Los bigotes de Dal¨ª y el saltito de Marilyn
Caixaforum acoge, con 300 im¨¢genes, la mayor retrospectiva del rompedor fot¨®grafo Philippe Halsman
Philippe Halsman, uno de los m¨¢s imaginativos y brillantes fot¨®grafos de todos los tiempos, ten¨ªa dos ideas muy claras sobre su oficio: que si no espectacularizaba sus instant¨¢neas con una desbordante creatividad la televisi¨®n iba a acabar con el medio y que para captar la verdadera esencia de una persona al tomarle una imagen hab¨ªa que despistarla; por eso las hac¨ªa saltar: ¡°Su atenci¨®n se dirige hacia el acto de saltar y entonces cae la m¨¢scara para que aparezca la persona real¡±, argumentaba. Eso se tradujo respectivamente en, por ejemplo, sus famosas im¨¢genes de los enhiestos bigotes de Dal¨ª o el salto de Marilyn Monroe que fue portada de la revista Life. Ambas series, claro, son los apartados estrella de la espectacular exposici¨®n Philippe Halsman. ?Sorpr¨¦ndeme!, que hasta el 6 de noviembre acoge CaixaForum Barcelona y que, con unas trescientas im¨¢genes a las que no son ajenas hojas de contacto y pruebas preparatorias, se presenta como de las m¨¢s completas realizadas nunca sobre el fot¨®grafo.
¡°Conoci¨® a muchos famosos, s¨ª, pero con Dal¨ª tuvo una conexi¨®n especial, hicieron un clic, compart¨ªan ideas geniales mezclando franc¨¦s, ingl¨¦s y castellano; la clave estaba en que no hab¨ªa ni competici¨®n ni celos sino colaboraci¨®n¡±, asegura Irene Halsman, hija del fot¨®grafo, presente en el acto y tambi¨¦n en las paredes de la muestra, en la serie de los saltos de Jumpology, donde aparece flanqueando, junto a su hermana Jane, a David Seymour, Chim, el creador de la agencia Magnum. El bigote de Dal¨ª daba mucho juego para una de esas ¡°instant¨¢neas exc¨¦ntricas¡± y esa espectacularidad que siempre buscaba el rompedor fot¨®grafo. Y el propietario del mostacho, claro. La serie es de 1953 y durante dos a?os, con su Rolleiflex 4x5 y un flash electr¨®nico, fotografi¨® esos bigotes que iban soportando desde gotas y moscas y flores hasta combates consigo mismo o reproduci¨¦ndose en un frasco de Chanel, en trabajos que, 36 miradas despu¨¦s a esos pelillos, dieron hasta para un libro: Dali¡¯s Mustache (1954).
Ambos se somet¨ªan a ese duro trabajo porque ten¨ªan mucho que compartir: ¡°Hab¨ªa el inter¨¦s por el surrealismo, el sentido del humor y la fascinaci¨®n por la psicolog¨ªa y el psicoan¨¢lisis¡ y el m¨¢rketing¡±, enumera Anne Lacoste, del Museo de l¡¯Elys¨¦e de Lausana, que ha producido la muestra junto al Philippe Halsman Archive de Nueva York y que ella ha comisariado, junto al Sam Stourdz¨¦, director de los Rencontres de la Photographie de Arles. Dal¨ª y Halsman se conocen en abril de 1941, cuando el pintor expone en Nueva York. Empezar¨¢ ah¨ª una relaci¨®n que, con los a?os y entre otras im¨¢genes, se plasmar¨¢ en cabezas del artista sobre una mesa, enfrentada a la de un rinoceronte o enfundada en un casco de jugador de f¨²tbol americano. O un Dal¨ª desnudo dentro de un huevo para ilustrar la teor¨ªa de ¨¦ste de su ¡°memoria prenatal¡±. Muchos requer¨ªan de una postproducci¨®n tan salvaje como estrecha entre ambos (el pintor hasta retocaba los negativos). Fue puro culto a la personalidad, a mayor gloria de ambos.
Como no pod¨ªa ser de otro modo, Dal¨ª salt¨® para Halsman. Pero a lo surrealista: con tres gatos de por medio y un espont¨¢neo e infuso chorro de agua. La imagen tuvo que tomarse 26 veces. La serie de contactos muestra las fotos rechazadas y los motivos, anotados por el propio fot¨®grafo: ¡°Dal¨ª salta tarde¡±, ¡°Aparece la secretaria¡±, ¡°El agua tapa la cara de Dal¨ª¡±¡
¡°Saltas como una ni?a peque?a¡±, se le escap¨® al fot¨®grafo cuando en 1954 vio la imagen de Marilyn Monroe que le hab¨ªa tomado de manera espont¨¢nea. La teor¨ªa del jumpology, copiado luego hasta la extenuaci¨®n, hab¨ªa funcionado tanto que la actriz sinti¨® pavor al verse tan desnudada en su interior. Se neg¨® a repetir. No lo hizo hasta cinco a?os despu¨¦s, en una sesi¨®n de tres horas que comport¨® m¨¢s 200 saltos, hasta que lleg¨® el perfecto, que fue portada de Life tras conveniente examen de Arthur Miller, su esposo. Era un premio para ella y el fot¨®grafo y para una relaci¨®n iniciada en 1949, cuando el semanario le envi¨® a Hollywood para retratar a ocho aspirantes a actrices; los contactos de Marilyn ya apuntan a lo que ser¨¢: una devoradora de c¨¢maras, ya sea bebiendo, simulando un beso o siendo atacada por un monstruo. Tres a?os despu¨¦s, la serie de im¨¢genes en su apartamento reproducir¨¢ a la sex-symbol: haciendo gimnasia o simulando una entrevista de trabajo. Todo culminar¨¢ en un excepcional retrato de ella caracterizada como Mao, que acabar¨¢ en una portada de Vogue que dise?o Dal¨ª.
