Las uvas de la vida

El calor, ya a las ocho de la ma?ana, reverbera en la Nacional 340 a lo Ruta 66; la tierra reseca gime al paso del coche levantando polvo, aires del Dust Bowl de la Oklahoma de los a?os 30 en pleno Pened¨¨s. ¡°El terreno sufre mucho, llevamos dos a?os de sequ¨ªa; una tercera, la vi?a no s¨¦ si lo aguantar¨¢; esta campa?a perderemos entre un 15 y un 40% de la producci¨®n¡­, pero el xarel¡¤lo es la que est¨¢ resistiendo mejor el cambio clim¨¢tico¡±, dice en un vaiv¨¦n de emociones, casi a punto de llorar, casi a punto de re¨ªr, pena y orgullo, Marcel Sabat¨¦, entre las vides de su casa. Rezuma ese amor total a la tierra como el de algunos miembros de la familia Joad de Las uvas de la ira de Steinbeck, o el de casi todas las almas de Los vagabundos de la cosecha o de Elogiemos ahora a hombres famosos, espeluznantes reportajes del propio escritor o de James Agee.

El libro de Marcel Sabat¨¦ y los suyos ser¨ªa m¨¢s Las uvas de la vida. Cuarta generaci¨®n de payeses modestos atados a los molinos papeleros, la huerta y la vi?a, el azar no dej¨® dudas al destino: aplicado estudiante, se matricul¨® en Empresariales como mandaba la moda de los 80, pero alg¨²n incompetente olvid¨® unos expedientes en un caj¨®n. Total, a?o sab¨¢tico forzado, que, pragm¨¢tico, convirti¨® en un cursillo sobre ese mundo del vino que, quiz¨¢ m¨¢s intuido que a conciencia, le atra¨ªa. Ya no lo dej¨® hasta salir en¨®logo de la primera promoci¨®n de la Universidad Rovira i Virgili.

¡°?l est¨¢ dentro de m¨ª; y ¨¦l dice que yo le empujo¡±, resume su relaci¨®n con su padre, Marcelino (¡°tiene 80 a?os y cada d¨ªa est¨¢ ah¨ª; no tiene estudios, trabaja desde los 12; a cambio de su mano de obra pag¨® la primera propiedad¡±) al rememorar cuando, en 1988, le propuso que por qu¨¦ no hac¨ªan ellos vino en casa, nada, mil litros, para probar. En 1989 nac¨ªa Castellroig y uno de los grandes proveedores de la zona se lo hicieron pagar dej¨¢ndoles de comprar sus uvas. Tras a?os vendiendo a cara o cruz, decidieron jug¨¢rsela de nuevo e ir de la vi?a a la copa ellos mismos.

Unas 45 hect¨¢reas despu¨¦s, la clave sigue siendo la misma: la tierra. El amor de los Sabat¨¦ Coca por ella es tal que Marcel hizo analizarlas en los 90. ¡°El Sabat¨¦ est¨¢ buscando petr¨®leo¡±, se mofaban algunos en Subirats. El mapa de suelos dio 66 microparcelas y 18 tierras distintas. ¡°Hago las catas de vino a ciegas porque hay suelos que quiero m¨¢s que otros; muchas veces no son los mejores, pero tengo fe en ellos y s¨¦ que, al final, aquella parcela acabar¨¢ dando la cara¡±. Habla as¨ª de la tierra, como si fuera una persona, y de las uvas, como hermanas de sus dos hijas.

¡°El vino es el paisaje l¨ªquido de la tierra¡±, suelta mientras paladea la primera prensada de uva del d¨ªa. Apenas las 10 de la ma?ana. El jugo vela la copa: ¡°Son de los racimos recogidos ayer, que han estado en nevera: prensamos en fr¨ªo, as¨ª la uva conserva todas sus propiedades¡±, explica, mientras no pierde ojo a los termostatos de las cubas o a la entrada de las primeras cajas, de la recolecci¨®n de hace tres horas. ¡°Es un poeta del vino, de un detallismo y precisi¨®n horrorosos¡±, bromea su hermano Josep. Tambi¨¦n trabaja ah¨ª el cu?ado, Jaume: cada comida en la mas¨ªa es un consejo de administraci¨®n.

