El a?o que viene, m¨¢s
El derecho a decidir est¨¢ muy bien, pero deber de decidir es mucho m¨¢s duro, como ha comprobado la CUP
Dejo los resultados del 20-D para otro art¨ªculo, que 2016 va a ser divertid¨ªsimo. A pesar de los denodados esfuerzos para que Catalu?a no tenga influencia en Espa?a, ah¨ª tienen sus repercusiones. Es lo que tiene el fin de la conllevancia, que lo que aparentemente solo suced¨ªa en Catalu?a acaba retorciendo la pol¨ªtica espa?ola hasta hacerla impracticable. Son las consecuencias, el resarcimiento del signo de los tiempos. Solo hab¨ªa que dejar pasar los d¨ªas, creer que esa falta de cintura iba a salir de balde ha sido un error hist¨®rico.
Lo m¨¢s interesante est¨¢ pasando aqu¨ª y ahora, y es que el tiempo erosiona las palabras y los gestos a una velocidad inaudita. En la pol¨ªtica catalana ha llegado el momento de decir que el ornamento es un crimen. Ni manifestaciones, ni banderolas ni camisetas: falta una semana para que veamos que la ret¨®rica independentista tiene las horas contadas y muchos nos felicitamos por ello.
Dije que me alegraba del resultado de las elecciones del 27-S y sigo diciendo lo mismo. El independentismo solo crecer¨¢ mejor¨¢ndose y hasta ahora la ¨²nica manera probada de conseguirlo es hablando, negociando y pactando. Quien no siga por ese camino, tarde o temprano va a dejar de hablar, de negociar y de pactar, es decir, dejar¨¢ de ser un actor pol¨ªtico ¨²til. Todos los partidos han pasado por ese mal trago, el ¨²ltimo la CUP.
Durante los ¨²ltimos meses hemos visto a una CUP que jugaba exactamente a lo contrario que predicaba. De los acuerdos tomados en la flexibilidad de las discusiones en las asambleas se ha pasado a una rigidez y a una dureza que las aleja de gran parte del independentismo. Los gestos, la severidad de sus presentaciones p¨²blicas y de sus expresiones contradicen sus palabras y los han ido situando en una lejan¨ªa que no es solo ideol¨®gica. ?Qu¨¦ suficiencia! Como dicen en mi pueblo, parece que Dios les guarde las vacas. Que siempre tenga que haber alguien que te mire por encima del hombro, el intelectual socialista de Barcelona, el convergente de Ganduxer y, ahora, el asambleario de la CUP. Una asamblea puede ser tan cerrada y excluyente como el despacho del consejo de administraci¨®n de una gran empresa.
La CUP tambi¨¦n ha actuado como una ¨¦lite cuando ha trazado sus propias l¨ªneas para definir a unos y otros. Puede que no haya sido su intenci¨®n, pero ha mostrado en no pocas ocasiones el conmigo o contra m¨ª. Ha actuado como un partido viejo cuando han pedido la grabaci¨®n de las conversaciones de las negociaciones pero no ha dejado seguir en directo las asambleas. Por no hablar del papel¨®n del plasma en vivo sin posibilidad de preguntas en Sabadell. Ha trapicheado con la presi¨®n hasta lo tragic¨®mico, como si el asedio al Parlament hubiese sido una broma. ?Pressing CUP? Prueben a ir al Congreso.
Entre sus logros dicen que est¨¢ el de cumplir las promesas electorales. Es verdad, no estamos acostumbrados a que los partidos quieran hacerlo, pero no es menos cierto que tampoco sabemos escribir programas que se puedan cumplir. Como el resto de los partidos, van a ser v¨ªctimas de sus propias decisiones y palabras. El momento estelar lo protagoniz¨® el pasado domingo Anna Gabriel cuando emplaz¨® a Junts pel S¨ª a moverse despu¨¦s de demostrar que m¨¢s de 3.000 personas, despu¨¦s de tres meses, hab¨ªan sido incapaces de decidir por ellas mismas. A la ma?ana siguiente del empate aparec¨ªan cupaires de vacaciones y Manuel Delgado se tronchaba en la radio, que le hab¨ªa dado pereza ir a Sabadell. Sin comentarios.
Cuando la CUP habla de corrupci¨®n, lo hace como si el mill¨®n y medio de votantes de Junts pel S¨ª se hubiesen forrado con ella, y cuando habla de clase obrera, como si los dem¨¢s fuesen ricos de puro y chistera. Queriendo o sin querer, ese es el resultado: no solo hay que tener parroquia, hay que intentar no ofender a los votantes de los dem¨¢s. Muchos de ellos te van a apoyar cuando las cosas vayan mal, como ya ha sucedido en otras ocasiones.
El derecho a decidir est¨¢ muy bien. El deber de decidir es mucho m¨¢s duro, menos llamativo y tiene siempre consecuencias. En 2016 todos necesitaremos hechos, no ret¨®rica. Necesitaremos no tener que escribir art¨ªculos como este.
Feliz y pragm¨¢tico a?o nuevo.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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