Emma en la Facultad
Emma Beltr¨¢n, luego Cohen, irrumpi¨® en las aulas de Derecho como piedra en un estanque. Ten¨ªa un 'air du temps' que iba m¨¢s all¨¢ de lo puramente f¨ªsico, s¨®lo al verla ya te dabas cuenta que era una chica original, descarada y libre
Emma Cohen introdujo en la Facultad de Derecho de Barcelona un nuevo estilo de mujer. A mitades de los a?os sesenta, aquella Facultad era un club social en el que, adem¨¢s, se ense?aba Derecho. Se ha repetido mil veces la exageraci¨®n de que era el ¨²nico bar de Barcelona que ten¨ªa Facultad. Exagerado pero, en el fondo, cierto.
Los arquitectos que la dise?aron ¡ªel equipo de Sub¨ªas, Gir¨¢ldez y L¨®pez I?igo, que por esta obra obtuvieron merecidamente el primer premio FAD¡ª hab¨ªan acertado de lleno para que en aquel edificio se encontraran f¨¢cilmente todos, alumnos y profesores, sin tener que hacer esfuerzo alguno Era lo m¨¢s parecido a un ¨¢gora griega: un lugar para hablar, comunicarse, conocerse, hacer amistades, fijarse en los dem¨¢s. Tomar un caf¨¦ en la barra del bar era una manera habitual de comunicarse los profesores con los alumnos.
Nunca he visto despu¨¦s un centro universitario tan bien distribuido desde el punto de vista pedag¨®gico: tres grandes aulas junto a una amplio hall que conduc¨ªa, bien la bar, bien la secretar¨ªa, al aula magna o a la sala de profesores. Adem¨¢s, por una escalera se sub¨ªa a las peque?as aulas de cuarto y quinto, por un ascensor a la biblioteca general y los seminarios de cada asignatura. Abajo, en el hall y en el bar, estaba el bullicio; arriba, en la biblioteca y los seminarios, el silencio y la paz. Se pod¨ªa optar. Todo perfectamente distribuido. Hoy destruida, de aquella Facultad a¨²n pueden visitarse sus ruinas.
En ella irrumpi¨® Emma Beltr¨¢n como piedra en un estanque. Josep Pla dec¨ªa de Vicens Vives ¡ªsi no me equivoco, t¨ªo de Emma¡ª que al acudir a una reuni¨®n no entraba, como hac¨ªan los dem¨¢s asistentes, sino que irrump¨ªa: tal era su apabullante personalidad. Pues bien, de la misma forma Emma irrumpi¨® en la Facultad y por la misma raz¨®n que Vicens: por su apabullante personalidad.
A ra¨ªz de su reciente fallecimiento se ha hablado de la Emma de aquellos a?os como de una muchacha muy guapa y as¨ª era. Pero de muchachas guapas hab¨ªa muchas, su misma hermana Nuria, que ya cursaba tercero, tambi¨¦n era muy guapa, todav¨ªa m¨¢s que Emma seg¨²n lo c¨¢nones cl¨¢sicos. Lo nuevo en Emma estaba en que su belleza era distinta a la de las dem¨¢s, no respond¨ªa a estos viejos c¨¢nones sino a los tiempos nuevos que estaban por llegar.
Efectivamente, en esto era una avanzada a su ¨¦poca, ten¨ªa un air du temps que iba m¨¢s all¨¢ de lo puramente f¨ªsico, s¨®lo al verla ya te dabas cuenta que se trataba de una chica nueva y original, descarada y libre, en busca de su verdadera personalidad. Era como un cervatillo brincando a su aire por una pradera. Y todo ello se le reflejaba en el f¨ªsico, como a Jean Seberg en ? bout de souffle, de Godard. Esa buena nueva aport¨® Emma Beltr¨¢n cuando a¨²n no sab¨ªa que su apellido art¨ªstico ser¨ªa el de Cohen. Nulle etica sine estetica.
En esta b¨²squeda de personalidad se encontr¨® con un grupo de estudiantes que hab¨ªan formado una compa?¨ªa de teatro dirigidos por uno de ellos, Mario Gas, que ya entonces demostraba que era un genio del escenario, un todoterreno: como actor, director, adaptador, escen¨®grafo, guionista. Daba igual. Ven¨ªa de familia de artistas, lo llevaba en la sangre. Pero este no era exactamente el caso de Emma, aunque un t¨ªo suyo era Lucas Beltr¨¢n, catedr¨¢tico de Econom¨ªa, un pensador liberal hoy injustamente olvidado.
Naturalmente, Emma se lanz¨® al teatro. Adem¨¢s de Mario, all¨ª encontr¨® a compa?eros muy interesantes como Carlos Tr¨ªas y Cristina Fern¨¢ndez-Cubas, Carlos Velat, Marta Izoard, Gustavo Hern¨¢ndez, Carlos Canut, Santiago Sans. Algunos seguir¨ªan en la far¨¢ndula, otros pasar¨ªan al mundo literario. Excepto Carlos Velat, los dem¨¢s eran m¨¢s bien actores mediocres, incluida Emma. Pero como conjunto eran el grupo cultural m¨¢s rompedor de la Facultad y, desde el punto de vista del teatro, la inmensa capacidad seductora de Mario Gas lo salvaba todo.
En estos a?os de Facultad se forj¨® el principal rasgo del car¨¢cter de Emma: su rebeld¨ªa. Por eso entronc¨® con el mayo del 68 franc¨¦s, tan famoso como superficial y ef¨ªmero. En Madrid tuvo la fortuna de formar pareja con Fernando Fern¨¢n G¨®mez. Seguro que lo pasaron muy bien: la fascinante Emma siempre en busca de su personalidad por los caminos de la libertad.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.
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