De Euskadi a El Roc¨ªo, en un carro tirado por mulas
Cuatro jubilados de Llodio (?lava) cruzar¨¢n Espa?a durante 45 d¨ªas y noches para cumplir su sue?o de visitar la romer¨ªa de El Roc¨ªo. Ensayar¨¢n la Salve rociera por el camino
Podr¨ªa ser el cartel de una nueva entrega de Ocho apellidos vascos. Pero tambi¨¦n el de un largometraje de inquietante ciencia ficci¨®n. La imagen no es para menos: cuatro jubilados de Llodio (?lava), a bordo de una carreta tirada por dos mulas, est¨¢n decididos a recorrer casi 1.000 kil¨®metros por carretera, atravesando de norte a sur la Pen¨ªnsula para llegar a la romer¨ªa de El Roc¨ªo. Es una estampa con tintes cinematogr¨¢ficos en la que hubiera encajado el gran Fernando Fern¨¢n G¨®mez dando gritos a las mulas, pero es 100% real pese a desarrollarse en 2016: ¡°Nos hacen v¨ªdeos cuando vamos por la carretera¡±, reconocen. Son Andr¨¦s Gamilla, Jos¨¦ Ram¨®n Larisgoitia, Adolfo Guerrero y Pedro Zayas. El m¨¢s joven tiene 61 a?os y el menos 71. Han estado a?os barruntando la aventura ¡°de amistad¡± que les va a llevar, si no hay contratiempos, hasta la aldea de El Roc¨ªo. Les dar¨¢n a las mulas el primer arre el d¨ªa uno de abril y a partir de ah¨ª "todo para abajo", se r¨ªen.
Van solos, pero no lo estar¨¢n a lo largo de todo el camino. En Andaluc¨ªa estar¨¢n bien arropados. All¨ª les espera, por ejemplo, la Hermandad de Lucena (C¨®rdoba). ¡°Si es que llegamos¡±, matizan. Les asaltan algunas dudas, como es normal. ?C¨®mo imaginan el rush final, los ¨²ltimos metros levantando el polvo hacia la entrada de la ermita? ¡°No nos sabemos ni la Salve, pero llevamos una grabaci¨®n para ensayar por el camino. Tampoco bailamos sevillanas¡ , pero somos gente cachonda, con mucho humor, y hemos viajado por el mundo, as¨ª que nos adaptamos a todo tipo de ambientes". Sello vasco para la peregrinaci¨®n m¨¢s famosa de Espa?a, que re¨²ne cada a?o a cerca de un mill¨®n de personas en esta localidad onubense.
La cuadrilla de jubilados es miembro de la hist¨®rica Cofrad¨ªa de San Roque (1599) y, tras la jubilaci¨®n del ¨²ltimo integrante del equipo, decidieron sacar a pasear el estandarte, que ¡°llevaba muchos a?os quieto en la ermita¡±. As¨ª que se pusieron manos a la obra. Compraron en Tafalla, Navarra, un carromato. No uno cualquiera, uno con curr¨ªculum: ¡°Ha ido hasta Santiago dos veces¡±, se?alan. Siguiente paso, los animales, indispensables para su aventura: ¡°Todos nos aconsejaban que compr¨¢ramos unas mulas porque los caballos se rajan¡±, contin¨²an. Entonces llegaron las primeras dificultades, porque ¡°no hay cultura y tampoco oferta¡±. Buscando soluciones se plantaron en Sahag¨²n, Le¨®n, donde finalmente compraron la pareja de animales.
No fue tarea f¨¢cil domar a las mulas
Claro que domarlas ha sido otro cantar: ¡°Nos ha costado, es una empresa dif¨ªcil¡±, reconocen. De vuelta al pueblo, unos vecinos les cedieron un solar cercano que pronto se convirti¨® en su centro de operaciones. Esta parcela les ha servido de campamento base para aprender a atarlas, hacer rutas para familiarizar a los animales con trenes, camiones, ruidos¡ En definitiva, con todo lo que les espera en el camino hacia Huelva. La planificaci¨®n de la ruta ha sido exhaustiva. Vetadas autopistas y todo tipo de v¨ªas r¨¢pidas, ?por d¨®nde viajar en carro? Pues por ¡°ca?adas reales de ganado¡±. Es m¨¢s, durante cerca de a?o y medio uno de ellos ha supervisado el recorrido, con comprobaciones in situ. Rigor y seguridad ante todo, han medido incluso algunas pasarelas que encontrar¨¢n en el viaje para verificar que podr¨¢n atravesarlas teniendo en cuenta la altura de la capota. Y es que nada puede quedar a la improvisaci¨®n: las se?ales de tr¨¢fico se adaptan a los veh¨ªculos modernos, pero no a los pret¨¦ritos.
Tampoco pueden permitirse el lujo de equivocar el trazado: ¡°No podemos dar marcha atr¨¢s como con el coche¡±. Sin embargo, experiencia no les falta; uno de los cuatro aventureros es mec¨¢nico, otro conoce de cerca el mundo de la h¨ªpica. Los otros dos ser¨¢n los encargados de la intendencia en un viaje en el que ya han invertido entre 12.000 y 14.000 euros: ¡°Nuestras mujeres est¨¢n al corriente, pero ya nos dicen que no toquemos demasiado la cartera¡±.
Llevan el recorrido medido de forma milim¨¦trica
Con todo listo, solo resta esperar el gran d¨ªa: el uno de abril. Entonces cortar¨¢n la cinta y emprender¨¢n camino, pero solo tras la despedida oficial que en Llodio preparan para ellos a mediod¨ªa. Por delante, 45 d¨ªas y 45 noches de viaje. Seg¨²n sus c¨¢lculos, har¨¢n una media de 30 kil¨®metros al d¨ªa. ¡°Sin estr¨¦s¡±, dicen estos cuatro amigos, que han dividido el trayecto en 29 etapas: ¡°Vamos a salir con bastante antelaci¨®n. Que podamos parar si nos pilla una tormenta¡ Adem¨¢s, haremos un descanso cada cinco d¨ªas¡±. Sin prisa, pero sin pausa. ¡°Tenemos la voluntad firme de llegar¡±, aseveran, ¡°pero no es como andar en bicicleta, que si se te rompe la cadena la puedes cambiar. Como se rompa la mula..."
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.