El urbanismo ego¨ªsta
La descripci¨®n negativa que se hace de Barcelona en sectores comprometidos es para que la nueva pol¨ªtica sea saludada como una epifan¨ªa, pero crea ciudadanos que se creen los reyes del barrio
Siempre voy al Consell de Barri porque me siento vinculada a mi entorno. Adem¨¢s, estren¨¢bamos regidora en la persona de Laura P¨¦rez, una mujer din¨¢mica y eficaz. La convocatoria era de tema ¨²nico: las aceras. Microcosmos del espacio p¨²blico. Como novedad, se organiz¨® la sala con las sillas dispuestas en c¨ªrculo para hacer grupos de debate m¨¢s peque?os, con unas personas que actuar¨ªan como dinamizadores y que al final hicieron poco. Es el tipo de funci¨®n que bien podr¨ªa recaer sobre los t¨¦cnicos de la casa, que estaban presentes, escuchando. Tambi¨¦n nos regalaron una bolsa de tela, innecesaria. Da la sensaci¨®n que volvemos a una cierta infantilizaci¨®n de la gente, una tendencia de los ¨²ltimos mandatos socialistas que parec¨ªa felizmente superada. La impresi¨®n es que este Ayuntamiento gasta demasiado en comunicaci¨®n, la eterna tentaci¨®n de los gobiernos d¨¦biles.
Dicho esto, la sesi¨®n fue muy interesante y el sistema de grupos funciona muy bien. La regidora nos hizo un breve discurso desconcertante. El espacio p¨²blico, vino a decir, depende del urbanismo hegem¨®nico y hasta ahora, dijo, se lo consideraba un espacio de tr¨¢nsito hacia el trabajo, pura movilidad. ?Mande? La concepci¨®n del espacio p¨²blico como ¨¢mbito de convivencia y estructurador del barrio nace en las planificaciones de Oriol Bohigas y Pasqual Maragall, se incrementa en ¨¦pocas de Clos y Hereu y se mantiene durante la alcald¨ªa de Trias. Sorprende que el equipo de Colau venga a descubrir cosas que son fundacionales en Barcelona, porque significa que han estado desatentos a la evoluci¨®n de la ciudad: que no escuchaban porque estaban ocupados en otras cosas. Y ahora que les toca gestionar, recurren al discurso progresista sin saber que es el discurso que ha modelado la ciudad en los ¨²ltimos treinta a?os. Despu¨¦s se lo coment¨¦ a la regidora. ?Ah, s¨ª?, dijo, bueno, a m¨ª me interesa la acera desde una perspectiva de g¨¦nero. ?De g¨¦nero? ?La acera? De hecho, lo que quer¨ªa decir era mucho mejor: una acera ¡ªuna convivencia¡ª ¨²til a las diferentes etapas de vida, al margen del g¨¦nero.
La primera intervenci¨®n popular fue un poema: cada vez que salimos de casa nos sentimos agredidos, dijo muy serio un vecino, por otro lado, excelente persona, que lo conozco de encontrarnos en el barrio. El espacio p¨²blico no es, ni puede ser, el sal¨®n de casa, no tiene el mismo grado de confort. Y por eso, porque la incomodidad m¨ªnima es intr¨ªnseca, porque hay otros usos y otras gentes, por eso no se puede calificar a la ligera. Y aqu¨ª es donde el discurso que se est¨¢ abriendo paso ¡ªes el sustento de la nueva pol¨ªtica municipal¡ª hace da?o, porque precisamente peca de desmemoria y desconocimiento. La ciudad es un artefacto que evoluciona de a poco, como la deriva de un barco enorme y pesado, y est¨¢ bien que el norte sea una humanizaci¨®n de las prestaciones urbanas, cosa que incluye el entorno y los servicios, la convivencia en definitiva, la manera de vivir que la ciudad nos permite. Hacer la ciudad m¨¢s humana deber¨ªa ser el punto uno de cualquier programa municipal y, en Barcelona, lo ha sido desde la democracia.
Le¨ªa hace poco la descripci¨®n negativa de Barcelona en la pluma de un arquitecto comprometido, David Bravo, un art¨ªculo lleno de t¨®picos que no coinciden con la realidad pero que crean un imaginario de ciudad despiadada, de ciudad comida por el coche y la especulaci¨®n y la soledad. ?Este hombre sosten¨ªa que fue un error construir las Rondas cuando las inversiones ol¨ªmpicas, que eso era someterse a la l¨®gica del coche! Despu¨¦s, claro, los vecinos de Les Corts dicen que no quieren el macro-parking del recinto del Bar?a: si vinieran de Mollerussa, aplaudir¨ªan.
Esta descripci¨®n negativa prepara muy bien el terreno para que la nueva pol¨ªtica sea saludada como una epifan¨ªa, pero crea ciudadanos ego¨ªstas que no soportan en su acera ni un perro, ni un ruido, ni una mota de polvo, nada, porque son ellos los reyes del barrio, el centro del universo municipal, del urbanismo de las personas. El espacio p¨²blico es conflicto de baja intensidad entre intereses contrapuestos: es compartir espacio, entrelazar pr¨¢cticas. Eso es lo que se estaba inoculando en Barcelona con una pedagog¨ªa suave, con un discurso en positivo, de ciudad que se va haciendo humana desde y para sus aceras. Las que, todos juntos, comentamos en el Consell de Barri. Para mejorarlas.
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