Ruptura urbana
No podemos pensar en actuar sobre Barcelona y su ¨¢rea metropolitana con los instrumentos de los a?os ochenta. Los nuevos retos son la sostenibilidad y la desigualdad
Barcelona debe ir m¨¢s all¨¢ de la mitificaci¨®n de los a?os 80, de los Juegos Ol¨ªmpicos y de Barcelona modelo for export. Ser¨ªa absurdo menospreciar un momento rupturista y en general exitoso del urbanismo barcelon¨¦s. Como lo fue el radical Cerd¨¤. O como se intent¨® en los a?os republicano con el Gatcpac de Torres Clav¨¦ y de Sert. Nos inspiramos en el pasado, en la cultura acumulada, en las ideas y proyectos y en las intervenciones en el territorio. Tambi¨¦n en lo que se propuso y no se hizo, en las demandas y aspiraciones populares y en la imaginaci¨®n de intelectuales, literatos y artistas. La cultura es lo que queda cuando todo se ha olvidado. La memoria no es el ayer, es hoy, lo que se ha internalizado. Es ¨¦poca de cambio, como afirma la alcaldesa, ni copiar el pasado, ni conformarse con el presente.
Recientemente el Colegio de Arquitectos invit¨® a la responsable de Urbanismo, Janet Sanz. Su exposici¨®n fue innovadora y ambiciosa. En el aire se notaba inter¨¦s, ilusi¨®n, deseo de volver p¨¢gina. Como me dijo el arquitecto Carles Ferrater, ¡°es com si torn¨¦ssim a inicis dels 70¡±. Rafa C¨¢ceres record¨® aquellos a?os cuando se reivindicaba el derecho a la vivienda igual que se ped¨ªa asistencia sanitaria y escuela p¨²blica. Tambi¨¦n destacaba el protagonismo de mujeres j¨®venes en el poder municipal, como la propia Ada Colau. Si la protagonista del acto apenas supera los 30 a?os, con ella estaba en primera fila la responsable de la macro¨¢rea social del Ayuntamiento, Laia Ortiz, de edad similar. Otras dos mujeres treinta?eras, Gala Pin y Merche Vidal est¨¢n al frente de Ciutat Vella y Movilidad y Transportes. J¨®venes y mujeres, con experiencia de activismo ciudadano, son casi garant¨ªa de aires nuevos en los objetivos y en el estilo de la gesti¨®n urbana.
Este cambio nos confronta en las ciudades con dos grandes retos. La insostenibilidad del mal uso, el despilfarro y la especulaci¨®n con la energ¨ªa, el agua y el suelo. Y sus efectos perversos: el calentamiento del planeta, mayor¨ªas que no acceden a recursos b¨¢sicos, la contaminaci¨®n del aire, etc¨¦tera. Estos efectos son universales pero afectan m¨¢s directamente a las mayor¨ªas populares. Y tambi¨¦n la creciente desigualdad social y la exclusi¨®n de los marcos integradores, la crisis del trabajo remunerado y la segregaci¨®n de la vivienda del tejido urbano y social. Ambas burbujas van aumentando y dar¨¢n lugar a conflictos, en muchos casos asim¨¦tricos, que generar¨¢n insurrecciones, revueltas y violencias. Las ciudades y las regiones urbanizadas actuales no son solo el ¨¢mbito de las crisis, tambi¨¦n son factores causales de las mismas.
Barcelona y el entorno metropolitano no pueden pensarse al margen de esta realidad globalizada. En los a?os 80 y siguientes el desaf¨ªo urbano fue la intervenci¨®n f¨ªsica en el territorio, lo que deriv¨® en atracci¨®n de inversiones de capital privado. Se aumentaron los servicios y mejoraron los entornos colectivos, como los transportes, el espacio p¨²blico, los equipamientos sociales y culturales y se rehabilitaron conjuntos de viviendas populares. Pero a medida que la ciudad se convirti¨® en un lugar prioritario de acumulaci¨®n de capital, en gran parte merced a la especulaci¨®n urbana, se multiplic¨® la regresi¨®n social (desahucios, desocupaci¨®n, pobreza, privatizaciones, marginaci¨®n, etc¨¦tera) y se recortaron las prestaciones sociales.
El uso intensivo de la ciudad metropolitana acent¨²a los factores agresivos con el medio: la movilidad basada en el autom¨®vil, la urbanizaci¨®n dispersa en el entorno regional, las arquitecturas ostentosas, las actividades depredadoras (turismo, transferir residuos al medio f¨ªsico). Las prioridades de las pol¨ªticas p¨²blicas no pueden ser las mismas que en la d¨¦cada de los 80. No se trata de m¨¢s austeridad si se entiende como menos bienes y prestaciones, sino de otros modos de consumo y gesti¨®n de los recursos y de los servicios.
Los dos retos citados, la sostenibilidad y la desigualdad social, no pueden afrontarse con los mismos instrumentos jur¨ªdicos y urban¨ªsticos. Como el control p¨²blico y social del sistema bancario, de las empresas de servicios y de la propiedad del suelo. Hay que intervenir en la ciudad como un proceso inductivo y real y no como un plan o modelo deductivo y virtual. Plantearse cada acci¨®n urban¨ªstica, no para resolver un problema, sino para resolver varios problemas a la vez: sostenibilidad y puestos de trabajo, viviendas y integraci¨®n ciudadana, mejora del entorno urbano y reducci¨®n de las desigualdades. Y eso solo puede hacerse escuchando a la ciudadan¨ªa.
Jordi Borja es urbanista.?
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