¡°Si quiero hacer dinero deber¨ªa comprar el vino en la cooperativa y luego trabajarlo hasta hacerlo de colonia, bien perfumado, que es la moda¡­ No, debo mejorar las 230.000 botellas que produzco en vez de hacer m¨¢s y m¨¢s barato; el valor de la empresa no son el medio mill¨®n de botellas que tengo hoy en la cava sino esto, esto es mi bodega¡±. Y se?ala el mar de vi?edos desde lo alto de un terru?o en el valle del r¨ªo Bitlles, donde ha hecho con piedras un mirador, de cara ya al valle del Anoia. ¡°Al atardecer, vengo con mi padre, nos hace sentir vivos¡±, confiesa Marcel. ¡°Me reconozco peque?o, grano de arena, relativiza la vor¨¢gine de la empresa: pr¨¦stamos, las n¨®minas de 10 personas¡­¡±.

A ese mar verde, lo mima: en la parcela de Torrelavit han restaurado las barracas de piedra seca, los m¨¢rgenes y replantando vides en zona escarpada y ¨¢rboles para camuflar los pol¨ªgonos que afean el paisaje. De vuelta, surge el campo de vi?as extens¨ªsimo y plano, excavado, de un vecino. ¡°En una semana rompi¨® dos millones de a?os¡±. Se cruza ahora con una de sus colles: recogen la uva a mano y no toda porque en algunas plantas, cree Marcel, les falta un punto. Vendr¨¢n otra vez. ¡°S¨ª, aqu¨ª no recolectamos de noche y con m¨¢quinas, que lo recogen todo: bueno, malo, animalitos, ramas y eso va a donde va; lo nuestro es antiecon¨®mico total, lo s¨¦, pero ?verdad que en la fruter¨ªa quieres escoger las piezas? A mano est¨¢s condenado a ver la uva podrida y apartarla: los problemas se han de mirar a la cara¡±.

Vivo un momento doppelg?nger, de bilocaci¨®n, y ah¨ª estoy con 15 a?os, temibles tijeras de podar, olor de tierra h¨²meda, calor que crece, polvo y sudor, siempre mi hilera la ¨²ltima de la colla; el consejo seco pero sincero del viej¨ªsimo jornalero; trago de agua fresca bajo un melocotonero cercano; poco dinero, argent de poche; un par de vendimias solo; una uva en el racimo de mi vida; fui feliz¡­

Ya en la finca-madre, un viejo tonel de madera de 7.500 litros enlaza el peque?o museo familiar (2.800 llaves antiguas de casa, 95 bombas de vino, botijos, porrones, vajillas, herramientas¡­) con el laboratorio de Marcel, la parte superior del celler donde habla de experimentar con recuperar la variedad sumoll (¡°nada, 120 litros, pero debe plantarse en costal¡±) o con ¨¢nforas (¡°no soy muy partidario: el fango cede siempre algo de gusto¡±). Ni una palabra de los reconocimientos recolectados por sus cinco vinos y siete cavas, como el consagrado por el gur¨² Robert Parker, que lo encumbr¨® en 2009. Ni del premio de la Associaci¨® Catalana de Sommeliers de este a?o a la mejor bodega. Ya se sabe, m¨¢s reconocido fuera (EEUU, Jap¨®n, Hong Kong...: el 70% de su producci¨®n va ah¨ª). ¡°Riojitis¡±, zanja.

Prefiere Marcel hablar de sus cosas, las que justifican que debajo de Castellroig luzca el lema: Vins de terrer. ¡°He descubierto unas 25 vides interesantes y hago con ellas un poco de vino que he puesto en garrafas de 16 litros en una piscinita y voy probando; en tres o cuatro a?os tendr¨¦ algunas respuestas¡­ Los distribuidores me aprietan: ¡®?Qu¨¦ tienes nuevo esta temporada?¡¯ ?Nuevo? Lo que me da la tierra cada a?o; casi todo lo trae ella; uno solo ha de saber escucharla¡±.