Trampeando y poniendo trampas
Los extremos de nuestro abanico pol¨ªtico son siempre los mismos: disidencia y credulidad
Mi¨¦rcoles
Cuenta Sloterdijk que el crecimiento vertical del hombre depende de una doble pr¨¢ctica: ascetismo y acrobacia.
La lecci¨®n es sugerente: ante la glotoner¨ªa bul¨ªmica y el miedo a caer de bruces, que son los rasgos caracter¨ªsticos de un mundo desorientado, hay que entrenarse. Al mal de los tiempos sobrevivir¨¢ quien haya perfeccionado la agilidad del equilibrista y el arte de renunciar.
Jueves
Seg¨²n Emerson, que esperaba del intelectual todas las cosas heroicas e inc¨®modas, las concentraciones y las renuncias que constituyen la vida noble, Shakespeare es la ¨²nica persona de toda la historia que nos resulta verdaderamente conocida. ¡°Las dulzuras y los terrores del destino humano se reflejan en su esp¨ªritu con la misma verdad¡±.
Viernes
Los enigmas de la tragedia permanecen. Por m¨¢s que la producci¨®n industrial y falsaria de ficciones, discursos, relatos, doctrinas e ilusiones se acelere en el tramo final de nuestro ciclo hist¨®rico. En este ep¨ªlogo, en el que la sociedad mal vive narcotizada por las im¨¢genes ilusorias que produce la industria del entretenimiento, la cultura es la maquinaria ansiol¨ªtica de una poblaci¨®n angustiada.
S¨¢bado
Es probable que nadie entienda nada, pero Piglia insiste en la necesidad de escribir una historia invisible de los modos de leer. El autor argentino trastorna la persuasi¨®n contempor¨¢nea, la desplaza, la invierte y la niega en un gesto subversivo que debemos descifrar. Piglia recuerda la misteriosa intensidad que reconocemos en los lectores ajenos al ruido del mundo. Leen. Nada los altera. Ning¨²n otro asunto les importa. La muchacha que lee su libro en el tren y que levanta la cabeza apenas un instante antes de llegar a su destino. Esta imagen conserva intacta su emoci¨®n.
Domingo
Los sucesos de la vida cotidiana, los sue?os y las lecturas configuran nuestra memoria. Nadie llega a estar seguro de d¨®nde proceden sus recuerdos. C¨®mo se han nutrido, alterado o embrollado. El parentesco entre lo que hemos vivido, so?ado o le¨ªdo es de una considerable vaguedad y esta confusi¨®n, cabe reconocerlo, es nuestra verdadera patria, nuestro origen. Ignorar que la personalidad, eso que pomposamente llamamos identidad, procede de los tres mundos, dar¨¢ a nuestra existencia una dimensi¨®n m¨¢s torpe. El lector que se ha entrenado en la pr¨¢ctica asc¨¦tica y acrob¨¢tica lo sabe. La lectura es un ejercicio de discernimiento. El arte de leer se utilizar¨¢ para descifrar los enredos de la vida y el laber¨ªntico embrollo de los sue?os.
Lunes
La iron¨ªa es la conciencia l¨²cida de una dificultad insalvable. Esta es una certeza, por lo dem¨¢s, antiqu¨ªsima. Por encima de las decepciones propias de cada generaci¨®n, todo ha sucedido con previsible regularidad y todo acaba convertido en un tour de force entre lo sublime y lo vulgar. No importa cu¨¢les vayan a ser las doctrinas que estas formidables fuerzas adoptan para darse a entender.
Martes
De una u otra manera, los extremos de nuestro abanico pol¨ªtico son siempre los mismos: disidencia y credulidad. Los ciudadanos d¨®ciles consumen las mercanc¨ªas ofrecidas como convicci¨®n: las celebran como si a ellos mismos se les hubiera ocurrido. Sus emociones coinciden con la de sus l¨ªderes y a veces incluso adoptan su aspecto. No tardaremos en ver proliferar peinados que imitan el tup¨¦ de Trump.
En la m¨¢s alejada ant¨ªpoda, resisten los disidentes. Una resuelta disposici¨®n de ¨¢nimo los distingue: una feroz displicencia. No creen en nada ni en nadie. Nada dan por sabido y les parece rid¨ªcula la facilidad con que sus contempor¨¢neos se prestan a sostener unos embaucadores, estafadores y falsificadores que s¨®lo producen sonrojo.
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