Escrache
En democracia, la sociedad tiene plenos derechos de asociaci¨®n y reuni¨®n con libertad de expresi¨®n. Esto no tiene nada que ver con cualesquier forma de acoso
La palabra viene de Argentina y Uruguay; al parecer, es sin¨®nimo de romper, destruir y aplastar, pero tambi¨¦n se utiliza para decir fotografiar. No est¨¢ claro que su etimolog¨ªa venga del scratch que en ingl¨¦s es rascar, pero tambi¨¦n borrar o tachar, y quiz¨¢ convenga pensar que en Brasil el Scratch es la alineaci¨®n de un equipo de f¨²tbol, por aquello del ataque coordinado y la defensa en l¨ªnea, pues en Espa?a se ha vuelto coloquial referencia a un desmadre callejero muy parecido al mot¨ªn, espasmo de rebeli¨®n o caldero de iras desatadas.
Se supone que, en democracia, la sociedad tiene plenos derechos de asociaci¨®n y reuni¨®n con libertad de expresi¨®n. Esto no tiene nada que ver con cualesquier forma de acoso, jaloneo verbal, agresi¨®n f¨ªsica, intimidaci¨®n intensa no s¨®lo a las puertas del acusado en turno sino tambi¨¦n en las redes sociales (donde ya se ha demostrado el poder cibern¨¦tico del gamberrismo). Es decir, toda protesta leg¨ªtima tiene otras v¨ªas de manifestaci¨®n que van m¨¢s all¨¢ del amedrentamiento enloquecido, pues al parecer ya hirviendo el escrache se hilan consignas a gritos, se vuelve a ret¨®ricas supuestamente superadas y revolcaos en un merengue y en un mismo lodo: todos manoseaos. Parece cosa de encantamiento y lamentable deja v¨² que en d¨ªas pasados se han vuelto a escuchar en Madrid, a voz en cuello y con la saliva enardecida, gritos vehementes contra azules o rojos, curas o bolcheviques, que da lo mismo una vez revuelta la ira. ?Ser¨¢ que alguien confunde su escrache particular con el Mot¨ªn de Esquilache?
Faltaba se?alar que la palabra rima con Cambalache, y as¨ª como preve¨ªa el tango de Enrique Santos Disc¨¦polo, en este mundo tan problem¨¢tico y febril quiz¨¢ sea tiempo de optar por lo que parece imposible: al verdugo, mostrarle los retratos de sus v¨ªctimas; al corrupto, una lluvia de billetes falsos; al plagiario, los p¨¢rrafos del original impreso; al bocazas, el mazo de un silencio aplastante. Lejos de la sinraz¨®n, alejarse de la protesta irracional que transpira todo escrache no exculpa, exime o ni siquiera perdona al presunto criminal, delincuente o sospechoso candidato en potencia para escracharlo; al contrario, para borrar o romper el impacto y secuelas de sus posibles delitos est¨¢n los tribunales, eso que llaman el peso de la Ley y la rasca -entendida como fr¨ªo intenso-que les espera en la celda donde all¨ª s¨ª quiz¨¢ sea inevitable que alg¨²n sin¨®nimo de reo se apreste a rascarle la espalda, en una de las a¨²n no consideradas acepciones del nefando vocablo escrache.
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