Dos entrevistas a Rajoy
Hay quienes creen que no estamos ante el caso de un jurista inexperto o desafortunado, sino ante un pol¨ªtico desahogado e indiferente ante la evidencia de sus dislates jur¨ªdicos
Rajoy es licenciado en Derecho y registrador de la propiedad. Para llegar a esta categor¨ªa profesional de ¨¦lite, con su generos¨ªsima retribuci¨®n, debi¨® superar unas duras pruebas de conocimientos jur¨ªdicos que comienzan con los primeros art¨ªculos del C¨®digo Civil, donde se regula la nacionalidad. Sin embargo, en una inolvidable entrevista con Carlos Alsina, escenific¨® la imagen del alumno sorprendido en su ignorancia. Dijo, con la seguridad del ignorante, que si los catalanes se independizan perder¨¢n la nacionalidad espa?ola. Y cuando Carlos Alsina le puntualiz¨® lo pertinente, terco a¨²n en su error, trat¨® de defender su afirmaci¨®n con una memorable repregunta: ¡°?Y la europea?¡±, como diciendo ¡°esto no me lo negar¨¢s¡±. Cre¨ªa, o aparentaba creer, que existe realmente una nacionalidad europea, m¨¢s all¨¢ de la simple pertenencia a la Uni¨®n Europea en tanto que nacionales de un Estado miembro de la UE.
Debiera saber que a ning¨²n espa?ol de origen se le puede privar de su condici¨®n de espa?ol, ni siquiera si es catal¨¢n independentista y pretende borrarse de la nacionalidad espa?ola. En ning¨²n caso se le puede convertir en ap¨¢trida, porque solo pueden ser privados de la nacionalidad espa?ola ¡°los espa?oles de origen que renuncien expresamente a ella, si tienen otra nacionalidad y residen habitualmente en el extranjero¡±. As¨ª de claro lo dice el art¨ªculo 24.3 del C¨®digo Civil. Y as¨ª lo proclama la Constituci¨®n: ¡°Ning¨²n espa?ol de origen podr¨¢ ser privado de su nacionalidad¡±.
Rajoy volvi¨® a poner de manifiesto su calidad de jurista de ¨¦lite con ocasi¨®n de la querella admitida a tr¨¢mite contra el PP, en el asunto del borrado de los discos duros de los ordenadores de B¨¢rcenas. La fechor¨ªa del borrado significaba una destrucci¨®n de pruebas de elevada relevancia judicial, perpetrada en el centro neur¨¢lgico del PP. Era lo contrario a la obligada colaboraci¨®n con la justicia, tan insistentemente proclamada por Rajoy. Por eso el PP fue imputado. Preguntado por esta imputaci¨®n en una entrevista con Ana Rosa Quintana, el presidente del Gobierno dijo: ¡°No s¨¦ si el partido est¨¢ imputado¡ no conozco c¨®mo est¨¢ este asunto. En el auto no lo pone. No s¨¦, porque no he visto el auto y no se lo puedo decir exactamente¡±. O sea: que no hab¨ªa visto el auto judicial y por eso no conoc¨ªa c¨®mo est¨¢ el asunto, pero afirmaba que s¨ª conoce que en el auto no pone que el PP est¨¢ imputado, y dudaba que lo est¨¦. Impert¨¦rrito, ignoraba, sab¨ªa y dudaba, todo a la vez.
Sin embargo, debiera saber que una recient¨ªsima ley, promovida y firmada por ¨¦l, regula la inculpaci¨®n a los partidos pol¨ªticos, en calidad de investigados, que es como se denomina ahora a los que antes se llamaba imputados. Si el juez ha admitido a tr¨¢mite la querella contra el PP y le ha citado a declarar como investigado, el partido del que forma parte y preside Rajoy adquiere la categor¨ªa de organizaci¨®n delictiva, presunta. Sobre esto no caben dudas. Lo sabe el m¨¢s biso?o de los abogados. Cuando el PP se vio obligado a comparecer como acusado ante el juez, su representante, en nombre del partido, se acogi¨® a su derecho a no declarar. Esto es lo que hacen, con frecuencia, los m¨¢s curtidos delincuentes, los habituales, los profesionales, para evitar que de su declaraci¨®n se obtengan datos que les inculpen. Justo lo contrario a la colaboraci¨®n con la justicia que cabr¨ªa esperar de quien desea que resplandezca su inocencia. Estamos, evidentemente, ante una redoblada obstrucci¨®n a la justicia.
Parece haber un hilo conductor entre la memorable y bochornosa repregunta a Carlos Alsina (¡°?y la europea?¡±), y la imp¨¢vida asunci¨®n de su condici¨®n de presidente de una organizaci¨®n presuntamente delictiva, escenificada ante Ana Rosa Quintana. Hay quienes creen que estas actitudes de Rajoy no son las del jurista inexperto o desafortunado, sino las del pol¨ªtico desahogado, indiferente ante la evidencia de sus dislates jur¨ªdicos. Sospechan que, en el caso de los catalanes, solo pretend¨ªa meterles miedo blandiendo la apatridia, aunque ¨¦l sab¨ªa que es jur¨ªdicamente imposible. Tambi¨¦n sospechan que en el caso de la redoblada obstrucci¨®n a la justicia ¨¦l supo, y probablemente decidi¨®, su repetida actitud obstructiva. Es sabido que no era la primera ni la ¨²ltima vez que practicaron semejante estrategia procesal de leguleyos.
Otros, m¨¢s mal¨¦volos, prefieren pensar que todas esas sospechas son injustas porque, simplemente, Rajoy no es m¨¢s que lo que parece en la tele.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena fue fiscal jefe del TSJC.
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