¡°En la exURSS vivimos hoy con las ratas que salieron de nuestra alma¡±
La Nobel bielorrusa Svetlana Alexi¨¦vich visita Barcelona para hablar desde la cat¨¢strofe de Chern¨®bil a la guerra de Afganist¨¢n
Quiz¨¢ el gran secreto de la Nobel bielorrusa Svetlana Alexi¨¦vich (1948) est¨¦ ah¨ª, en una voz de cadencia pausada, de movimientos m¨ªnimos, un punto hier¨¢tica, que acaba cogiendo de la mano a su interlocutor hacia la confesi¨®n m¨¢s ¨ªntima, y que le permite soltar frases de una acid¨ªsima profundidad, como quien susurra una tranquila confidencia m¨¢s. ¡°Hoy, en los pa¨ªses de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica hemos de convivir con las ratas que salieron de nuestra propia alma¡±. Lo ha dicho este viernes a su llegada a Barcelona, donde este s¨¢bado en la antigua f¨¢brica de Fabra i Coats, en la feria Literal de ideas y libros radicales, y el mi¨¦rcoles en el CCCB, en el marco de Kosm¨®polis, hablar¨¢ desde la cat¨¢strofe de Chern¨®bil a la guerra de Afganist¨¢n, pasando por la Rusia de ayer y hoy y del fin del sue?o comunista, que ha dejado en un irrepetible friso de polif¨®nicas cr¨®nicas noveladas.
¡°Cada persona ten¨ªa enterrada en su interior un monstruo que la dictadura no dejaba aflorar; no ten¨ªamos ni idea de qu¨¦ era la libertad ni tampoco el poder; so?¨¢bamos con un socialismo de rostro humano y no est¨¢bamos preparados para el mundo ultracapitalista de hoy; nadie sab¨ªa construir una sociedad socialdem¨®crata; y ahora ese poder ha sido tomado por ladrones y asesinos; hoy en Rusia y en mi Bielorrusia reinan los ladrones: los oligarcas vuelven al poder porque no quieren perderlo; los l¨ªderes de la Perestroika han salido totalmente fracasados y enga?ados¡±, resumi¨® una Alexi¨¦vich que se reconoci¨® ¡°cansada de m¨ª misma¡±, quiz¨¢ porque lleva ocho meses de gira continua por medio mundo desde que ganara el Nobel, pero tambi¨¦n por esos 30 a?os dedicados a esa particular enciclopedia de la utop¨ªa roja en cinco libros que en Espa?a publican entre Debate, Acantilado y Raig Verd (en catal¨¢n).
La base de esa obra que es ¡°un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo¡±, seg¨²n la Academia sueca, son las personas y lo que consigue la escritora que le cuenten. Con su testimonio no hay secretos de la vida humana para ella. ¡°Las personas son el abono, el verdadero material de la Historia, pero casi nunca oyes esas voces; cada persona tiene derecho a no desaparecer sin dejar rastro y a encontrar un sentido a su vida¡±. Y Alexi¨¦vich llega a ellos a trav¨¦s de una inimitable y dificil¨ªsima mezcolanza entre el periodismo, ¡°que es el tiempo y las fechas y los datos concretos¡±, y la literatura, ¡°que trata y es el misterio del alma, de la vida humana; hay que salir del periodismo banal¡±, reclama. Con Dostoievski y Valam Shal¨¢mov (Relatos de Kolim¨¢) en su altar de los referentes, defiende que ¡°sin esa polifon¨ªa es imposible ver la verdad; debemos intentar cubrir todo el territorio de nuestra vida, hemos de reflejar todo un pueblo, no una sola voz; hay que poder escuchar diversas edades, profesiones, geograf¨ªas... Cada persona no es un documento per se; s¨®lo el conjunto de todo ello conforma la verdad¡±.
