La segunda residencia de los premios Nobel
Vicente Aleixandre y Ram¨®n y Cajal han sido vecinos de Miraflores de la Sierra, que tuvo, en sus or¨ªgenes, uno de los nombres menos apropiados que se recuerdan
Uno de los pueblos m¨¢s bonitos de Madrid tuvo, durante siglos, uno de los nombres m¨¢s feos que se recuerdan: Porquerizas de la Sierra. Una denominaci¨®n que, si bien ten¨ªa su justificaci¨®n log¨ªstica, era del todo injusta con Miraflores de la Sierra. Algo de lo que se dio cuenta Isabel de Borb¨®n. La leyenda cuenta que fue ella quien le puso este nombre a esta localidad del norte de la regi¨®n. Y que lo hizo, adem¨¢s, de rebote. Mientras hac¨ªa un descanso en su ruta hacia el Monasterio de El Paular. Desde la cima de La Raya, y a los pies de La Najarra, la reina contempl¨® la belleza de esta comarca. Y se maravill¨® del paisaje. Las cr¨®nicas de la ¨¦poca no se ponen de acuerdo en si dijo ¡°mira, qu¨¦ flores¡± o ¡°mira, flores¡±. Lo que s¨ª destacan es que al querer saber el nombre de este enclave y escuchar la respuesta -¡°se llama Porquerizas, majestad¡±-, la esposa de Felipe IV frunci¨® el ce?o.
Un pueblo bajo un ¨¢rbol
El olmo de Miraflores no es solamente un ¨¢rbol. La memoria sentimental de este pueblo est¨¢ enraizada bajo su tronco. Se cree que fue plantado en el siglo XVIII. Y desde entonces ha sido punto de reuni¨®n. El poeta Vicente Aleixandre le dedic¨® un poema en 1962 que est¨¢ incluido en el poemario En un vasto dominio. Seg¨²n cuentan, una de sus ¨²ltimas voluntades fue que le llevaran a Madrid unas hojas de este ¨¢rbol. El olmo muri¨® por una plaga de grafiosis en 1989, cinco a?os despu¨¦s de que lo hiciera Aleixandre. Julio V¨ªas, concejal de Medio Ambiente, quiere recuperar ese simbolismo. Y para ello plantea hacer una r¨¦plica en bronce del ¨¢rbol, con la ayuda de la Comunidad de Madrid.
No era para menos. Porque en Miraflores, cuyos or¨ªgenes se creen que datan del siglo XIII, hab¨ªa algo m¨¢s que cerdos y jabal¨ªes. Hac¨ªa falta una denominaci¨®n que estuviese a la altura de esta comarca de 5.907 habitantes. Aunque en esto tampoco hay una posici¨®n com¨²n: algunos lugare?os dicen que fue la propia reina quien orden¨® que se cambiara el apelativo de Porquerizas. Y otros que fue el boca a boca. En cualquier caso, esta localidad tuvo el nombre que merec¨ªa a principios, por fin, del siglo XVII. Pero aqu¨ª no solamente hay flores.
Parte del t¨¦rmino de esta comarca est¨¢ ubicado dentro del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y tambi¨¦n del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares -declarado en 1993 Reserva de la Biosfera por la Unesco-, y esto es algo que el visitante nota al respirar ese aire con denominaci¨®n de origen. En cuanto a su flora, las flores de Miraflores son los lilos y las jaras. Todo el pueblo es una gran balconada; normal que Isabel de Borb¨®n se maravillara. Y tampoco es de extra?ar que otros personajes ilustres se enamoraran de la zona. Hay un hecho que destaca aqu¨ª y es la densidad de premios Nobel que han recalado en Miraflores.
Algunos como el m¨¦dico Ram¨®n y Cajal pasaron el verano en este pueblo. Pero el vecino m¨¢s destacado fue el poeta Vicente Aleixandre, que hizo de esta zona, casi, su segunda residencia. El aire de la sierra le hac¨ªa bien para su enfermedad ¨Csufr¨ªa de nefritis tuberculosa-, pero tambi¨¦n el paisaje le inspir¨® algunos de sus mejores poemas al que ser¨ªa a?os m¨¢s tarde premio Nobel de Literatura. Uno de ellos est¨¢ dedicado a esta localidad. Y habla de su ¨¢lamo, que es como hablar de todo Miraflores: ¡°El ¨¢rbol: un ¨¢lamo negro, un negrillo. El ¨¢lamo: ¡®Vamos al ¨¢lamo¡¯. ¡®Estamos en el ¨¢lamo¡¯. Todo es ¨¢lamo¡±.
Esa percepci¨®n, de que todo aqu¨ª es ¨¢lamo, se sigue manteniendo hoy en d¨ªa a pesar de que del ¨¢rbol solo queda el tronco. Lugar de reuni¨®n y centro neur¨¢lgico de esta comarca, ese olmo -porque, en realidad, es un olmo- contin¨²a apareciendo como una parada obligada para el viajero. Bajo su sombra, se han declarado infinidad de parejas. Y algunas como la que forman Alejandro Sanz y su mujer contin¨²an bajo ese recuerdo. Sentados en el mismo banco de entonces, este vecino de 64 a?os desvela el secreto de la eterna felicidad: pasear por el camino de la Fuente del Cura. Donde est¨¢n las mejores vistas de Miraflores, asegura. Pero este lugare?o da m¨¢s pistas: la Fuente Nueva, levantada en el siglo XVIII, tambi¨¦n es digna de visita. Y la sonrisa de su mujer parece corroborarlo. ¡°Y la Iglesia de la Asunci¨®n de Nuestra Se?ora, del siglo XVI, tambi¨¦n es muy bonita¡±, tercia ella. Otro vecino se?ala el oratorio de la Gruta de Nuestra Se?ora de Bego?a, que, aunque es privado, ¡°est¨¢ al aire libre y el entorno es m¨¢gico¡±.
Se recomienda visitar el pueblo los fines de semana. Y si el viajero se queda hasta el domingo seguramente escuchar¨¢ a Tom¨¢s Garc¨ªa, el pregonero. Porque este pueblo tiene pregonero. Y antes o despu¨¦s habr¨¢ que comer. Nada mejor que las carnes de la zona. En el restaurante El Serranito, Montse y Jes¨²s las tienen a buen precio. Este bar tambi¨¦n tiene su historia. Seg¨²n explican, uno de sus mejores clientes fue Antonio Vega; del que eran amigos. En la pared de este local hay colgada una peque?a cuartilla con la letra de la canci¨®n de la Chica de ayer, escrita a mano por el c¨¦lebre m¨²sico. Antonio Vega compuso este himno en Valencia, mientras hac¨ªa el servicio militar. Pero la chica que jugaba con las flores, en su jard¨ªn, pod¨ªa haberlo hecho, perfectamente, en Miraflores.
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