Como un elefante en una jugueter¨ªa
A veces los adultos creemos que los ni?os no entienden nuestro mundo y, sin embargo, podemos ser nosotros quienes nos sintamos extraterrestres si nos metemos en el suyo
![El escaparate de una tienda de juguetes estas Navidades en Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SIONAZVCWNGETFSO5DWQTID5QU.jpg?auth=e2bd98431f04d8cebb6d2b5d755dccb17a9f4bd7b99f5a46b9e0131a83aa435c&width=414)
La Navidad es muy rara, tarda dos meses en llegar y se desvanece de un d¨ªa para otro. El lunes por la ma?ana est¨¢bamos recogiendo las mondas de las naranja que hab¨ªamos dejado para los camellos y hoy ya casi ni nos acordamos de qu¨¦ era la figurita amorfa que nos sali¨® en el rosc¨®n. Ya dudamos de si seguir felicitando el a?o y solo han pasado nueve d¨ªas. A nadie le extra?a que el 15 de diciembre los motivos navide?os plaguen las calles y las mentes, quien dice 15 de diciembre dice 1 de noviembre, pasado el terror de Halloween llega el terror navide?o, el turr¨®n llega antes, por supuesto. Pero solo tres d¨ªas despu¨¦s de Reyes a nadie se le ocurre pasear con cuernos de reno por la Gran V¨ªa.
Que la Navidad es rara se confirma cuando tienes que explicarle a alguien algunas de esas tradiciones patrias: la locura por la loter¨ªa y las uvas se llevan la palma. Pero para rara, extraterrestre casi, c¨®mo se siente una si por casualidad/necesidad/curiosidad pasa un rato en una zona de juguetes de un gran almac¨¦n a tres d¨ªas de que lleguen los Reyes. Si es de primero de madrile?ismo no pisar el centro de la ciudad desde el puente de diciembre hasta el 7 de enero; eso deber¨ªa, como m¨ªnimo, restar puntos en el carnet de madrile?a. Pues ah¨ª estaba yo rodeada de gente, ni?os incluidos. Siempre me he preguntado qu¨¦ explicaci¨®n se le da a los peque?os sobre ese guirigay, la que o¨ª in situ hac¨ªa m¨¢s agua que el barco pirata de Playmovil en el pantano de San Juan. ¡°La abuela est¨¢ echando la carta a los Reyes Magos¡±, le dec¨ªa un se?or a una ni?a mientras, aparentemente, esperaban en una zona un poco menos aglomerada, la de los peluches cl¨¢sicos: ositos, ovejitas, cerditos, perritos de todas las razas. ?Por qu¨¦ los peluches van en diminutivo? Aunque la familia de los peluches cada d¨ªa es m¨¢s diversa, no solo han aumentado las especies animales, confieso que me encaprich¨¦ de un roedor, ?una suav¨ªsima capibara?, ?un conejillo de indias? No tengo muy claro qu¨¦ era, desde luego, un rat¨®n com¨²n, no. De ah¨ª a los personajes conocidos como Luigi y su hermano Super Mario, much¨ªsimos Stitch y comida japonesa, s¨ª, comida japonesa. No deja de sorprenderme que haya peluches de makis y de nigiris. ?Qui¨¦n querr¨ªa abrazar algas, arroz, y pescado crudo? Para gustos, peluches.
Pero las sorpresas solo pod¨ªan aumentar cuando confund¨ª munici¨®n con construcciones. Como lo leen, unos cilindros naranjas que se vend¨ªan en bolsas con distintas cantidades (de 50, de 80) y que ¨Dilusa de m¨ª¨D cre¨ª que eran piezas que encajaban y con las que formar distintas estructuras, eran proyectiles ¡°precisos e inofensivos¡± (menos mal), para una serie de armas de juguete que desconoc¨ªa hasta ahora, pero que al verlas en el amplio expositor me trasladaron a una armer¨ªa en Texas. ?Cu¨¢ntos tipos y qu¨¦ miedo!
De la sorpresa se pasa al sentimiento de analfabetismo, aunque no s¨¦ si es m¨¢s sensaci¨®n de ignorancia o de ser extraterrestre. Cuando no se tiene trato constante con ni?os, los universos que los rodean son ajenos y se mezclan palabras como Meli, Gormiti, Beyblade, Sylvanian (o palabros o marcas, distintos juguetes en cualquier caso) y cuando aprendes sobre unos ya se han pasado de moda. La actualizaci¨®n ha de ser constante. Cre¨ªa que ten¨ªa m¨¢s o menos controlada a la familia de Bluey, hasta que vi dos perritos grises desconocidos para m¨ª, ?ay! ¡°?Muffin y Socks, sus primas!¡±, me explican. ?C¨®mo pod¨ªa no saberlo! Pero para familias, las Sylvanian: de focas, cabras, zorros, ping¨¹inos... unos animalitos mon¨ªsimos de entre seis y ocho cent¨ªmetros. El mueble en el que estaba situada su galaxia ten¨ªa forma de una de sus casitas y una conejita gigante para ser Sylvanian, med¨ªa aproximadamente un metro, te recib¨ªa. Si tocabas al timbre dec¨ªa: ¡°Pasa, pasa, ver¨¢s mi casa¡±. Una ni?a del tama?o de la coneja llama y el animalito responde la frase que si estabas all¨ª cinco minutos se transformaba en un mantra: ¡°Pasa, pasa, ver¨¢s mi casa¡±. Esta peque?a reclama, emocionada, la atenci¨®n de su padre para ense?¨¢rselo, pero antes le advierte: ¡°No me lo quiero llevar, ?eh!¡±.
Ser¨¢ que los ni?os entienden y conocen m¨¢s de las reglas del juego del mundo de los adultos, que los mayores las del universo de los peque?os.
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