Polif¨®nico Quijote
La Generalitat homenajea los 400 a?os de la muerte de Cervantes con una lectura de la novela en 12 lenguas distintas
El Quijote, cl¨¢sico universal de las letras castellanas, est¨¢ traducido a m¨¢s de 140 lenguas. De casi un 10% de ellas se pudo escuchar fragmentos de la obra ayer en la Reial Acad¨¨mia de les Bones Lletres de Barcelona. En consonancia con una de las grandes tem¨¢ticas fre¨¢ticas del libro ¡ªla locura con intervalos de lucidez o viceversa¡ª acog¨ªa la docta casa el acto con el que la Generalitat celebraba los 400 a?os de la muerte de Cervantes al mismo tiempo que una fiesta de una lujosa cadena de hoteles en su patio: en la intemperie de la crisis, la cultura marida con todo.
Las lecturas tambi¨¦n jugaron con esa ambig¨¹edad: el fragmento en catal¨¢n se homolog¨® al alem¨¢n, ingl¨¦s, franc¨¦s o italiano; y entre ellas, una lengua m¨¢s, en castellano. Planteada taimadamente la cosa y tras una tan divertida como dilatada ubicaci¨®n de los episodios quijotescos en Barcelona por parte del fundador de la Asociaci¨®n de Cervantistas, Alberto Blecua (¡°no me aplaudan por lo que he dicho sino por lo que he dejado de decir¡±, dej¨® caer con su gen¨¦tico humor), empezaron las recitaciones.
En la primera tanda, el caballero son¨® en hebreo sorprendido por ver por vez primera el mar gracias a la musicalidad y la facilidad rapsoda de Manuel Forcano. Sint¨¦tico, como manda la lengua hebrea, fue el director del Institut Ramon Llull, que no fue el ¨²nico rapsoda institucional: uno de cada tres que leyeron fragmentos ostentaba cargo en la administraci¨®n catalana.
Era el caso, tambi¨¦n, de Jus¨¨p Boya, director general de Archivos, Bibliotecas, Museos y Patrimonio, que recit¨® en su idioma materno, el aran¨¦s, ¡°lengua de los trovadores¡±. Y entre el cortinaje de terciopelo rojo, suelo de madera que delataba a los que llegaban tarde o se iban pronto y pinturas de figuras hist¨®ricas en barrocos y robustos marcos, lleg¨® a sonar la obra de Cervantes en rumano, que congreg¨® movimiento de c¨¢maras y runr¨²n. Lo generaba una mujer de blusa blanca y chaquetilla granate, rostro tapado por la media melena negra de pelo lacio. Era Marcela Topor. O dicho de otro modo, la esposa del president Carles Puigdemont. Un particular azar quiso que leyera un fragmento del cap¨ªtulo 62, el de la cabeza encantada y ¡°otras ni?er¨ªas que no pueden dejar de contarse¡±. Su participaci¨®n quiz¨¢ explicaba, de una tacada, la presencia de un hombre de anchas espaldas y cara aburrida y de pocos amigos y la de dos mujeres con traje-chaqueta de cuadros grises y negros: ?seguridad y protocolo?
Salpicados por la intervenci¨®n del periodista Sergio Vila-Sanju¨¢n ¡ªque ley¨® un fragmento original y luego hizo ver al poco m¨¢s de centenar de asistentes que un castellano ¡°fij¨® el nacimiento de Barcelona como escenario literario y capital del libro¡±¡ª y la del cineasta Albert Serra ¡ªque explic¨® su adaptaci¨®n ¡°un punto grotesca¡± de la novela¡ª, algunos lectores respondieron al estereotipo nacional. As¨ª, el traductor Marc Ruiz-Zorrilla ofici¨® de ruso: corpulento, bigote y perilla negros, todo imponente para recitar a un cl¨¢sico all¨ª ya traducido en 1838; la portuguesa, en la voz de la editora In¨ºs Castel-Branco, dej¨® ir la saudade: del de la triste figura record¨® el episodio de su marcha de la ciudad.
¡°M¨¢s que extranjera, el amazic deber¨ªa considerarse aqu¨ª lengua propia¡±, le espet¨® al conseller Santi Vila la escritora Najat el Hachmi cuando hizo el tit¨¢nico esfuerzo de traducir ella misma (no existe versi¨®n alguna de El Quijote) a la lengua oral que es propia de los marroqu¨ªes. Ped¨ªa perd¨®n por alg¨²n lapso, pero parte de la audiencia se hab¨ªa marchado ya tras la lectura de Topor. L¨¢stima: se perdieron al presidente del Institut d¡¯Estudis Catalans, Joandom¨¨nec Ros, que acaba de presentar las flamantes ortograf¨ªa y gram¨¢tica catalanas de sustrato fabriano, leyendo, acompa?ado del lenguaje de signos, un fragmento en catal¨¢n de la versi¨®n que en 1891 realiz¨® Antoni Bulbena, duro objetor de los trabajos de Pompeu Fabra. Polif¨®nicas cosas veredes, amigo Sancho...
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