Convivencia y seguridad
Nuestras ciudades viven una crisis tan profunda como la de muchas ciudadades europeas, pero si en nuestro caso no ha derivado en conflictos violentos entre vecinos es porque se han aplicado pol¨ªticas de inclusi¨®n social
Este mes, el Foro Espa?ol para la Prevenci¨®n y Seguridad (FEPSU) ha reunido en Barcelona a los ayuntamientos de las principales ciudades que optan por una nueva gobernanza urbana con un tema que, a mi juicio, es esencial: la convivencia como principal factor de prevenci¨®n y seguridad. En las peri¨®dicas encuestas sobre victimizaci¨®n que se realizan en Barcelona, se observa que la percepci¨®n de inseguridad de la ciudadan¨ªa no se debe tanto al hecho de haber sido v¨ªctimas de un delito, sino al de haber tenido problemas de convivencia con otros vecinos. La soluci¨®n parece evidente: invertir en pol¨ªticas de cohesi¨®n e intermediaci¨®n social como la mejor garant¨ªa para que descienda el sentimiento de inseguridad ciudadana. Pero las pol¨ªticas de convivencia no solo reducen la percepci¨®n subjetiva de inseguridad, sino que reducen la cantidad y la intensidad de los conflictos con violencia en las ciudades.
Las contradicciones sociales fundamentales que est¨¢n en la base de la conflictividad urbana son las desigualdades sociales, la pobreza en sus m¨²ltiples formas y los desequilibrios en la capacidad de influencia en las decisiones pol¨ªticas. Dichas contradicciones dan origen a movimientos sociales, que son la base del progreso humano, al introducir cambios importantes en nuestras ciudades como son una mayor igualdad de oportunidades, un reequilibrio social, una apropiaci¨®n ciudadana de los espacios p¨²blicos, una mayor democratizaci¨®n, participaci¨®n y compromiso de la ciudadan¨ªa en la ciudad.
Pero tambi¨¦n produce movilizaciones violentas y reaccionarias. Esto ¨²ltimo acontece cuando determinados colectivos que viven con gran precariedad social no tienen esperanza de que en el futuro su situaci¨®n pueda mejorar, y en especial si son objeto de una segregaci¨®n social y espacial, por los gobiernos y los grupos sociales m¨¢s amplios.
En una crisis social tan profunda como la que sufren las ciudades de la Europa mediterr¨¢nea, no es de extra?ar que sectores ciudadanos en situaciones de alta precariedad y riesgo, como se?ala Z. Bauman, canalicen sus frustraciones hacia la b¨²squeda de culpables, y estos aparecen como el ¡°otro¡±, el ¡°diferente¡± que se convierte en objeto de segregaci¨®n social, y que no pocas veces se encuentra en una situaci¨®n tanto o m¨¢s precaria que el culpabilizador. La segregaci¨®n social, el etiquetaje mutuo, que genera el sentimiento de exclusi¨®n y el menosprecio social, son los detonantes de lo que observamos en no pocas ciudades: conflictos inter-culturales, actos vand¨¢lico antisistema protagonizados por grupos muy vulnerables. Esta segregaci¨®n aumenta si s¨®lo se responde desde los gobiernos con represi¨®n.
Ahora bien, el futuro siempre est¨¢ abierto, como dec¨ªa Popper, y la conflictividad social que acontece en nuestras ciudades puede gestionarse hac¨ªa objetivos de progreso social, o hacia la descohesi¨®n social y el rechazo entre los diferentes colectivos. Para gestionarla hac¨ªa el desarrollo social, las pol¨ªticas de convivencia y prevenci¨®n social, centradas en favorecer la intermediaci¨®n, el conocimiento mutuo y la generaci¨®n de confianza son la clave, dado que impide que las contradicciones sociales se expresen en segregaci¨®n mutua, sino que facilitan que se avance hac¨ªa una mayor cohesi¨®n social y desarrollo humano.
El antagonismo entre libertad y seguridad se disuelve si existe una amplia pol¨ªtica de convivencia y de equidad social en nuestras ciudades, evitando el enfrentamiento, mediante el conocimiento y la comprensi¨®n mutua, y la toma de decisiones asentadas en amplios acuerdos sociales, que transforman de este modo el conflicto en cooperaci¨®n.
Disponemos de experiencias de ¨¦xito en municipios bien cercanos: Barcelona, L'Hospitalet, Terrassa, y en especial Santa Coloma entre muchas otras. Ciudades que est¨¢n viviendo una larga y profunda crisis social, con alta proporci¨®n de poblaci¨®n con origen territorial y cultural muy diferente, pero cuya conflictividad no se ha expresado, como el caso de ciudades francesas, inglesas, belgas o alemanas en importantes enfrentamientos violentos entre vecinos. Esto se ha debido, en gran medida, a la apuesta de los ayuntamientos por las pol¨ªticas de convivencia y de inclusi¨®n social, que han contado con la colaboraci¨®n de las entidades sociales del tercer sector y con las asociaciones vecinales, articulando redes ciudadanas para responder de manera compartida a la adversidad social.
Sin duda se puede y de debe hacer m¨¢s y mejor, pero esta es la v¨ªa a seguir en unas ciudades globales para convertir el riesgo en oportunidad y profundizar en la seguridad y la democracia.
Jos¨¦ Mar¨ªa Pascual Esteve es economista y soci¨®logo
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