Una madre traficada: ¡°Quiero que todo el mundo conozca mi historia¡±
Una sentencia devuelve la tutela a una mujer victima de trata que estuvo dos a?os separada de su hijo
Laura no se quita la chaqueta azul. Tampoco deja el bolso, ni se sienta c¨®modamente. Aunque lo cuente con monos¨ªlabos, a girones, pasando del ingl¨¦s al espa?ol, y se le quede a ratos la boca pastosa, ha tomado una decisi¨®n. ¡°Quiero que todo el mundo conozca mi historia¡±, dice esta mujer, de 29 a?os, nigeriana. Una juez le ha devuelto la tutela de su hijo, de 9 a?os, del que lleva separa dos a?os: el tiempo aproximado que hace que lleg¨® a Barcelona, v¨ªctima de trata de seres humanos, y la Generalitat declar¨® el desamparo del menor.
La historia casi siempre empieza igual: amigos de amigos de amigos se acercaron a Laura y le ofrecieron El Dorado: viajar a Espa?a. Fueron seis a?os de desiertos, noches al raso y paradas intermedias. ¡°No fue algo bueno. Iba con desconocidos, algunas veces camin¨¢bamos, otras cog¨ªamos furgonetas¡ Com¨ªamos poco, y como mucho pan, galletas o leche¡±, resume. Si se le pregunta si padeci¨® abusos durante el viaje, lo zanja con un ¡°s¨ª¡±. Cuando lleg¨® a Marruecos, la pusieron a ejercer la prostituci¨®n, a la espera de cruzar el Estrecho. ¡°No tuve ninguna oportunidad de decir que no¡±.
Laura no quiso dejar fuera su hijo de su aventura, que en ning¨²n caso le hab¨ªan explicado que pasar¨ªa por la explotaci¨®n sexual. Cuando lleg¨® a Andaluc¨ªa, la Cruz Roja fue la primera en tratar de corroborar el parentesco entre ella y el menor, tanto por la actitud de una madre desconfiada y temerosa, como por la carencia de documentos que lo acreditasen. Una situaci¨®n que se repiti¨® en Catalu?a.
En noviembre de 2012, la Direcci¨®n General de Atenci¨®n a la Infancia y a la Adolescencia (DGAIA) le retir¨® provisionalmente la custodia porque apreci¨® declaraciones contradictorias de la madre sobre datos del menor, e incluso cuestion¨® los v¨ªnculos afectivos. En 2016, declar¨® definitivamente el desamparo. Se tuvo en cuenta ¡°la posible vinculaci¨®n de la madre a una red de explotaci¨®n sexual¡±, la situaci¨®n administrativa irregular, la falta de informaci¨®n y los d¨¦ficits en el cuidado del ni?o, entre otros, seg¨²n recoge la sentencia.
Laura por entonces hab¨ªa pasado dos meses enteros sin ver a su hijo. Poco a poco, logr¨® visitarlo una vez cada 15 d¨ªas, hasta llegar a un encuentro semanal. La declaraci¨®n definitiva de la DGAIA llevaba aparejada el acogimiento en familia ajena, lo que supon¨ªa interrumpir esas visitas de madre e hijo para facilitar la adaptaci¨®n del menor a su nuevo hogar.
¡°En muchos casos, juega en contra que la persona sea v¨ªctima de trata de seres humanos. Es un escenario muy complejo. Pero una situaci¨®n de riesgo no tiene por qu¨¦ conllevar el desamparo¡±, critica Sandra Camacho, abogada de la ONG Sicar, que ayud¨® a Laura a defender en los juzgados su derecho a la tutela, junto con el abogado Albert Par¨¦s. ¡°?D¨®nde est¨¢ el derecho a vivir en familia? Si se hubiese estudiado a fondo, con declarar una situaci¨®n de riesgo hubiese sido suficiente¡±, lamenta Par¨¦s.
Ambos critican que la DGAIA utiliza la brocha gorda en los casos de trata, y act¨²a de manera estandarizada, retirando al primer indicio la tutela, sin tener en cuenta las necesidades de esas madres. ¡°Para nosotros la prioridad es el bienestar del menor¡±, argumenta Joan Mayoral, subdirector general de la DGAIA. Algo que Par¨¦s ve como una ¡°excusa¡± para no actuar de manera correcta.
Mayoral admite que la DGAIA no tiene identificada la trata como un ¨ªtem en su sistema de informaci¨®n, lo que impide establecer estad¨ªsticas fiables. ¡°Pero de los 15.000 expedientes abiertos en la actualidad, solo ocho o nueve son de v¨ªctimas de trata menores de edad o de hijas de v¨ªctima¡±, dice. Y se?ala que a pesar de los entre 1.500 y 1.800 casos de desamparo que dictan al a?o, ¡°el porcentaje de revocaci¨®n es muy bajo¡±.
En teor¨ªa, la prostituci¨®n no es causa de desamparo. Tampoco ser v¨ªctima de trata. Pero los prejuicios sobre una mujer, negra y explotada sexualmente caen como una losa, cuenta Teresa Fern¨¢ndez, de la asociaci¨®n de derechos humanos Women?s Link. ¡°Las mujeres que llegan tratadas desde Nigeria tienen una nula autonom¨ªa reproductiva. Las decisiones sobre salud sexual y reproductiva son de los tratantes¡±, se?ala. Tanto ella como Par¨¦s y Camacho coinciden en que ¡°hay que analizar la situaci¨®n desde una perspectiva de los derechos humanos, dejar de lado los prejuicios y estereotipos de qu¨¦ es ser una buena madre, y dotarlas de una posibilidad de salir de la red, pudiendo acceder a un trabajo y a recursos psicol¨®gicos de todo tipo¡±.
Laura est¨¢ irregular en Espa?a. Despu¨¦s de decidir que no quer¨ªa seguir prostituy¨¦ndose y negarse a pagar la deuda a sus explotadores, algo que la somete a ella y a su familia a amenazas constantes, ha hecho cursos como empleada del hogar, y toma clases de castellano y de catal¨¢n. Sicar la est¨¢ ayudando en la tramitaci¨®n de los permisos de residencia. Pero Laura no ha vuelto a trabajar, un elemento que puede poner en peligro esa recuperaci¨®n de la tutela, que no es inmediata. Durante tres meses, madre e hijo se van a someter a un proceso, controlado, de adaptaci¨®n.
¡°Tengo miedo por los documentos y tengo miedo de la polic¨ªa¡±, admite esta mujer joven, con pelo negr¨ªsimo que hace que luzcan m¨¢s blancos sus pendientes de perla. ¡°Mucha gente no sabe por qu¨¦ la gente viene a Europa, espero que al leer mi historia, lo entiendan, que entiendan el sufrimiento que supone¡±, dice. Espa?a no es lo que ella imaginaba. Aqu¨ª ha sido explotada sexualmente, maltratada, separada de su hijo¡ Ha tenido miedo de la polic¨ªa y ha desconfiado hasta de su sombra, hasta que poco a poco, y con much¨ªsima ayuda no gubernamental, ha empezado a salir de la red. Y aun as¨ª, considera que ¡°est¨¢ bien¡± si compara su vida con la que ten¨ªa en Nigeria. Su consejo para quien quiera seguir sus pasos es claro: ¡°Europa no es f¨¢cil, take it easy [t¨®matelo con calma]¡±.
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