Los ni?os, al campo
Pedagogos y psic¨®logos afirman que los peque?os sufren cada vez m¨¢s un trastorno de d¨¦ficit de naturaleza. Madrid y alrededores ofrecen numerosas ¡®farmacias naturales¡¯ para atajarlo
Hojas del oto?o para decorar o coleccionar, una cesta para recoger frutos silvestres y setas y unos prism¨¢ticos para divisar miles de gaviotas. Con estas recetas tan naturales, ni?as y ni?os disfrutar¨¢n del oto?o en Madrid.
Expertos en psicolog¨ªa ambiental y pedagogos afirman que los ni?os sufren cada vez m¨¢s un mayor trastorno por d¨¦ficit de naturaleza. Deberes, pantallas y actividades extraescolares sustraen a los peques de lo m¨¢s natural que les puede suceder: una visita al bosque o sierra m¨¢s cercanos. Incluso vetar o reducir esa visita por culpa del fr¨ªo o la lluvia reduce la capacidad de integraci¨®n y adaptaci¨®n de la infancia a su entorno.
Madrid y sus alrededores ofrecen infinidad de farmacias naturales con las que mitigar ese d¨¦ficit en oto?o. El cambio de color y la ca¨ªda de las hojas de los ¨¢rboles caducifolios es la punta de lanza de un momento lleno de vida, en el que brotan hongos de la tierra y frutos de los arbustos y llegan desde el norte de Europa miles de aves acu¨¢ticas para pasar un invierno m¨¢s benigno en la regi¨®n.
La cercan¨ªa de provincias mucho menos pobladas (Segovia, ?vila o Guadalajara) multiplica las posibilidades de patear la hojarasca de un casta?ar o un robledal, de comprobar que el acebo no nace espont¨¢neo dentro de la decoraci¨®n navide?a o de volverse loco contando 1, 2, 3, 100, 500 o 1.000 gaviotas posadas en alg¨²n embalse de la sierra.
Hojas de colores
A veces, la b¨²squeda del bosque perfecto de oto?o hace que enfoquemos solo la mirada hacia hayedos y robledales. De entrada, muchos parques madrile?os, gracias a la combinaci¨®n de arces (incluido el rojo pasi¨®n del arce japon¨¦s), casta?os de indias y ginkgos, ofrecen la posibilidad de deleitarse con ellos a la par que completamos un vistoso hojario con los peques.
Fuera de la ciudad est¨¢ la opci¨®n siempre a mano del hayedo de Montejo, en la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rinc¨®n. Aguas abajo del mismo r¨ªo que ba?a este bosque, el Ayuntamiento de Talamanca del Jarama informa de c¨®mo acceder a La Chopera, una hermosa alineaci¨®n de ¨¢lamos que marcan de amarillo este tramo del cauce.
Muy cerca de Madrid, en la vertiente segoviana del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, nos aguarda el bosque de Valsa¨ªn. El Centro Nacional de Educaci¨®n Ambiental, que se encuentra en esta localidad, supone un buen punto de partida, por los recursos did¨¢cticos de su interior y por los del exterior.
Durante todo el oto?o organiza rutas que ense?an a valorar tambi¨¦n el verde de las copas y el salm¨®n de las cortezas de sus pinos silvestres, mezclados con robles y especies de ribera del Eresma.
M¨¢s demandado y concurrido est¨¢ el casta?ar de El Tiemblo, en ?vila, aunque todo se aguanta para comprobar la alegr¨ªa infantil de verse sepultado por la hojarasca de los casta?os o de c¨®mo ni entre toda la familia se consigue abrazar completamente a los ejemplares m¨¢s a?osos.
La despensa est¨¢ llena
Ya que estamos en el casta?ar de El Tiemblo, se puede comenzar por sus casta?as para comprobar que la despensa natural de los bosques est¨¢ ahora m¨¢s productiva que nunca. Nueces, bellotas, frambuesas y los frutos silvestres del majuelo, el acebo y el escaramujo o rosal silvestre embellecen ¨¢rboles y arbustos de la Comunidad de Madrid.
Si el pueblo de La Acebeda, en la ladera de Somosierra, se llama as¨ª, es por algo. Con el vecino de Robregordo comparte los rodales de acebos m¨¢s significativos de la provincia. Pero cuidado, aqu¨ª solo nos podemos contentar con su contemplaci¨®n, ya que est¨¢ prohibida la recolecci¨®n de sus llamativos frutos rojos, as¨ª como los del tejo y los alcornoques.
Hay lugares donde se cultivan de forma ecol¨®gica arbustos con frutos silvestres, como el Puente del Molino, en Lozoya. Se trata de un lugar id¨®neo para colgar la cesta del brazo de los peques y participar en una recogida manual de frambuesas hasta mediados de octubre.
