci¨®n - y Puente de Vallecas, cuyo modelo de sociedad plural requiere convertir a los reyes magos en reinas magas. Se trata de hacer pedagog¨ªa de la pluralidad y del g¨¦nero hasta extremos delirantes e incurriendo en la confusi¨®n.
La confusi¨®n propia, en primer lugar. Y la confusi¨®n ajena, pues los padres de los ni?os tendr¨¢n que explicarles la mutaci¨®n de Gaspar a Gaspara. Y tendr¨¢n que encontrar un equivalente femenino de San Nicol¨¢s. Y Baltasar seguir¨¢ siendo hombre y negro. Lo contrario implicar¨ªa una discriminaci¨®n polifac¨¦tica que no pueden consentirse los ayuntamientos metalaicos.
Terminaremos adorando a la ni?a Jesusa de tanto transformar las tradiciones con ocurrencias. Tradiciones remotas. Tradiciones de origen pagano que hemos heredado de los romanos ¡ªpor inmediatez y corpulencia iconogr¨¢fica¡ª en el cambio de solsticio y de estaci¨®n, y que ellos mismos celebraban diferenciando la ¡°religio¡± de la ¡°superstitio¡±, la religi¨®n de la supersitici¨®n, simplificando un poco las cosas.
Consist¨ªa la primera en el calendario de fiestas y celebraciones oficiales. No se requer¨ªa fe ni esp¨ªritu trascendental para aceptarlas. Se trataba de experimentarlas en comunidad como ritos sociales en la proyecci¨®n del polite¨ªsmo. La superstici¨®n, en cambio, concern¨ªa a la relaci¨®n privada o dom¨¦stica de la experiencia espiritual, comprend¨ªa las religiones no oficiales, las sectas, los c¨ªrculos adivinatorios y hasta clandestinos.
Organizar un bel¨¦n en casa pude ser un acto de fe o puede ser ¡ªcomo acostumbra¡ª un rito familiar en el contexto de otras costumbres navide?as como la loter¨ªa, el concierto de A?o Nuevo, los saltos de esqu¨ª y la cabalgata de los reyes magos. Tres reyes. Tres hombres. Tres camellos de sexo desconocido.
El problema es que algunos exponentes de la nueva pol¨ªtica amalgaman la cultura y la tradici¨®n con su prolongaci¨®n religiosa y eclesi¨¢stica, naturalmente en una sociedad, la nuestra, que ha degradado la Educaci¨®n hasta el extremo de desproveer a los estudiantes de referencias filos¨®ficas, mitol¨®gicas y religiosas.
Y no hablamos de la fe, sino de la cultura, del patrimonio, de la identidad. Y de la desorientaci¨®n que cualquier alumno experimentar¨ªa ¡ªno digamos ya un alcalde¡ª si lo ¡°abandonaran¡± en el Museo del Prado, incapaz de diferenciar a H¨¦rcules de Sans¨®n y a un centauro de San Marcos.
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