El ministro no bromea
Con sus ceremonias, inhumanidad y sarcasmos sobre los refugiados, Fern¨¢ndez D¨ªaz pretende echar el cerrojo de la insolidaridad
El drama de los que huyen de las guerras y conflictos de Oriente pr¨®ximo y del norte de ?frica no se puede olvidar ni postergar, por muchos que sean nuestros problemas dom¨¦sticos. A¨²n a riesgo de parecer repetitivo, desgraciadamente sigue siendo un tema de obligado tratamiento. Decenas de miles de personas siguen intentando llegar a nuestra acomodada Europa huyendo en masa de sus pa¨ªses, buscando refugio y paz. Ante este drama los ciudadanos europeos, inicialmente, dieron ejemplares muestras de compasi¨®n y solidaridad. Pero despu¨¦s la Uni¨®n Europea ense?¨® su fr¨ªo rostro de pragmatismo pol¨ªtico y acab¨® firmando con el gobierno de Turqu¨ªa un Tratado sobre retorno de refugiados que algunos han calificado como el tratado de la verg¨¹enza. Es una farsa pol¨ªtico-jur¨ªdica para justificar decisiones de expulsi¨®n masiva.
Los gobiernos de la UE, y entre ellos el gobierno en funciones de Rajoy y Fern¨¢ndez D¨ªaz, se desentienden de sus obligaciones de amparo y refugio. Han pactado trasladar forzosamente a los demandantes de refugio, entreg¨¢ndoles al gobierno de Turqu¨ªa, sabiendo su m¨¢s que dudoso respeto por los derechos humanos.
No tenemos derecho a olvidar que est¨¢n en lugares de internamiento masificado, verdaderos campos de concentraci¨®n, en los que permanecer¨¢n privados de libertad, de derechos y de esperanza, por tiempo ilimitado, y con la imprecisa posibilidad de retorno forzado a sus pa¨ªses, donde su vida corre peligro. Los que no son entregados a Turqu¨ªa permanecen en Grecia, hacinados y desasistidos en campos similares. La atenci¨®n presupuestaria de la UE, groseramente insuficiente, les condena a condiciones de vida insoportables.
Nuestro ministro de Interior en funciones es experto en estas lides de rechazo insolidario, de concertinas disuasorias y de devoluciones en caliente. Cuando le criticaron su insolidaridad para con los que buscan refugio, despu¨¦s de mofarse del ¡°buenismo¡± de los cr¨ªticos, pidi¨® que le dieran una direcci¨®n en donde proporcionen trabajo y manutenci¨®n a ¡°esa pobre gente¡±. ¡°Les aseguro que se los enviamos¡±, dijo, con lo que pretend¨ªa ser un agrio e inhumano sentido del humor, y no era m¨¢s que un cruel sarcasmo impropio de su responsabilidad y de un asunto tan necesitado de respeto y seriedad.
Tampoco bromeaba el ministro en otras ocasiones que, sin embargo, s¨ª podr¨ªan mover a la hilaridad. Por ejemplo, cuando, poniendo en evidencia su ineptitud, sus esp¨ªas le espiaron en su propio despacho, destapando sus planes de malversaci¨®n de recursos p¨²blicos con una torticera finalidad pol¨ªtica partidista.
No bromeaba, aunque lo pareciera, cuando organizaba actos lit¨²rgico-castrenses para condecoraci¨®n de v¨ªrgenes. Aunque ni siquiera era idea suya esta especie de farsa pseudoeclesial. Era un invento de Franco, cuyo nulo sentido del humor era proverbial. Tampoco practicaba el sentido del humor cuando consigui¨® que le nombraran caballero de la Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge. Porque, aunque resulte incre¨ªble, esa Orden existe, con su Gran Prior, sus comendadores, caballeros y damas, ultraconservadores nost¨¢lgicos de la Edad Media. Se atribuye su fundaci¨®n al emperador Constantino, que fue el que invent¨® una de las estrategias m¨¢s fruct¨ªferas y duraderas de la historia: la fusi¨®n entre la Iglesia y el Estado. Un modelo, sin duda, para Fern¨¢ndez D¨ªaz.
Con este modelo nuestro ministro parece que se considera habilitado para la pr¨¢ctica de sus aficiones lit¨²rgicas y de ¨®rdenes sacro-militares, y se estima absuelto de su entusiasta adhesi¨®n al tratado de la verg¨¹enza. Quiz¨¢ con esta convicci¨®n se cree legitimado para abordar el drama de los refugiados con agrios sarcasmos, con gestos ce?udos y destemplados, irrumpiendo en tan delicado tema sin respeto ni piedad, como un caballo en una cacharrer¨ªa. O mejor, como el caballo de Santiago Matamoros, m¨ªtico protagonista del grito b¨¦lico de ¡°Santiago y cierra Espa?a¡±, al que todav¨ªa podemos ver en im¨¢genes de iglesias espa?olas pisando cabezas de agarenos.
Ahora se pisan cabezas de otro modo. Con insolidaridad, con mezquindad en la concesi¨®n de asilo, con taca?er¨ªa en las cuotas de acogimiento. Cerr¨¢ndoles nuestra puerta. Recordemos c¨®mo Sancho Panza preguntaba a Don Quijote ?por qu¨¦ dicen Santiago y cierra Espa?a? ?Est¨¢, por ventura, Espa?a abierta y de modo que es menester cerrarla, o qu¨¦ ceremonia es esta? Tiene raz¨®n el buen Sancho. Espa?a est¨¢ abierta, pero no es menester cerrarla. Es el ministro, con sus ceremonias, inhumanidad y sarcasmos el que pretende echar el cerrojo de la insolidaridad. Y si tras el bloqueo pol¨ªtico sigue mandando ¨¦l, u otro como ¨¦l, volveremos a comprobar que esa gente no bromea.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena fue fiscal jefe del TSJC.
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