Barcelona quiere la paz pero no el olvido de la Guerra Civil
La ciudad recuerda por todos los distritos los 80 a?os del inicio del conflicto con actos austeros pero muy simb¨®licos
¡°La suerte me ha sido adversa y he ca¨ªdo prisionero. Si quer¨¦is evitar derramamientos de sangre, qued¨¢is desligados del compromiso que ten¨ªais conmigo¡±, se dirigi¨® por radio ¡ªa instancias del presidente de la Generalitat, Llu¨ªs Companys¡ª el general Goded a todos los sublevados en Barcelona a media tarde del 19 de julio de 1936. El golpe militar se hab¨ªa parado, pero la herida ya estaba abierta, con las consecuencias que tendr¨ªa para la ciudad, la Rep¨²blica espa?ola, la Generalitat y la cultura catalana a partir de 1939. A los 80 a?os de esos hechos, Barcelona asume unos versos de M¨¤rius Torres de 1942 (¡°Jo vull la pau-per¨° no vull l¡¯oblit¡±) y una imagen ic¨®nica de los primeros d¨ªas de la Guerra Civil (la de la serenamente orgullosa miliciana Marina Ginest¨¤ en la azotea del reconquistadohotel Col¨®n de Barcelona por las fuerzas obreras) como estandartes de los austeros pero de alto valor simb¨®lico actos que el Ayuntamiento, a trav¨¦s de su Comisionado de Programas de Memoria, ha organizado para ma?ana y el martes.
No habr¨¢ rinc¨®n de la ciudad que no haga memoria. El poema Oda a Barcelona, que Joan Oliver, Pere Quart, dedic¨® lleno de esperanza y ¨¦pica a finales de 1936 a la Barcelona luchadora y revolucionaria (¡°Treballa. Calla. / Malfia't de la hist¨°ria. / Somnia-la i ref¨¦s-la¡±) servir¨¢ de proemio (19.30 horas) a la audici¨®n de la Oda a la alegr¨ªa de Beethoven, que se interpretar¨¢ en once escenarios de la ciudad, desde las plazas del Diamant, del Clot o la de Universitat, al Refugio 307 de la calle Nou de la Rambla, 175. No es una elecci¨®n caprichosa: la pieza, interpretada por diferentes orquestas, era la que ese 18 de julio de 1936 Pau Casals iba a dirigir en la inauguraci¨®n de la nonata Olimpiada Popular. Pidi¨® a sus m¨²sicos que la interpretaran por ¨²ltima vez en un ensayo con la esperanza de ¡°tocarla de nuevo cuando haya paz¡±. Ya no pudo hacerlo en Espa?a. Aquella fue la ¨²ltima vez, en el Palau de la M¨²sica Catalana, donde ma?ana se interpretar¨¢ de nuevo en el acto institucional que promueve la Generalitat.
La mayor¨ªa de los consejos de distrito, pero tambi¨¦n el edificio hist¨®rico de la Universidad de Barcelona, la sede de la UGT o el castillo de Torre Bar¨®, entre otros 14 espacios, acoger¨¢n ya el martes unas lonas con el verso de Torres y la leyenda: ¡°Barcelona in memoriam 19.071936-19.07.2016¡±. Colgadas hasta el 29 de julio, llevar¨¢n la imagen de la miliciana Ginest¨¤, una de las instant¨¢neas iconogr¨¢ficas de los primeros d¨ªas de la revoluci¨®n. Con el pelo cortado como un chico, mirando a c¨¢mara, asomando el ca?¨®n de la escopeta y con la trama de la ciudad de fondo, Ginest¨¤ posaba en la terraza del magn¨ªfico Hotel Col¨®n de la plaza de Catalu?a. Era el 21 de julio de 1936: milicianos comunistas hab¨ªan derrotado a fuerzas militares insurrectas all¨ª acantonadas. Ginest¨¤ no particip¨® en el asalto ni nunca empu?¨® un arma salvo en aquella ocasi¨®n en que el fot¨®grafo germano-mexicano Hans Gutmann le pidi¨® que posara. Ten¨ªa entonces 17 a?os y pas¨® toda la guerra traduciendo para el corresponsal del diario sovi¨¦tico Pravda (y agente de Stalin hasta que lo depur¨®) Mija¨ªl Koltsov. Los carteles estar¨¢n reforzados por una especie de bando que se pegar¨¢ en 520 columnas publicitarias de la ciudad. En ¨¦l, am¨¦n de recordar los hechos, el nuevo protagonismo entonces de las mujeres o la ayuda de los brigadistas internacionales, se afirma que, si bien ya hoy casi nadie tiene responsabilidad en el conflicto en ninguno de sus sentidos, ¡°la memoria de la guerra forma parte de nuestra identidad porque los actos no acaban con quienes los protagonizaron, los actos se transmiten, y aceptar el desastre de la guerra como una cicatriz que queda en la compleja identidad de la ciudad y la ciudadan¨ªa es un ejercicio de realismo¡±.
Buena parte de los soldados que participaron en la revuelta con los golpistas aquel 19 de julio en Barcelona salieron a las calles enga?ados por sus mandos, que aseguraron que iban a frenar un levantamiento anarquista y, a otros, que iban a desfilar para la inauguraci¨®n de la Olimpiada Popular, contrapropuesta republicana a los Juegos Ol¨ªmpicos de Berl¨ªn presididos por Hitler. El acontecimiento deportivo frustrado tambi¨¦n ser¨¢ recordado el martes por el consistorio por dos v¨ªas: una reproducci¨®n fotogr¨¢fica, a tama?o natural, en la plaza de Catalu?a con Portal del ?ngel, de la caseta que hab¨ªa de recibir a los deportistas (estaban inscritos unos 6.000 atletas de 23 pa¨ªses, frente a los 4.106 de 46 naciones de Berl¨ªn) y una exposici¨®n en el Estadi Lluis Companys de Montju?c, que iba a ser el escenario del evento. Como tantas cosas de ese 1936, tampoco fue.
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