El alcalde que asalt¨® el Palacio de Invierno
Como ha demostrado con sus primeras medidas el flamante corregidor de Girona, desconocer la naturaleza de una monarqu¨ªa parlamentaria no es un rasgo menor de la actual emergencia pol¨ªtica de Catalu?a
En sus primeros pasos, el nuevo alcalde de Girona, sustituto del actual presidente de la Generalitat en virtud de una tramitaci¨®n pol¨ªtica que constar¨¢ en la historia del domin¨® de casino republicano-federal, contribuy¨® a exigir que la Fundaci¨®n Princesa de Girona cambie de nombre. La iniciativa ten¨ªa dos perfiles igualmente hostiles: de una parte, pretend¨ªa enmendar los prop¨®sitos de la sociedad civil de Girona que hab¨ªa creado la fundaci¨®n y por otra ningunear a la instituci¨®n mon¨¢rquica. Tal vez fuera una columna de humo para esconder las grotescas anomal¨ªas de su llegada a la alcald¨ªa, una suerte de fraude, al menos en t¨¦rminos de ¨¦tica p¨²blica y representatividad institucional. M¨¢s all¨¢ de eso, implica un deterioro de la formalidad imprescindible para que el sistema democr¨¢tico se sostenga. Eso rige con la misma ejemplaridad en monarqu¨ªas europeas como Gran Breta?a, Holanda, Noruega, B¨¦lgica, Suecia o Dinamarca, por ejemplo. Y por eso los Urdangar¨ªn est¨¢n en el banquillo.
El convergente Albert Ballesta toma la vara de alcalde de Girona sin haber sido concejal en ejercicio. En la lista de CiU iba en decimonoveno lugar. La candidatura logr¨® diez concejales con lo que, antes de que Ballesta pudiera ser concejal y alcalde, ocho candidatos que le preced¨ªan en la lista han tenido que renunciar. Puede decirse que es un alcalde cuya representatividad tiene unos fundamentos precarios, y eso le supondr¨ªa obligado a superar estas limitaciones y hablar en nombre de toda la ciudad o al menos intentarlo. Ha sido la primera huella t¨¢ctica del nuevo presidente de la Generalitat, sin duda conocedor de las virtudes pol¨ªticas insospechadas de su favorito. Ballesta se ha estrenado con un asalto irrisorio al Palacio de Invierno. Despu¨¦s de olvidarse de jurar o prometer su cargo, Albert Ballesta, alertado por los servicios jur¨ªdicos municipales, tuvo que corregirse y luego, obviamente partidario de la Rep¨²blica catalana independiente, se estren¨® dando pie a una moci¨®n que instaba a cambiar el nombre de la Fundaci¨®n Princesa de Girona y a la vez retirarle a Felipe VI la medalla y el bast¨®n de la ciudad. Al poco, ha dicho que s¨ª y que no. Si inicialmente no sab¨ªa de los esfuerzos de la fundaci¨®n en la promoci¨®n de j¨®venes talentos, esa es otra caracter¨ªstica de la partida de domin¨®.
Desconocer la naturaleza de una monarqu¨ªa parlamentaria no es un rasgo menor de la actual emergencia pol¨ªtica de Catalu?a. Felipe VI, siendo Pr¨ªncipe de Asturias, siempre mantuvo la constancia de su condici¨®n simult¨¢nea de Pr¨ªncipe de Girona. Por una iniciativa privada admirable fue constituida la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Girona, hoy Princesa de Girona. Desde sus or¨ªgenes, fue una fundaci¨®n desde la que el actual Monarca profundiz¨® en su conocimiento de Catalu?a, proyectando internacionalmente la imagen de Girona al estimular la capacidad emprendedora de sus j¨®venes.
En los ¨²ltimos tiempos hay casi que disculparse por la antipat¨ªa de citar los resultados tanto del s¨ª como de la participaci¨®n en Catalu?a al votarse la ley para la Reforma Pol¨ªtica y la subsiguiente consulta sobre lo que ser¨ªa la Constituci¨®n de 1978, de vigencia plena y garante de las libertades de la ciudadan¨ªa de toda Espa?a y por tanto de Catalu?a, a no ser que se produzca una secesi¨®n. En ambos recuentos se ratific¨® el valor de la reinstauraci¨®n mon¨¢rquica. Despu¨¦s,la abstenci¨®n ha ido a m¨¢s. Respecto al estatuto votado en 1979, concretamente en Girona, la abstenci¨®n fue del 36,4 por ciento. Hace unos a?os, para el estatuto auton¨®mico de 2006, la abstenci¨®n fue de un 48,5 por ciento. Ochenta a?os antes, en el conjunto de Catalu?a el estatuto de 1932 hab¨ªa sido refrendado por menos de la mitad del censo. Todos estos datos tal vez no demuestren nada, pero algo significan.
Han pasado tres siglos desde 1714 y, en plena iniciativa independentista, ha parecido oportuno negar que desde la Transici¨®n la Corona est¨¢ m¨¢s atenta que nunca a la personalidad hist¨®rica y cultural de Catalu?a. Es una constante desde la proclamaci¨®n de Juan Carlos I, reafirmada por Felipe VI. De ah¨ª el valor simb¨®lico que tiene que el actual Monarca, siendo Pr¨ªncipe de Asturias, subrayase a la vez su condici¨®n de pr¨ªncipe de Girona. ?Es eso un arca¨ªsmo o una prueba de que la Monarqu¨ªa parlamentaria tiene utilidad y sentido especialmente en momentos centr¨ªfugos y discordantes? El alcalde Ballesta tiene la respuesta.
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