Dean Martin y Jerry Lewis, Anthony Perkins, Richard Nixon, Audrey Hepburn, Jean Seberg (tambi¨¦n con gato) y hasta los r¨ªgidos Duques de Windsor (¨¦l, primero escondido tras unas flores, acabar¨¢ sin zapatos) saltar¨¢n, entre muchos m¨¢s, ante la c¨¢mara. Sol¨ªa ser al final de la sesi¨®n, mayormente en el estudio: preguntaba si querr¨ªan saltar; el ¨²nico l¨ªmite, la altura del techo. As¨ª fueron 170 retratos para un experimento que cerr¨® en 1959.
¡°Con el nacimiento de la tele, Halsman entiende que se est¨¢ pasando de las im¨¢genes est¨¢ticas a im¨¢genes en movimiento y es capaz de hacer frente a esa competencia explicando historias que son m¨¢s fuertes que la propia televisi¨®n¡±, resume Stourdz¨¦ para explicar la importancia de la puesta en escena idiosincr¨¢sica en el artista. Fruto de la influencia surrealista, casi nadie est¨¢ en el sitio esperado o algo descoloca: las bailarinas, en una playa (1947), o un negro p¨¢jaro, en el largo puro que fuma Alfred Hitchcock (en una imagen se ven los hilos de la tramoya). En una serie a Jean Cocteau, con un fotomontaje a cuya t¨¦cnica era Halsman muy recurrente, el surrealista tiene tantos brazos como facetas art¨ªsticas se le suponen¡
Someterse a un retrato de Halsman, fallecido en 1979, era duro; ¨¦l, consciente, buscaba entornos ¨ªntimos y sesiones cortas para relajar al personaje, captar su naturalidad. Lo debi¨® conseguir porque fue el fot¨®grafo que m¨¢s portadas realiz¨®, por ejemplo, para Life: 101, con un predominio de las estrellas de Hollywood, encargos que empezaron en 1944. Puede apreciarse ya en sus inicios en Par¨ªs en 1930 y en sus primeros trabajos para la Galer¨ªa de La Pl¨¦iade que cre¨® el editor Jacques Schiffrin, y que es una de las aportaciones de la muestra: encuadres originales, fotos de una misma persona que, como un vagabundo de 1937, reflejan diferentes personalidades; o todo un car¨¢cter, como sus primeros famosos inmortalizados: Andr¨¦ Gide, Le Corbusier, Marc Chagall¡; o un detalle revelador, como ese Andr¨¦ Malraux de 1934, que deja, en un segundo plano, una escultura que lo completa por su curiosa similitud. Tambi¨¦n existen ya sus puestas en escena, aunque entonces eran con im¨¢genes seguidas pegadas en un cart¨®n que funcionaban como una pel¨ªcula, o sus trabajos publicitarios (de unas rodillas, por ejemplo) para Elisabeth Arden¡
Eran los inicios de un joven jud¨ªo nacido en 1906 como Philippe Halsmann en Riga, Letonia, e instalado en Alemania donde estudi¨® ingenier¨ªa el¨¦ctrica. La n caer¨ªa art¨ªsticamente en 1937, tras una juventud torturada desde 1928 por una falsa acusaci¨®n del asesinato de su padre, fallecido accidentalmente durante una caminata en el Tirol austr¨ªaco en tiempos de antisemitismo. Una condena a 10 a?os de prisi¨®n de la que sali¨® s¨®lo con poco m¨¢s de dos tras una campa?a familiar que cont¨® con el apoyo de Thomas Mann, Sigmund Freud y Albert Einstein (a quien inmortaliz¨® a?os m¨¢s tarde). Logr¨® despu¨¦s, en 1931, el asilo pol¨ªtico en Francia gracias a su amigo Jean Painlev¨¦, que le introdujo en la escena cultural francesa y le comprar¨¢ su primera c¨¢mara profesional, una Kodak 9x12, encarril¨¢ndole esa pasi¨®n nacida a los 15 a?os al hallar por azar una c¨¢mara en casa.
Cocteau le pregunt¨® una vez al fundador de los Ballets Rusos, Sergu¨¦i Di¨¢guilev, que qu¨¦ pod¨ªa hacer para colaborar con ¨¦l. ¡°?Sorpr¨¦ndeme!¡±, le respondi¨®. Halsman, conocedor de la an¨¦cdota, se lo impuso como credo y hac¨¦rselo al mundo. Lo logr¨®.
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