Alba Molina, el coraz¨®n sacudido
La hija de Lole y Manuel impregna de hondura Los Matinales de EL PA?S
Dicen que un flamenco no es persona hasta bien entrada la tarde, cuando las luces languidecen, las sombras se afilan y los duendes emprenden su labor de acecho y derribo. Dicen, pero no es del todo cierto. No pasaban ni 35 minutos del mediod¨ªa cuando Alba Molina Montoya alz¨® su quej¨ªo este s¨¢bado desde el escenario del Teatro Lara, esa especie de ¡°bombonerita peque?a¡± a la que tanto apego le guarda, y enseguida result¨® evidente que las emociones son compatibles con cualquier posici¨®n de las agujas del reloj. Las emociones, la contenci¨®n y el silencio, un ingrediente tan importante en la m¨²sica de Alba y en la de sus padres, los inolvidables Lole y Manuel, a los que rindi¨® tributo en esta nueva entrega de Los Matinales de EL PA?S.
¡°Tiene su cosa cantar a esta hora, y cantar estas cosas tiene su guasa¡±, sintetiz¨® casi en capic¨²a la cantaora sevillana, que adem¨¢s de artista gigantesca demostr¨® ser una oradora ingeniosa. Porque no cantaba la muchacha cualquier frusler¨ªa, sino ese manojo de versos hondos que a su padre tantas veces se le arremolinaban en torno al l¨¢piz. ¡°Dime si has mentido alguna vez / y dime si cuando lo hiciste sentiste verg¨¹enza de ser embustero¡±, enton¨® Molina en la inaugural Dime, cr¨®nica de amores finiquitados y reproches que se clavan como pu?ales.
No tardaron en aflorar los jaleos desde el patio de butacas, porque hay impulsos que resultan imposibles de aplacar. Y Alba, espont¨¢nea y pudorosa, los iba capeando todos. ¡°?Qu¨¦ arte, hija!¡±, la espolearon. ¡°?El que me han dao mi madre y mi padre!¡±, argument¨® ella.
A su vera -camisa estampada, barba tupida, dedos con propensi¨®n al v¨¦rtigo-, el trianero Joselito Acedo rasgueaba una guitarra que le hab¨ªa legado el propio Manuel, del que siempre fue aventajado pupilo. Sin clavijas en el m¨¢stil, de afinaci¨®n dificultosa y sonido embrujado. ¡°Yo es que siempre he sido fan total de Lole y Manuel¡±, avis¨® antes de atacar el primer punteo de Todo es de color (1975), un punto de inflexi¨®n irrenunciable. Cantaba Alba aquello de que en este mundo est¨¢ ¡°el cardo siempre gritando / y la flor siempre call¨¢¡±, y los ojos centelleaban en la platea como en un asenso colectivo. 41 a?os m¨¢s tarde, y para nuestra desventura, puede que las espinas le sigan ganando la batalla a los p¨¦talos.
La cantaora admiti¨® que esa canci¨®n supone para ella ¡°casi una manera de rezar¡±, pero se acongoj¨® todav¨ªa m¨¢s con la bell¨ªsima Nuevo d¨ªa: ¡°El Sol, joven y fuerte / ha vencido a la Luna, que se aleja impotente / del campo de batalla¡±. Acaso entonces el recuerdo de su padre, desaparecido en mayo de 2015, se le hizo m¨¢s v¨ªvido que nunca. La termin¨® Alba empapada en l¨¢grimas, emborron¨¢ndose el maquillaje de la cara, pidiendo disculpas al p¨²blico y recibiendo unos pa?uelos como regalo de un espectador de la primera fila.
¡°El d¨ªa que no te d¨¦ nervio subir a un escenario¡±, le insist¨ªa siempre su padre, ¡°ded¨ªcate a otra cosa¡±. Por fortuna, Alba Molina nos demostr¨® ayer que las mariposas siguen alete¨¢ndole con fuerza en el est¨®mago. ¡°Se me cambia el coraz¨®n de sitio al cantar esto¡±, resumi¨® ella, casi como quien relata una sacudida. Cosas de ser hija de Lole y Manuel: una responsabilidad colosal, una herencia muy grande.
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