La espada del coraz¨®n tranquilo
Un maestro de Kendo llegado desde Jap¨®n imparte un curso durante el fin de semana en Madrid
El chasquido del bamb¨² contra el bamb¨² asusta, pero no tanto como los gritos que estos luchadores lanzan al embestirse. Su enigm¨¢tica m¨¢scara met¨¢lica y su armadura nos impide conocer su sexo o edad -?qui¨¦n habr¨¢ ah¨ª dentro?-, y les da un aspecto de peligrosos villanos de pel¨ªcula de artes marciales. Cuando uno logra tocar al otro con la espada, los ¨¢rbitros levantan una peque?a bandera. Cuando alguien consigue una buena estocada el c¨ªrculo de kendokas, ataviado con su caracter¨ªstico atuendo a?il, aplaude y jalea. Dirige los combates el sensei (maestro) Nagamatsu, ex jefe de polic¨ªa en Kobe, Jap¨®n, que ha sido enviado por primera vez a Espa?a por la Federaci¨®n Japonesa de Kendo con la misi¨®n de dar un curso de fin de semana a aficionados de todo el pa¨ªs.
Sucede el evento en el gimnasio municipal Moscard¨®, cerca de Avenida de Am¨¦rica, una de la sedes de este curso. Despu¨¦s de los combates (shiai) se celebra el jigeiko (pr¨¢ctica de combate): el centenar de kendokas congregados toma su shinai (espada), se distribuye por el dojo al mismo tiempo y se forma un buen caos oriental de gritos, movimientos fugaces y estocadas en los ¨²nicos lugares permitidos: la cabeza, el antebrazo y el costado. El kendo (que se puede traducir como camino de la espada) es una de las artes marciales modernas, que se crearon despu¨¦s de la Restauraci¨®n Meiji (1868) como el karate, el judo o el aikido. La Federaci¨®n Espa?ola de Judo y Deportes Asociados (como el kendo) re¨²ne unos 1.500 practicantes, y en Madrid hay unos centenares repartidos en escuelas o clubs como Kenwakai, Zanshin, Aranami, Tora o Zentrum.
Y cualquiera lo puede practicar, como se aprecia cuando los luchadores se quitan todos a la vez sus m¨¢scaras, sentados de rodillas (postura seiza): hay hombres y mujeres por igual, con edades comprendidas entre los nueve y los sesenta y tantos a?os. "Ense?o kendo para que las personas desarrollen tres caracter¨ªsticas: la capacidad de reflexi¨®n, la empat¨ªa con los dem¨¢s y la valent¨ªa", dice el sensei Nagamatsu, "practicando kendo las personas se hacen mejores y ese bien trasciende a toda la sociedad".
Lo que m¨¢s sorprende al profano es ese alarido guerrero, el kiai. "Es una forma de proyectar la energ¨ªa interior y de intimidar al contrario", dice el maestro. De hecho, seg¨²n un dicho extendido en el kendo primero se gana y luego se ataca: la actitud de luchador es sumamente importante. Aqu¨ª los practicantes no llevan ning¨²n distintivo de su categor¨ªa, como ocurre con los cinturones de colores del karate y el judo, pero nos dicen algunos kendokas que simplemente observando la postura de un luchador ya podemos saber qu¨¦ nivel tiene.
"En el plano f¨ªsico la pr¨¢ctica del kendo nos llena de energ¨ªa, pero tambi¨¦n nos proporciona un coraz¨®n y un esp¨ªritu tranquilo", afirma Nagamatsu. El centenar de alumnos, despu¨¦s de la pr¨¢ctica, realiza una peque?a meditaci¨®n y se prepara para examinarse. "Solo por la ilusi¨®n que han demostrado, cosa muy importante en esta disciplina, les dar¨ªa cinco puntos. Y otros tres, hasta ocho, por su t¨¦cnica, que creo que ha mejorado en estos d¨ªas y que seguir¨¢ mejorando en el futuro", valora el japon¨¦s.
?Es tan peligroso el kendo como parece? "En absoluto", dice Nagamatsu, "la tasa de lesiones es baj¨ªsima en este arte marcial, mucho menor que la del judo, por ejemplo". Adem¨¢s cuando hay lesiones m¨¢s que relacionadas con los golpes de shinai, como podr¨ªa parecer, son con el tal¨®n de Aquiles o cortes en los pies, porque este es fundamentalmente, aunque no lo parezca, un deporte de piernas. "No hay que preocuparse", bromea el sensei, "la vida no peligra".
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