Un hayedo herencia del mundo
Situado a casi 100 kil¨®metros de la capital, el municipio conserva un ecosistema ¨²nico que va a ser declarado por la Unesco patrimonio de la humanidad
Los para¨ªsos tambi¨¦n existen en Madrid, y Montejo de la Sierra, a casi cien kil¨®metros de distancia de la capital, es un buen ejemplo, uno de los tesoros escondidos en la regi¨®n. Lejos de la contaminaci¨®n, del ruido, de las prisas y de los excesos, los 374 habitantes de este enclave de la sierra del Rinc¨®n guardan un secreto que pronto ser¨¢ conocido en todo el mundo, si no lo es ya: el hayedo de Montejo.
A cinco minutos del centro de este pueblo y por una carretera donde los pulmones se hinchan de ox¨ªgeno se encuentra esta joya de la naturaleza, que va a ser declarada por la Unesco patrimonio natural de la humanidad. All¨ª trabaja, desde los 19 a?os, Mario Vega, quien con esmero cuida de este paraje de 222 hect¨¢reas todos los d¨ªas. La temperatura desciende notablemente cuando el visitante se adentra en este singular lugar, y es que la humedad que ha habido y hay en este paraje es una de las principales razones por las que se conserva.
Las hayas, protagonistas de este bosque junto a los robles y acebos, crecen en una ladera de umbr¨ªa que finaliza en el r¨ªo Jarama, cuyo paso dibuja la frontera con Guadalajara. La formaci¨®n de estas especies es salvaje, ya que los responsables nunca intervienen en su desarrollo, a no ser que sea un caso necesario o por seguridad. Es curioso observar c¨®mo las hayas se van abriendo paso y desplazando a los dem¨¢s ¨¢rboles como si un esp¨ªritu de grandeza las poseyese. Este fen¨®meno se produce porque sus ramas, con hojas planas, se desplazan a lo ancho y necesitan mucho espacio para crecer.
Los visitantes tienen que tener mucho cuidado para no salirse del camino indicado por el gu¨ªa, ya que una mala pisada puede acabar con un nuevo ser que lleva form¨¢ndose varios a?os. Un camino que parece creado por hadas ya que su aspecto es dorado gracias al polvo de mica que se ha depositado all¨ª. La fauna tambi¨¦n es libre: nutrias, tejones, lagartos, mariposas, p¨¢jaros carpinteros y otros animales han establecido all¨ª su residencia, convirti¨¦ndolo en un reclamo tur¨ªstico no solo en oto?o.
Denominaci¨®n de origen Montejo
En medio de la plaza del pueblo se encuentran el Ayuntamiento y la iglesia, cuyo campanario se ha convertido en el hogar de una pareja de cig¨¹e?as. Las calles, con casas de piedra y colores ocres, intentan conservar la uniformidad entre lo antiguo y lo nuevo, y como ejemplo de esa armon¨ªa todos los n¨²meros de los portales est¨¢n grabados en un peque?o azulejo de arcilla. Si se afina bien el olfato, levemente se descubre el olor a pan reci¨¦n hecho que emana de la panader¨ªa, pan de pueblo, cocido con cari?o y a un precio razonable, que deja en muy mal puesto a cualquiera elaborado en la gran ciudad.
Adem¨¢s de ser un acogedor pueblo de monta?a, Montejo se ha abierto a la llegada de nueva savia que le da vida al pueblo, y ya son 80 los trabajadores que han llegado desde otros puntos para ganarse un jornal all¨ª.
La econom¨ªa del pueblo se basa en la ganader¨ªa y el turismo rural, aunque en los ¨²ltimos tiempos han sido varios los vecinos que se han animado a plantar sus propios productos para abastecerse. Una pr¨¢ctica conocida como agricultura de autoconsumo, que rescata los valores de otros tiempos en los que la localidad tambi¨¦n sobreviv¨ªa del trabajo en el campo. Uno de los montejanos m¨¢s conocidos y que se ha embarcado en esta aventura es Guillermo, el maestro, que compagina sus clases con el cuidado de algunas ovejas, ¨¢rboles frutales y la huerta.
Hablando de huertas, otra buena pr¨¢ctica que se desarrolla en la localidad para que no haya discusiones y malentendidos es la de compartir entre todos un cuaderno que viaja de casa en casa y donde cada uno apunta su nombre y la hora en la que le corresponde regar.
Si el visitante busca descanso en una casa rural o un lugar donde saciar el apetito, en este pueblo tambi¨¦n puede dar buena cuenta de ellos. Cinco son los restaurantes repartidos por la localidad, en los que uno de los platos estrella, adem¨¢s de la carne que es de una ¨®ptima calidad, son los judiones. Jes¨²s Montejo, responsable de la oficina de turismo, cuenta que existe un proyecto para conseguir que esta legumbre tenga su propia denominaci¨®n de origen. ¡°Hay muchas especies de judiones en Montejo que son exquisitas y de la mejor calidad. Estamos luchando porque se le conceda la denominaci¨®n de origen, pero tiene que haber una producci¨®n anual de 5.000 kilos y nos queda un poco fuera del alcance. Aun as¨ª, no hay duda de que probarlos es tarea obligada si alguien nos visita¡±, asegura.?
Tierra de hadas y duendes
Existe una leyenda sobre el hayedo de Montejo, que invita a dejar volar la imaginaci¨®n. Los abuelos les contaban a sus nietos que este bosque estaba habitado por hadas y duendes a los que les gustaba engatusar a los visitantes con carias y canciones. Cuando estaban ensimismados, los llevaban a sus guaridas y all¨ª los convert¨ªan en animales para que el bosque tuviese cada vez m¨¢s habitantes.
Seg¨²n la historia, Montejo de la Sierra compr¨® el hayedo a un noble de Sep¨²lveda en 1460. A?os m¨¢s tarde, la propiedad levant¨® alguna pol¨¦mica porque los se?ores de Buitrago, que pose¨ªan muchos terrenos, reclamaban estas tierras como suyas. Al final, Carlos?I dej¨® bien claro que pertenec¨ªa a la localidad.
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