El proyecto de La Castellana

Los grandes proyectos de renovaci¨®n urbana en Madrid han provocado hist¨®ricamente cr¨ªticas reaccionarias, desde la Gran V¨ªa a Madrid R¨ªo. En ese marco quiero referirme al proyecto de Prolongaci¨®n de La Castellana. No podemos renunciar al eje estrat¨¦gico de Madrid, emocional y funcional, que constituye una marca de identidad. Par¨ªs prolonga los Campos El¨ªseos y Barcelona la Diagonal hasta el mar. Al contrario de los ensanches, no avanza en un territorio por conquistar sino en otro de mayor inter¨¦s, un enclave aislado, degradado y desbordado por la propia ciudad.

?La buena noticia es que nadie duda de que haya llegado el momento de afrontarlo.

El inter¨¦s del proyecto viene, por un lado, de la escala local, de las necesidades de los vecinos colindantes y, por otro, de la escala urbana metropolitana. Las referencias y los modelos son ciudades fuertes como Londres, Paris o Berl¨ªn, y ciudades amables como ?msterdam o Copenhague, y todas comparten la necesidad de grandes proyectos y estrategias.

Ahora se pone en cuesti¨®n el proyecto presentado por Distrito Castellana Norte en 2015. Un proyecto de iniciativa privada y control y participaci¨®n p¨²blica a trav¨¦s de un consorcio de las tres administraciones, y t¨¦cnicos municipales trabajando conjuntamente con grandes equipos de profesionales de muchas disciplinas.

Un proyecto sustentado en el planeamiento vigente y en principios de sostenibilidad con una decidida apuesta por la movilidad blanda y el transporte p¨²blico, con una extraordinaria participaci¨®n ciudadana, en que se han incorporado multitud de sugerencias de los vecinos. Se aborda en el proyecto la responsabilidad de un espacio como Chamart¨ªn, sobre el crecimiento econ¨®mico y la competitividad de Madrid.

Pero se trata de un proyecto complejo y dif¨ªcil de comunicar, m¨¢s a¨²n en tiempos de incertidumbre y desconfianza generalizada.

Ahora el Ayuntamiento ha presentado una alternativa realizada internamente, sin la participaci¨®n de los propietarios de suelo y el resto de administraciones, a¨²n sin soporte legal ni econ¨®mico, pero comunicada de manera clara y sencilla, donde todo se hace cercano.

En esta propuesta se reduce el n¨²mero de viviendas y oficinas, y con ello los equipamientos y las zonas verdes, todo m¨¢s peque?o. Aparenta ser m¨¢s f¨¢cil y cre¨ªble, pero a costa de renunciar a asuntos fundamentales en un proyecto de ciudad, como la propia Castellana, la renovaci¨®n de infraestructuras obsoletas o la nueva l¨ªnea de metro, cambiando adem¨¢s la imagen de las torres por un pol¨ªgono industrial.

Sin embargo, hay otros elementos positivos de esa propuesta municipal que podr¨ªan incorporarse al proyecto. Se trata de hacer entender que es tangible, concreto y que las fases y plazos se adec¨²an, en el caso de las grandes infraestructuras, al inter¨¦s p¨²blico.

No debemos renunciar a los valores expresados y la ambici¨®n y visi¨®n de largo alcance: se trata de la prolongaci¨®n de La Castellana sobre el Nudo Norte y la inversi¨®n en infraestructuras como el Canal de Isabel II, el traslado de la EMT y el cubrimiento parcial de las v¨ªas para recuperar el Parque Central.

Hoy nadie pone en duda que la densidad urbana es positiva. Una ciudad global, mixta, compleja y de servicios avanzados necesita masa cr¨ªtica para generar un ¨¢mbito de sostenibilidad, oportunidades y creatividad.

El Ayuntamiento y DCN tienen el reto de impulsar ese proyecto colectivo, participado por todas las administraciones y la inversi¨®n privada, que debe ser generador de confianza y actividad, no solo econ¨®mica sino con un fuerte componente urbano, social y cultural para Madrid.

El escenario de un proyecto colectivo de esta trascendencia debe ser el marco legal que garantiza estabilidad y seguridad. Hoy ya solo es posible el acuerdo.

?Jos¨¦ Antonio Granero es arquitecto y exdecano del colegio de Madrid.