Democratizaci¨®n tecnol¨®gica
La fascinaci¨®n tecnol¨®gica y la sensaci¨®n de control que genera cada nuevo aparato o aplicaci¨®n impide que nos fijemos en quien controla el proceso
El impacto material y simb¨®lico del Mobile World Congress se deja sentir cada vez m¨¢s en Barcelona. El cambio pol¨ªtico en el gobierno de la ciudad ha contribuido a poner de relieve las tensiones, los dilemas y las distintas perspectivas que la revoluci¨®n tecnol¨®gica plantea y que se condensan en un acontecimiento como el que nos ocupa.
M¨¢s all¨¢ de los miles de personas que visitan la ciudad, las decenas de millones de euros que genera su presencia o las muchas otras consecuencias del evento, lo significativo es ir m¨¢s all¨¢ del fen¨®meno ¡°gran feria comercial¡± y tratar de relacionar sus contenidos con el futuro de la ciudad. Considero en este sentido positivo que por primera vez se haya vinculado el hecho de que Barcelona sea hasta el a?o 2023 Mobile World Capital con un an¨¢lisis de la situaci¨®n digital de la ciudad. En efecto, el informe realizado tiene una buena base (5.000 entrevistas), est¨¢ plenamente actualizado (enero 2016) y sus datos est¨¢n totalmente a disposici¨®n.
Lo que ahora sabemos es que Barcelona presenta datos muy positivos de conexi¨®n a Internet y que solo en unas pocas zonas de la ciudad hay ciertas dificultades de acceso. Los problemas de ¡°brecha digital¡± tienen relaci¨®n con los factores tradicionales que fundamentan la desigualdad: nivel educativo, ocupaci¨®n, nivel de renta. Podr¨ªamos decir que uno lleva al otro y que los tres acostumbran a relacionarse con el lugar de residencia. Los factores que habitualmente refuerzan las posibilidades de exclusi¨®n operan aqu¨ª tambi¨¦n, pero menos.
En efecto, el factor g¨¦nero se da (menos mujeres conectadas habitualmente), pero en mucha menor medida que en otros temas. El origen tambi¨¦n influye, pero m¨¢s en las v¨ªas de acceso a Internet que en la frecuencia de uso. La edad si tiene aqu¨ª, l¨®gicamente, un peso relevante, concentr¨¢ndose en la franja de m¨¢s de 65 a?os el menor o nulo uso de las redes. La necesidad de reforzar la democratizaci¨®n social y de politizar el tema (en el sentido de no perder de vista qui¨¦n gana y qui¨¦n pierde en cada caso) tiene pues aqu¨ª otra manifestaci¨®n evidente. No acceder a Internet constituye ya un elemento generador de vulnerabilidad y de exclusi¨®n, que se manifiesta en dificultades laborales, educativas o simplemente relacionales. Pero, el estudio nos muestra tambi¨¦n otros datos significativos. Las diferencias por barrios en el tipo de usos es uno de ellos. Entre comprar por Internet (Pedralbes) hasta el activismo social o el intercambio y la econom¨ªa colaborativa (Gracia). Un dato elocuente es que, cada vez m¨¢s, todo ello se hace a trav¨¦s del m¨®vil, desplazando otras v¨ªas de acceso.
En el Mobile World Congress se concentran pues muchas de las expectativas y contradicciones de la gran transformaci¨®n tecnol¨®gica que vivimos. Las cuatros grandes esferas de innovaci¨®n est¨¢n presentes: el Internet de las cosas que llevamos encima (wearables); el Internet de la casa; el Internet del coche; el Internet de la ciudad o del espacio. Y luego todo el gran ¨¢mbito de los servicios en los que el cambio est¨¢ penetrando con gran rapidez: comercio, educaci¨®n, sanidad, movilidad, y el control de todos los datos generados (Big Data). La fascinaci¨®n tecnol¨®gica y los grandes efectos disruptivos que sus aplicaciones generan, est¨¢ produciendo un efecto peligroso. El brillo y la sensaci¨®n de control que envuelve cada nuevo aparato o aplicaci¨®n, nos impide fijarnos en qui¨¦n controla el proceso, que jirones de nuestra identidad se van desprendiendo, qui¨¦n acaba gobernando ese nuevo mundo lleno de viejas desigualdades. El debate central es el de la soberan¨ªa tecnol¨®gica, que a su vez conecta con el acceso y la apropiaci¨®n de los datos o el grado de apertura y de acceso a los sistemas operativos y las din¨¢micas de innovaci¨®n.
Barcelona tiene la gran oportunidad de aprender del Mobile World Congress, de aprovechar su presencia para tratar de encontrar un camino propio. Es un juego muy desigual si se compara la fuerza mercantil y tecnol¨®gica de las grandes empresas y corporaciones presentes en el evento con las capacidades de una ciudad que sirve de escenario para que ello ocurra. Pero, es asimismo un incentivo para aquellos que quieran seguir dando la batalla por politizar una transformaci¨®n que no tiene nada de natural, ya que sigue marginando y excluyendo a personas y colectivos, y sigue distribuyendo desigualmente costes y beneficios.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.