Nunca sabes lo que te tocar¨¢ vivir
Perdida el alma europea, se impone la pulsi¨®n del repliegue. Y cada Estado busca refugio en las viejas reliquias del nacionalismo m¨¢s tradicional
1. Andr¨¦ Glucksmann cuenta en Una rabieta infantil como el 26 de junio de 1979, Raymond Aron y Jean Paul Sartre, despu¨¦s de treinta a?os de enemistad se presentaron juntos al El¨ªseo para pedirle al presidente Giscard d¡¯Estaing que interviniera para salvar a los boat people, los vietnamitas que arriesgaban su vida en el mar para huir del nuevo r¨¦gimen comunista. Giscard les escuch¨® atentamente y provoc¨® la m¨¢s absoluta perplejidad cuando les pregunt¨®: ¡°?Por qu¨¦ huyen?¡± Al salir del decepcionante encuentro ¡ªtodo lo que hizo Giscard fue ofrecer mil visados¡ª, en la escalinata del Palacio, Aron le dijo a Glucksmann: ¡°Han olvido que la historia es tr¨¢gica¡±. Y, ya en el coche, Sartre expres¨® la misma sensaci¨®n, ¡°aunque en t¨¦rminos m¨¢s vivaces, m¨¢s terrenales y m¨¢s hirientes¡±. ?Lo han olvidado o no quiere saberlo?
Los tiempos cambian. La figura del intelectual comprometido, tan francesa por otra parte, ha deca¨ªdo, sustituida por el experto (portador de la verdad cient¨ªfica que hace in¨²til el debate pol¨ªtico) o por la estrella medi¨¢tica, a la que los l¨ªderes acuden reverencialmente pensando que as¨ª se ganan el favor del p¨²blico. Pero si en alguna de las grandes canciller¨ªas europeas pudiera darse una visita de este calibre para recordarle al gobernante correspondiente que los refugiados sufren y mueren, podr¨ªa saldarse con una respuesta parecida a la de Giscard. La p¨¦rdida del sentido tr¨¢gico deshumaniza la pol¨ªtica. Entre las cosas que hay que reprochar a la modernidad es haber alimentado la idea del progreso inexorable de la historia hacia el happy end, habernos proyectado en un horizonte teolol¨®gico que permit¨ªa convertir las peores atrocidades en astucias de la raz¨®n o simples tropiezos en el camino.
La pol¨ªtica democr¨¢tica ha perdido definitivamente el alma al entregar la legitimaci¨®n a los expertos ¡ªque pretende reducir los negocios de los hombres a fen¨®menos de la naturaleza¡ª negando las contradicciones de la vida en sociedad, que dan sentido a la democracia. Y s¨®lo desde la arrogancia del saber t¨¦cnico se pueden imponer pol¨ªticas salvajes de austeridad, capaces de provocar enormes fracturas en la sociedad, sin inmutarse. ?Por qu¨¦ se sienten mal los que han perdido la mitad de su salario? ?Por qu¨¦ huyen los refugiados? Cuando se pierde el sentido tr¨¢gico de la historia, la humillaci¨®n se convierte en modo natural de la pol¨ªtica. Avishai Margalit nos recordaba que una sociedad decente es aquella en que los gobernantes no humillan a los ciudadanos. El trato a Grecia durante las negociaciones de 2015 y el intento, condenado al fracaso, de deportaci¨®n de refugiados a Turqu¨ªa quedar¨¢n como iconos de esta incomprensi¨®n del mundo que Aron y Sartre denunciaban. China ha pasado del comunismo al capitalismo de estado sin conceder un breve par¨¦ntesis a la democracia. ?Es esta nueva forma de despotismo asi¨¢tico nuestro destino?
2. La ciudadan¨ªa est¨¢ salvando el honor de la democracia. El novelista Pierre Maertens transcribe en un art¨ªculo la emocionante reacci¨®n de un ciudadano belga que estaba en el aeropuerto en el momento del atentado del martes: ¡°Nunca sabes lo que te tocara vivir¡±. Es una profunda expresi¨®n del sentido tr¨¢gico de la vida que tanto se echa de menos en los dirigentes pol¨ªticos. Algunos dir¨¢n que es pura resignaci¨®n. Todo lo contrario afirma Maertens: es una manera sabia, ni hist¨¦rica ni fatalista, de responder al odio, al fanatismo y a la traici¨®n.
Perdida el alma europea, se impone la pulsi¨®n del repliegue. Y cada Estado busca refugio en las viejas reliquias del nacionalismo m¨¢s tradicional. Incapaces de levantar el vuelo juntos, cada cual vuelve a su nido. Es el contrario de la reacci¨®n del personaje de Maertens que sabe que la historia no encierra promesa alguna: s¨®lo la experiencia, este dif¨ªcil encuentro del sujeto con el otro, con la vida. En el ensimismamiento nacional, la cooperaci¨®n no funciona, cada cual quiere combatir a Daesh por su cuenta, los muros f¨ªsicos y mentales crecen, en mi casa que no entren los refugiados. Y as¨ª Europa se va desplomando poco a poco. El 13 de noviembre pasado, Fran?ois Hollande declar¨® que Francia estaba en guerra contra el Estado isl¨¢mico. ?Y Europa d¨®nde queda? Un manifiesto de personalidades franco-alemanas pide a Merkel y Hollande que hagan frente a la descomposici¨®n de Europa. Me temo que quedar¨¢n tan decepcionados como Aron y Sartre.
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