La moneda en el aire
El autor diserta sobre la perdurabilidad de la felicidad del ser humano
Vine a Oaxaca para que un sabio me contara la vieja leyenda china donde se narran los infortunios de un viejo emperador, el Emperador Amarillo (que lleg¨® a ser en tiempos, el hombre m¨¢s poderoso de la Tierra). El sabio en Oaxaca me cont¨® que hubo un d¨ªa en que el Emperador Amarillo mand¨® a reunir a todos sus s¨²bditos del palacio y a los guardias y funcionarios que lo rodeaban con el ¨²nico fin de verificar si era o no cierto el hecho de que en cierto pueblo viv¨ªa un hombre feliz. Un hombre realmente feliz. ?C¨®mo era posible que viviera en el reino un hombre plenamente y tan feliz que rebasaba incluso las satisfacciones del Emperador Amarillo?
Sucedi¨® entonces que uno de los consejeros del trono asegur¨® que se encargar¨ªa de solucionar el problema y a la siguiente madrugada rode¨® el jard¨ªn de la casa del hombre feliz, y mientras ¨¦ste dorm¨ªa, esparcieron 99 monedas de oro entre las flores y plantas del jard¨ªn. Al amanecer, el hombre otrora feliz fue recogiendo una a una las monedas, pero presa de la ambici¨®n y las ansias por el brillo del oro, se sent¨ªa insatisfecho: faltaba la 100, con 99 monedas a uno le falta un dedo.
La supuesta felicidad del hombre feliz qued¨® mancillada con la estrategia que propuso el ministro del Emperador Amarillo y para todos nosotros queda entonces abierta la ventana de una moraleja: cada vez que vaya usted caminando por la calle, en medio de Carretas, Arenal o Gran V¨ªa y cada vez que decida perderse en el Parque de El Retiro o rondar por Recoletos o recorrer la Princesa y luego, bajar al Parque del Oeste¡ cada vez que camine Madrid y se encuentre con una moneda por azar, recuerde lo que me dijo un sabio en Oaxaca: esa moneda es la se?al que faltaba de una cita que ha de ser siempre pendiente y la moneda ¨²nica con la que se completa la cuota de una felicidad suspendida. Es la moneda con la que quiz¨¢ se pague a Caronte el ¨²ltimo viaje al m¨¢s all¨¢ o el salvoconducto para salir del tedio de todos los d¨ªas. Es la moneda que llevamos en mente y que tambi¨¦n se puede compartir con quienes estiran la palma abierta en busca de un alivio. Es la moneda que viaja por los siglos, de la China hasta Oaxaca, pero pasando por Madrid.
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