Con esa particular alquimia ha gestado libros como Voces de Chern¨®bil (m¨¢s de 27.000 ejemplares vendidos ya solo en castellano), sobre la cat¨¢strofe nuclear de la que se cumplen ahora 30 a?os. Subyace en su discurso la lucha loca del ser humano que se cree omnipotente y omnisciente. ¡°Me parece una triste met¨¢fora de que ni con la m¨¢s alta tecnolog¨ªa el hombre puede ganar la guerra contra la naturaleza¡ ¡¯T¨² me creaste pero yo te matar¨¦ porque yo soy m¨¢s perfecto que t¨²¡¯, tambi¨¦n nos dice el robot¡ En las primeras semanas se enviaron soldados a la zona afectada de Chern¨®bil pero no ten¨ªa sentido: no se puede disparar contra la radiaci¨®n; era un mal nuevo, no se pod¨ªa tocar una flor, ni ba?arte en el r¨ªo¡ Una esposa de un bombero que fue de los primeros en acudir a la cat¨¢strofe, sin protecciones, me cont¨® que el m¨¦dico le dijo: ¡®No puedes tocarle, ni besarle, ni acercarte a ¨¦l; ya no es una persona sino un objeto peligroso que se ha de desactivar¡¡¯¡±.
?C¨®mo consigue Alexi¨¦vich que le cuenten esas historias? ¡°Mi gran pulso es que me hablen con un idioma humano; me acerco a ellos como si fuera un vecino suyo, como uno de los personajes de Los hermanos Karam¨¢zov¡ Cada persona tiene un cofre en su interior, donde guarda todo lo que ha le¨ªdo, escuchado o visto y de todo ello sale una verdad nueva; t¨² has de intentar abrir ese cofre y superar prejuicios y t¨®picos, como los que al principio me contaban los soldados que fueron a la guerra de Afganist¨¢n¡±, dice en relaci¨®n a Los muchachos de zinc. Por eso ha dado m¨¢s protagonismo a las mujeres (La guerra no tiene rostro de mujer), quiz¨¢ por las historias que ya de peque?a o¨ªa en el pueblo de su abuela, porque eran las ¨²nicas que quedaban para contarlo, en buena parte. ¡°Los hombres intentan justificar las guerras; las mujeres, casi nunca: ellas ven los p¨¢jaros muertos o los campos inf¨¦rtiles, tienen una visi¨®n m¨¢s natural de las cosas¡±. Pero hubo dos temas siempre tab¨². Uno era las violaciones de guerra: ¡°Fue una generaci¨®n muy casta y el sexo era entonces para el amor para toda la vida; si insist¨ªas en esos temas, se callaban¡±. El otro era Stalin: ¡°Lo aceptaron como el precio de la victoria porque el enemigo tambi¨¦n era terrible¡±.
Subyace ah¨ª el miedo de la sociedad sovi¨¦tica, a¨²n hoy latente. ¡°Est¨¢ inoculado en varias generaciones y persiste a¨²n; el miedo es un controlador, un inspector eterno en la sociedad exsovi¨¦tica¡ Y eso explica que la gente no salga a¨²n hoy a la calle, por miedo a perderlo todo¡, pero, claro, as¨ª el sentido de comunidad desaparece tambi¨¦n¡±.
Dice Alexi¨¦vich que ella no tiene miedo de nada, quiz¨¢ con la ¨²nica excepci¨®n a lo que tambi¨¦n temieron los intelectuales de los a?os 30 en Alemania: ¡°El miedo a que no reaparezca el fascismo; todo el mundo lleva un trocito de Putin en su interior, existe un Putin colectivo¡ El socialismo no es malo, lo fue su aplicaci¨®n rusa¡ Pero Rusia, hoy, a¨²n no sabe si es Europa o Asia, siempre ha necesitado de una superidea mesi¨¢nica y ahora es la de salvar al mundo ruso y sus esencias y a Europa de su degradaci¨®n moral. ?Pero de qu¨¦ ha de salvar Rusia y a qui¨¦n? Hay quienes creen que Putin es, incluso, demasiado d¨¦bil con EE UU o con temas como la homosexualidad¡±, dice verbalizando su El fin del Homo Sovieticus.
Acabada su particular enciclopedia sobre la antigua exURSS (¡°ya he dicho todo lo que ten¨ªa que decir sobre esa idea comunista que empez¨® tan bonita y termin¨® en un ba?o de sangre¡±), pregunta y trabaja ahora, incansable a pesar de su rostro y sus gestos algo laxos, en el amor. ¡°El amor y la muerte: no hay nada m¨¢s importante para una persona¡±, dice. Y si es as¨ª, ella conseguir¨¢ que lo expliquen.
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