El rastro de ¡®El Coyote¡¯
La exposici¨®n ¡®Antifaz¡¯, hasta el 24 de julio en Casa del Lector, rinde homenaje a las novelas populares
¡°El Coyote no es muy conocido para las generaciones m¨¢s j¨®venes, pero en su momento supuso un fen¨®meno internacional similar a algunos actuales como Star Wars o Harry Potter¡±, dice el escritor C¨¦sar Mallorqu¨ª, hijo de Jos¨¦ Mallorqu¨ª Figueroa (1913-1972), creador de El Coyote, un h¨¦roe del western espa?ol que trascendi¨® fronteras: se vend¨ªan 500.000 ejemplares al mes en diferentes pa¨ªses. La exposici¨®n Anfifaz, hasta el 24 de julio en Casa del Lector, rinde homenaje al creador de este personaje de un Far West idealizado y a todas las generaciones que escribieron y leyeron este tipo de literatura.
¡°El sentido de la muestra es explicar c¨®mo la sociedad espa?ola se transforma en esa ¨¦poca y la figura de uno de los mejores escritores populares¡±, dice Elena Gonz¨¢lez, comisaria junto con Oyer Coraz¨®n y Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez. A principios del s. XX la alfabetizaci¨®n aumenta en Espa?a, el p¨²blico pide libros de entretenimiento mientras que las editoriales consiguen rebajar los costes y producir libros m¨¢s baratos. Es el caldo de cultivo para la aparici¨®n de la novela popular, algo similar a lo que se llamo pulp fiction en Estados Unidos: literatura r¨¢pida donde prima la acci¨®n a la reflexi¨®n, abunda la espectacularidad y los giros dram¨¢ticos, los h¨¦roes y las damiselas (o las femmes fatales), y mandan las grandes aventuras de g¨¦nero, el polic¨ªaco, la novela rom¨¢ntica, o el western, como en el caso del El Coyote. Otros escritores de ¨¦xito fueron Marcial Lafuente Estefan¨ªa o Francisco Gonz¨¢lez Ledesma, con su seud¨®nimo Silver Kane. Las novelas de bolsillo de El Coyote costaban cuatro pesetas, pero, a¨²n baratas, muchos las intercambiaban en los alrededores de los quioscos, lo que tra¨ªa de cabeza a la editorial.
En la exposici¨®n se muestran las coloridas portadas (y las curiosas indicaciones del autor a los ilustradores) de las cuatro ediciones de El Coyote: la primera de Ediciones Cl¨ªper, entre 1944 y 1953 (se suelen encontrar ejemplares mercadillos y librer¨ªa de viejo), la ¨²ltima de Planeta DeAgostini, en 2003 y 2004. La serie constaba de 192 novelitas. Tambi¨¦n objetos personales del autor (como sus gruesas gafas que semejaban un antifaz o una m¨¢quina de escribir Underwood), los folletos tur¨ªsticos estadounidenses en los que se inspiraba y una muestra de la muy pronunciada afici¨®n de Mallorqu¨ª a documentar fotogr¨¢ficamente todos los momentos relevantes de su vida. Y hasta los menos relevantes: se ven unas primigenias selfies en blanco y negro del escritor afeit¨¢ndose. ¡°Un problema de aproximarse a un autor es no encontrar documentaci¨®n de primera mano, en el caso de Mallorqu¨ª no hubo problema porque conservaba casi todo, y hac¨ªa copias de todas sus cartas. En ellas descubrimos hasta un seud¨®nimo que no se le atribu¨ªa¡±, dice Mart¨ªnez
Entre la precariedad y el aura rom¨¢ntica transcurr¨ªa la existencia de estos escritores a sueldo, que produc¨ªan historias adictivas sin cesar y, casi siempre, a bajo precio. ¡°En esto mi padre fue una excepci¨®n, porque hizo huelga y el editor cedi¨®: consigui¨® mejores tarifas y un porcentaje de la ventas¡±, dice C¨¦sar Mallorqu¨ª. ?C¨®mo era su m¨¦todo de trabajo? Malloqu¨ª, en concreto, procrastinaba todo lo posible y luego en una semana, casi sin dormir, lograba acabar una novela.
¡°Estaba prohibido entrar en su cuarto mientras escrib¨ªa, pero yo le espiaba y le ve¨ªa recitar en voz baja los di¨¢logos que escrib¨ªa mientras gesticulaba¡±, dice su hijo. El secreto para un trabajo tan intenso era farmacol¨®gico. ¡°En aquella ¨¦poca se vend¨ªan las anfetaminas libremente en farmacias, as¨ª que ¨¦l las usaba para estos picos de trabajo. Pero claro, al ser legales nunca fue consciente de que se estaba drogando¡±.
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