?Qu¨¦ hay de nuevo, viejo?

Ma?ana de presuposiciones y de presupuestos. En las salas, en los pasillos del Parlament, nadie da pie con bola. Una conjetura dura lo que tarda en salir otra y as¨ª todo el rato. La negativa de la CUP a a votar los presupuestos de sus compa?eros de viaje a ?taca ha trastocado el orden del d¨ªa de este pleno y por eso en vez de mi¨¦rcoles hoy ha sido jueves toda la ma?ana. La sesi¨®n de control se ha visto aplazada por lo prioritario del desastre. Hoy el Govern es un coronel en la selva oscura que no tiene quien le vote. Otra vez en minor¨ªa so?ando que representa a una mayor¨ªa.

Y en minor¨ªa, es decir, triste, solitario y final, ha subido al atril Oriol Junqueras vicepresidente de Gobierno y conseller de Econom¨ªa y Hacienda. Su americana de alcalde de municipio peque?o en un mundo sobredimensionado. Al levantarse del esca?o, ha recibido el espaldarazo afectuoso, comprensivo, c¨®mplice, o quiz¨¢ compasivo, del president Puigdemont. La palma de su mano que ahora mismo no tiene mucho que firmar abierta sobre la americana de su segundo, el l¨ªder del partido rival que amenaza con devorar a los convergentes en la pr¨®xima merienda de nativos plebiscitaria. Al tiempo que Junqueras se dirige al estrado, se cruza con tres diputados cuperos que han llegado tarde. Suben las escaleras rumbo a sus esca?os en la monta?a m¨¢gica.

Le han puesto a Junqueras la megafon¨ªa a tope y la voz le retumba en el hemiciclo como un Aar¨®n en el tabern¨¢culo. Dice que ya se imagina que no saldr¨¢n adelante los presupuestos, pero que ¨¦sta es una buena ocasi¨®n para dirigirse a la ciudadan¨ªa y a los votantes de los grupos que no le van a aprobar las cuentas. Entonces suelta un discurso de casi una hora. Habla como un predicador luterano que ya ha ganado la Reforma. Pero cuando no habla, cuando acompa?a a Puigdemont por el Parlament, parecer¨ªa mejor el fraile de Robin Hood si no fuese porque los moradores del bosque de Sherwood tiran m¨¢s para la CUP. Junqueras emplea esta vez un lenguaje puramente expositivo, limpio de los silogismos de preescolar a los que tanto recurre. Es ¨¦ste un Junqueras m¨¢s pol¨ªtico que catequista. Sus figuras ret¨®ricas recuerdan a ratos los mejores momentos de los dibujos de la Warner Brothers: ¡°estamos delante de unos presupuestos expansivos en estas magnitudes, los primeros presupuestos expansivos, los primeros presupuestos expansivos [sic.], los primeros presupuestos realmente expansivos, los primeros presupuestos realmente muy expansivos...¡±. Cuando lee los ep¨ªgrafes de cada partida, toma carrerilla y se embala, le resulta imposible vocalizar hasta que se detiene en las cifras para pronunciarlas clara y solemnemente. Le sale as¨ª el procurador en Cortes que todo pol¨ªtico lleva dentro. Al hilv¨¢n de sus palabras, en los esca?os de la CUP corren sonrisas de orgullo y satisfacci¨®n. La portavoz Anna Gabriel lleva hoy doble camiseta negra con la calavera y los micros de una emblem¨¢tica radio pirata vasca. Las miradas c¨®mplices entre estos parlamentarios rebotan por las dos bancadas donde habitan. Hay una necesidad apremiante de no sentirse solos en ambos bandos que forman la mayor¨ªa independentista del Parlament. Al final de su intervenci¨®n, Junqueras es ovacionado por los diputados de JxS¨ª como un actor que interpreta su ¨²ltima funci¨®n, o la ¨²ltima funci¨®n de una obra que en seguida va a reestrenarse con otro t¨ªtulo.