TV3, la ¡°nostra¡± o de qui¨¦n?
Los partidos del Gobierno catal¨¢n tienen un concepto patrimonial de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos y esto pasa con TV3
Los partidos en el Gobierno tienen un concepto patrimonial de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos y eso pasa en TV3. El director general de comunicaci¨®n del Gobierno catal¨¢n, por ejemplo, considera ¡°una intromisi¨®n¡± que un diputado de la oposici¨®n pida una lista de tertulianos. Y lo argumenta parapet¨¢ndose en el respeto a los profesionales del medio. Un escudo utilizado demag¨®gicamente porque son esos mismos profesionales los que denuncian sistem¨¢ticamente la elecci¨®n pol¨ªtica de los cargos directivos de las emisoras y han tenido que ser ellos, y no los pol¨ªticos, quienes batallaron ¨Cy ganaron- para ofrecer una informaci¨®n sin bloques electorales durante las campa?as. Contemplar la cr¨ªtica como una injerencia y no un ejercicio saludable ¨²nicamente demuestra que el Gobierno no quiere estorbos en el cultivo del jard¨ªn medi¨¢tico catal¨¢n y sus organismos p¨²blicos.
Cuando se plantea la cr¨ªtica de la escasa presencia en las tertulias de voces que contradigan el relato oficial, los defensores del actual modelo se acogen a que en muchos medios de Espa?a tambi¨¦n est¨¢n extremadamente minorizadas o excluidas las voces que defienden el camino de la independencia para Catalu?a. Y es cierto, pero el empleo de este argumento defensivo descubre, al mismo tiempo, un reconocimiento a la parcialidad (?compensatoria?) de los medios p¨²blicos de la Generalitat donde, muy a menudo, el discrepante de fondo, caso de haberlo, es un ¨²nico ponente cuya soledad connota de excentricidad sus argumentos. A ello se a?ade el acompa?amiento de una selecci¨®n de mensajes procedentes de las redes sociales, mayoritariamente favorables al camino de la mayor¨ªa parlamentaria.
La ley que cre¨® la Corporaci¨® Catalana de RTV en 1983 fue una de las primeras aprobadas por consenso un¨¢nime en la c¨¢mara catalana. Y naci¨® teniendo que combatir intentos de recluirla en un papel folcl¨®rico. TV3 y Catalunya R¨¤dio han jugado un papel muy importante en la normalizaci¨®n del catal¨¢n y siempre han evitado la tentaci¨®n de acudir a los g¨¦neros m¨¢s barriobajeros que asegurar¨ªan una mayor audiencia. Pero como me comentaba hace a?os un alto responsable de TV3, su ausencia de la parrilla no se explica ¨²nicamente por una l¨®gica obligaci¨®n de un medio p¨²blico si no porque los catalanes, que tambi¨¦n disfrutan de estos programas, quieren verlos pero no quieren verlos en TV3 que naci¨®, adem¨¢s, como reflejo de un supuesto y limpio imaginario sobre Catalu?a que no puede empa?arse con diversiones groseras.
Ahora, el debate sobre TV3 sube de tono por la p¨¦rdida de liderazgo. Ante este descenso, la direcci¨®n de TV3 ha planteado una futura programaci¨®n para atraer a la audiencia ¡°joven y urbana¡± que emigra a otras ofertas. Algo m¨¢s f¨¢cil de enunciar que de conseguir. Y ello va asociado a una petici¨®n de subvenciones p¨²blicas suplementarias. Los responsables de los medios p¨²blicos hist¨®ricamente se han visto sometidos a una triple demanda por parte de la oposici¨®n de turno: m¨¢s audiencia, m¨¢s servicio p¨²blico (en un entendimiento dudoso del t¨¦rmino) y menos costes. Una triangulaci¨®n dif¨ªcil. Pero est¨¢ claro que un uso partidista del medio no ayuda a sostener peticiones de m¨¢s subvenciones. TV3 se anuncia como ¡°la nostra¡±, pero el cultivo de este posesivo resulta m¨¢s complicado si se detecta una merma de audiencia por deserci¨®n (algo explicable por la multiplicaci¨®n de pantallas y plataformas) o por expulsi¨®n de un sector de la ciudadan¨ªa por la persistencia en la construcci¨®n medi¨¢tica de un imaginario, no ¨²nicamente pol¨ªtico, que los desaloja (lo que ser¨ªa m¨¢s preocupante).
La p¨¦rdida de pluralismo tambi¨¦n se detecta en el descenso de emisoras aut¨¦nticamente locales, de las que Catalu?a fue pionera en su emergencia, en una innovadora pr¨¢ctica del periodismo de proximidad. Una desaparici¨®n provocada por la crisis, pero tambi¨¦n por maniobras legislativas que favorecen cadenas de televisi¨®n local con poca vinculaci¨®n con las demarcaciones donde emiten. Unas maniobras que el profesor de la UAB, Josep ?ngel Guimer¨¤ explica, en parte, ¡°por los intereses pol¨ªtico-medi¨¢ticos del gobierno¡±
El Gobierno ha vuelto a sondear sobre la implantaci¨®n de un canon. No es nada extra?o. Los hay en Reino Unido, Francia, Italia, Alemania... En la medida que se aplica a los tenedores de un televisor resulta ahora un tanto anacr¨®nico cuando mucha televisi¨®n se ve en pantallas alternativas. Pero es inevitable la sospecha de que se quiera implantar ¨²nicamente para evitar el sonrojo presupuestario cuando se comparan partidas dedicadas a medios de comunicaci¨®n y a urgencias sociales. De hecho, los ciudadanos ya pagamos con los impuestos los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos.
Pero lo urgente es, como reclamaba en febrero de este a?o el Col.legi de Periodistes, que se acabe con el mercadeo pol¨ªtico de los cargos directivos y, desde el consenso, se reforme la ley que rige los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n, para afianzar su pluralismo y necesario papel en una democracia.
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