En cualquier caso, las pi?as y pi?ones ca¨ªdos que se encuentran en los paseos campestres sirven tanto de alimento como de elementos decorativos y l¨²dicos. Hasta es posible encontrar en alguna rama ca¨ªda o podada hojas y frutos de mu¨¦rdago, sin duda un premio a nuestro periplo oto?al emboscados.
Una ¨²ltima opci¨®n es mirar hacia el escudo de Madrid, y en concreto al madro?o. Sus frutos, entre el naranja y el rojo, engalanan el oto?o en varios parques y zonas ajardinadas de la capital, como los de la Fuente del Berro, Pradolongo, La Elipa, Juan Pablo?II y los jardines del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Algunos de ellos est¨¢n pegados a las ¨¢reas infantiles de estas zonas verdes urbanas.
Visitantes de estaci¨®n
Aunque en los bosques madrile?os hay infinidad de aves forestales (p¨¢jaros carpinteros, petirrojos, rapaces, carboneros¡) que amenizan cualquier ruta por los mismos, salimos a zonas m¨¢s abiertas para que la exposici¨®n de plumas y picos sea m¨¢s evidente y el goce infantil mayor.
R¨ªos como el Jarama y el Tajo y humedales como el embalse de Santillana (Manzanares El Real), la laguna del Campillo (Rivas Vaciamadrid) y la de San Juan (Chinch¨®n) comienzan a recibir en estos momentos a unos migrantes a los que afortunadamente no les ponemos vallas ni otros obst¨¢culos. Son gaviotas, cormoranes, ¨¢nades, porrones y fochas que proceden del norte y el centro de Europa y que buscan un invierno menos duro en nuestras aguas continentales.
Para demostrar que no necesariamente hay que salir del meollo urbano para vivir intensamente el oto?o m¨¢s natural, el Manzanares se llena de esta tropa invernante a lo largo de todo su tramo capitalino, Madrid R¨ªo incluido. Es el momento de salir del ¡°todos esos son patos blancos, hija¡±, escuchado alguna vez precisamente en Madrid R¨ªo, y entrar en ¡°esa es una gaviota reidora, la m¨¢s peque?a con el pico rojo; y la m¨¢s grande con el pico amarillo es una gaviota sombr¨ªa; ah, y aquella con el cuello m¨¢s alargado y el pico afilado una garceta com¨²n¡±.
Un buen campo de entrenamiento ser¨¢ este fin de semana la celebraci¨®n del D¨ªa de las Aves. La Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa (SEO/BirdLife), entre otros colectivos, reparte varias citas para la participaci¨®n infantil con recorridos guiados, estaciones de avistamiento y juegos en el parque del Retiro, en el de Polvoranca (Legan¨¦s), en la mencionada laguna del Campillo, en Buitrago de Lozoya y en Pinto, entre otros lugares.
Ojo con los hongos
De la cesta de frutos silvestres a la de setas. Para empezar, conviene echar mano de entidades expertas, como la Sociedad Micol¨®gica de Madrid, siempre abierta a consultas y consejos sobre c¨®mo y d¨®nde iniciarse o proseguir la afici¨®n a la recolecci¨®n de setas. Adem¨¢s, a partir del 4 de octubre abre sus puertas todos los martes para identificar los ejemplares que recolectemos.
Pero, a pesar de contar con el asesoramiento previo, siempre es mejor adentrarse en el bosque con gu¨ªas experimentados, m¨¢s si los acompa?antes son menores. Los centros de educaci¨®n ambiental de la Comunidad de Madrid pueblan el oto?o de propuestas familiares con las setas como protagonistas. Uno de ellos, el Arboreto Luis Ceballos, en San Lorenzo de El Escorial, ya tiene planificadas dos citas: El Arboreto y sus hongos y sendas micol¨®gicas por el monte Abantos.
Un poquito m¨¢s hacia el norte de la sierra madrile?a, entre Cercedilla y Navacerrada, Navalmedio Naturaleza organiza Pequesetas, rutas especialmente enfocadas a familias con ni?os, entre cuyos servicios incluye el de alquiler de cestas y mochilas portabeb¨¦s. No muy lejos est¨¢ el centro de visitantes del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama del Valle de la Fuenfr¨ªa, en Cercedilla. Durante noviembre y diciembre la recolecci¨®n en el campo se puede compaginar aqu¨ª con la exposici¨®n Las formas de vida de los hongos, donde habr¨¢ oportunidad de acercarse tambi¨¦n al ¡°mundo fant¨¢stico de las setas¡±.
Y si seguimos la l¨ªnea serrana de camino a Somosierra nos topamos con el camping Monte Holiday, en Gargantilla del Lozoya, otro centro neur¨¢lgico madrile?o de actividades con peques (alojados y no alojados) que incluye jornadas seteras por el interior y alrededores de las instalaciones.
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