Flechazo l¨ªrico en Vilabertran
Brillante debut del joven tenor Mauro Peter junto al magistral Helmut Deutsch
Si de algo pueden presumir en la Schubertiada de Vilabertran (Girona) es de su fino olfato a la hora de descubrir nuevos talentos. Llevan haci¨¦ndolo 24 a?os, y la lista de grandes voces que han vivido su debut en Espa?a en el prestigioso festival ampurdan¨¦s¡ª con Matthias Goerne y Juliane Banse a la cabeza¡ª sigue creciendo: el ¨²ltimo descubrimento es el joven tenor suizo Mauro Peter, de 29 a?os, que el jueves cautiv¨® con una luminosa versi¨®n de La bella molinera, de Franz Schubert, junto al pianista austriaco Helmut Deutsch, un referente en el arte del lied.
Reci¨¦n llegado del Festival de Salzburgo, donde triunf¨®, Mauro Peter tambi¨¦n ha saboreado las mieles del ¨¦xito en Vilabertran. De hecho, cabe hablar de aut¨¦ntico flechazo, porque el p¨²blico qued¨® extasiado ante la belleza vocal, luminosidad y riqueza de matices en su interpretaci¨®n.
La frescura vocal y la naturalidad en la expresi¨®n son las primeras cualidades que llaman la atenci¨®n cuando se escucha por primera vez a este joven tenor. La emisi¨®n es sana y la voz suena con luminosidad en los agudos y calidez en el centro. No fuerza sus medios naturales, muy l¨ªricos, y, prima la expresi¨®n po¨¦tica, el estilo y la construcci¨®n del personaje protagonista, factores clave para hacer carrera en el mundo del lied.
Su interpretaci¨®n de La bella molinera, cima del lied rom¨¢ntico sobre poemas de Wilhelm M¨¹ller, son¨® gloriosamente juvenil, con impulso y encanto, m¨¢s so?ador e ingenuo en la declaraci¨®n amorosa que atormentado en el desenga?o final, quiz¨¢ porque en esta cr¨®nica de desamor, dolor y soledad final, la edad del int¨¦rprete juega lo suyo; lo bueno de Vilabertran es que, despu¨¦s de enamorarse de la voz ardientemente juvenil de Peter, dentro de unos a?os podr¨¢ disfrutar su madurez y evoluci¨®n como int¨¦rprete del mismo ciclo.
Tiene suerte Peter al contar como gu¨ªa y compa?ero de viaje lieder¨ªstico con Helmut Deutsch, su descubridor y mentor; canta con ¨¦l desde el piano, un piano que es pura expresi¨®n de los estados de ¨¢nimos de ese insuperado narrador de amores no correspondidos que fue Schubert. Todas las claves de su universo musical y po¨¦tico est¨¢n en ese piano hecho de confesiones y vivencias sobre los que el joven tenor volc¨® su luminosa vocalidad.
Tras los bravos del p¨²blico, algunos asistentes arrugaron la nariz al ver como se romp¨ªa la atm¨®sfera de tragedia final del ciclo ¡ª el joven, hundido en la tristeza, probablemente se ahoga en el arroyo¡ª con la concesi¨®n de dos propinas schubertianas; en Der J¨¹ngling an der Quelle, D300, un falsete no bien resuelto rest¨® encanto a la canci¨®n, pero en la segunda, mostr¨® su plenitud.
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