Bailando en las butacas
Entrega total entre los asistentes que, a pesar de andar ya entrados en a?os, no pararon quietos no un momento al ritmo de Tom Jones
Tras dos a?os de ausencia Tom Jones regres¨® en la noche del mi¨¦rcoles a los jardines del Palacio Real barcelon¨¦s para reencontrase con su p¨²blico. Un reencuentro apasionado por ambas partes: una pasi¨®n muy profesionalizada en el escenario, pero pasi¨®n a fin de cuentas, y una entrega total entre los asistentes que, a pesar de andar ya entrados en a?os, no pararon quietos no un momento. Incluso hubo alg¨²n conato de baile abortado por la seriedad del entorno, en otro contexto seguro que media platea y todas las gradas se hubieran entregado la placer de danzar, el mi¨¦rcoles se conformaron con bailar sin moverse de sus butacas azuzados por unos ritmos tan intemporales como efectivos.
Y ese es uno de los grandes secretos de Tom Jones, la intemporalidad de una propuesta que sonaba fresca y contagiosa en la d¨¦cada de los sesenta del pasado siglo y que hoy, todos con bastantes a?os m¨¢s, sigue manteniendo todas aquellas virtudes.
El otro secreto (ese seremos incapaces de desvelarlo nunca) es la tremenda voz del bar¨ªtono gal¨¦s que sigue sorprendiendo a sus 76 a?os por su amplitud, sus matices y, sobre todo, por su potencia.
El nuevo concierto de Jones en Barcelona fue casi calcado al de hace dos a?os. Comenz¨® fuerte, muy fuerte, con un blues incendiario de John Lee Hooker acompa?ado solo por guitarra y bater¨ªa. Un blues que marc¨® ya el camino a seguir: Jones reivindic¨® una vez tras otra a los grandes del g¨¦nero versionando a Odetta, Blind Willie Johnson, Buster Brown o Billy Boy Arnold para acabar apabullando a todos los presentes con el Strange Things de Sister Rosetta Tharpe que present¨® como un rock and roll-country-blues-gospel con gotas de boogie-woogie. Mejor definici¨®n para lo que fue el concierto imposible. Hubo blues, mucho blues, servido con contundencia y tambi¨¦n rock cl¨¢sico y magn¨ªficas versiones country (ese Green green grass of home sigue sonando verde, verde en su voz).
Jones tambi¨¦n pag¨® tributo a su admirado Elvis, version¨® con enjundia a Leonard Cohen y record¨® la figura de Prince cantando Kiss (en realidad en los ¨²ltimos a?os la canci¨®n ha estado siempre en sus conciertos, ya la cant¨® en este mismo escenario hace un par de a?os). Y l¨®gicamente no pudieron faltar sus propios recuerdos (que son los de millones de personas en todo el mundo, unos dos mil en la noche del mi¨¦rcoles en Barcelona) con versiones remozadas y h¨¢bilmente actualizadas de Delilah, It's not unusual, Thunderball o Sex Bomb.
No falt¨® nada, en noventa minutos Tom Jones comprimi¨® su medio siglo largo de carrera profesional y los asistentes revivieron con alegr¨ªa su propio pasado vivi¨¦ndolo (mejor ser¨ªa decir bail¨¢ndolo) en presente.
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