Un hogar en mitad de la nada
Una familia rumana de siete miembros se instala en un solar vac¨ªo mientras el PP denuncia la proliferaci¨®n de este tipo de asentamientos
¡°Por la noche hace mucho fr¨ªo¡±, se queja Silvia, de unos 40 a?os. Ense?a sus manos y orejas, ennegrecidas por las quemaduras que le han provocado las bajas temperaturas. En la cabeza, un pa?uelo azul, sucio y ro¨ªdo. El pelo, oscuro y largo, lo lleva recogido en una trenza grasienta. No se ducha desde hace dos meses, el tiempo que ha transcurrido desde que sali¨® de su pa¨ªs. Como ella, los siete familiares que le acompa?an. Vendieron todo lo que pose¨ªan en Teleorman, a 90 kil¨®metros de Bucarest, la capital de Ruman¨ªa, y viajaron a Espa?a en autob¨²s. Tres d¨ªas de camino y 80 euros cada uno por el trayecto. Ahora viven en un solar vac¨ªo de la calle de Miguel Yuste (distrito de San Blas) que pertenece al Sareb (la Sociedad de Gesti¨®n de Activos procedentes de la Reestructuraci¨®n Bancaria), seg¨²n consta en el Registro de la Propiedad.
En este solar yermo de 1.789 metros cuadrados, demolido en 2007, han construido seis chabolas diminutas, donde duermen, y una cocina, en la que no disponen ni de agua ni de electricidad. Fuera un sof¨¢ gris y ara?ado en el que comparten el tiempo libre, que no es mucho, porque se pasan las jornadas en la calle, rebuscando entre la basura. Entre los desperdicios han encontrado los materiales con los que construyeron, en cuesti¨®n de horas, su hogar. Unos pl¨¢sticos recubren el suelo. Es un intento desesperado por no hundirse en el lodo. En el techo, unos toldos impiden que se filtre la lluvia. Pero el agua siempre encuentra un camino.
La situaci¨®n se suma al hambre que padecen. ¡°Tampoco ten¨ªamos qu¨¦ comer en Ruman¨ªa¡±, explica sin perder la sonrisa Elena, de 26 a?os y tres hijas. La m¨¢s peque?a, Drina, de tres a?os, fue atropellada hace uno por un cami¨®n. La ingresaron durante cuatro semanas en un hospital, que les factur¨® 3.000 euros. Han venido a Espa?a para conseguir el dinero. Sin casa ni conocidos que les alojen, han creado en este erial su hogar. En Madrid hay otros asentamientos, en los que viven 1.278 personas, 777 de ellas de nacionalidad rumana, seg¨²n fuentes municipales.
Otro grupo de sin techo ha hecho del parque de Antonio Pirala, junto a la plaza de toros de Las Ventas, su casa. Intentan ganar alg¨²n dinero ofreci¨¦ndose a limpiar los cristales de los coches que pasan por la M-30. El PP sostiene que en los ¨²ltimos tiempos han proliferado este tipo de ¡°asentamientos ilegales¡±, raz¨®n por la que han pedido tratarlo en un pleno extraordinario que se celebrar¨¢ el 4 de mayo. Para los populares, el aumento de estos campamentos, que ¡°ya se pueden encontrar en todos los distritos de la capital¡±, son un ¡°problema social¡±. Argumentan que este hecho genera insalubridad e inseguridad.
Marta Higueras, concejal de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, subraya que el Ayuntamiento conoce ¡°cada uno de los asentamientos ilegales¡± y a las personas que est¨¢n viviendo en ellos. La edil ha explicado a EL PA?S que el Samur Social visita peri¨®dicamente estos espacios y se tiene conocimiento de todo lo que ocurre. ¡°Queremos erradicar esas precarias condiciones de vida. (Estas personas) no viven en chabolas porque les guste, sino porque tienen unas condiciones complicadas¡±. Higueras comenta que la soluci¨®n no solo pasa por facilitar una vivienda, sino por ofrecerles un acompa?amiento social. ¡°No queremos quitar unas chabolas para crear un tipo de chabolismo en altura¡±. Higueras resalta, adem¨¢s, que hay diferentes tipos de asentamientos y que cada caso debe ser estudiado de forma individual. Algunos se levantar¨¢n por causas de salubridad, otros porque hay procesos abiertos para reubicarles y, en algunos casos, por causas de seguridad, como aquellos que se han construido sobre los t¨²neles del AVE.
Sin hablar espa?ol
Para Alex, uno de los residentes en el asentamiento de la calle de Miguel de Yuste, no es la primera vez que pisa Madrid. Viene y va constantemente desde hace tres a?os. Sin embargo, apenas habla unas palabras en espa?ol. Como su familia, se gana la vida recogiendo objetos que ya no quiere nadie en la basura. Los transportan hasta el solar que ocupan en carritos de la compra. A veces consiguen atestarlos de cosas, como en esta ocasi¨®n Mario, pantalones vaqueros sucios y zapatillas deportivas rotas. Como el resto de sus familiares, tiene un m¨®vil. Lo usa, por ejemplo, para llamar a Cosmin, un conocido que tiene cami¨®n propio con el que les ayuda a llevar los sacos de papeles y la chatarra a plantas de reciclaje, como la de Vic¨¢lvaro. Es una de las v¨ªas para conseguir dinero.
La otra f¨®rmula es la que han seguido Said y su compa?ero, ambos de origen marroqu¨ª. Pasean alrededor de las casetas del solar, entre charcos, buscando alg¨²n objeto que les pueda servir para reparar y luego vender en el mercado de segunda mano. Hay amontonadas cacerolas, electrodom¨¦sticos viejos, trozos de hierro, libros, cartones y peri¨®dicos. Los compradores se llevan una cafetera antigua, un secador y un despertador con reloj. Apenas han pagado unos euros por ello. Con ese dinero, los miembros de esta comunidad particular tienen que mantenerse y ahorrar para regresar a su pa¨ªs.
Por el camino se habr¨¢n dejado los 800 euros que pagaron a un compatriota para habitar el piso que este hab¨ªa ocupado en el distrito de San Blas. ¡°Pagamos, pero nos peleamos y nos ech¨® de la casa¡±, explica Alex. El due?o del cami¨®n, Cosmin, que hace de traductor improvisado, subraya que existen verdaderas mafias y que el de esta familia no es un caso aislado. Afirma que los residentes del solar no quieren meterse en problemas con esta gente, que son pac¨ªficos y que por eso se mudaron. Viven sin miedo a pesar de que la polic¨ªa ya ha acudido dos veces al asentamiento. "Nos dijeron que si no molest¨¢bamos a nadie y manten¨ªamos la calle limpia, no habr¨ªa problemas". Antes de subir al cami¨®n, aparcado en el fango, Cosmin da su veredicto: ¡°Son buena gente. No tienen amigos aqu¨ª porque en Espa?a los gitanos no est¨¢n bien vistos, pero la gente se equivoca con ellos".
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