Un d¨ªa por el lado oscuro de la cocina
Recorrido por algunos de los bares y restaurantes en los que la Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona ha hallado deficiencias sanitarias
El 90% de los establecimientos de restauraci¨®n inspeccionados por sanidad en Barcelona presentan alg¨²n tipo de irregularidad. Las probabilidades de comer en un local con alguna deficiencia son elevadas: una baldosa rota puede ser motivo de multa. Pero tambi¨¦n hay un 7% de establecimientos que sufren problemas serios y 30 en los que se han detectado un m¨ªnimo de tres deficiencias graves los ¨²ltimos dos a?os.
?C¨®mo es almorzar y cenar en estos locales reincidentes? Empiezo con un aperitivo en el Bar Nuri, a tocar de la estaci¨®n de Sants. La Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona (ASPB) ¡ªformada por Ayuntamiento y Generalitat¡ª indica que el Bar Nuri fue sancionado en agosto de 2015 por ¡°deficiencias graves por reincidencia en Procesado y Manipulaci¨®n, Limpieza, Condiciones F¨ªsicas y de Mantenimiento y Autocontroles¡±. Tres meses despu¨¦s todav¨ªa se detectaban ¡°deficiencias leves en Procesado y Manipulaci¨®n y en Autocontroles¡±. Pido una ca?a y patatas fritas. Me siento en uno de los tres taburetes que tiene el local; los tres se tambalean y han tenido que ser reparados con metros de cinta aislante. De la cocina sale un cocinero con una hamburguesa y una tapa de bravas para el ¨²nico cliente que hay al margen de un servidor. El encargado supervisa la escena frente a un cartel de una empresa de control de plagas. De la cocina solo se ve un viejo mueble con un mont¨®n de recipientes de especias. En cualquier momento esperas que Alberto Chicote salga de los fogones gritando al camarero.
Para almorzar me dirijo al Fenicia, uno de mis libaneses favoritos. La ASPB lo describe con las mismas faltas que el Bar Nuri. Queda poco para que sean las dos y en el Fenicia todav¨ªa est¨¢n limpiando el local con un par de mochos mientras un chico echa una cabezadita en una mesa. Sobre la mesa del Fenicia se levanta la peque?a capilla de San Antonio, que bendice la avenida que lleva su nombre. Cerca del Fenicia pruebo suerte en la pizzer¨ªa Ciutat Comtal. En la calle anuncian las ofertas del d¨ªa, la m¨¢s destacada son 4 quintos de cerveza y unas bravas por 5 euros. Dentro, el calor y la falta de luz someten al reci¨¦n llegado. Todav¨ªa no hay ning¨²n cliente aunque todo est¨¢ preparado para recibir a una legi¨®n. Todo en el local parece demasiado envejecido: mesas apareadas de madera oscura, como de mes¨®n polon¨¦s en un subterr¨¢neo, entre p¨®sters descoloridos de estrellas de Hollywood. Una virgen preside la mesa con el libro de reservas.
Opto por comer en el local reincidente con m¨¢s clientela que encuentro, el restaurante gallego Los Ancares. Me convence la cantidad de gente que hay, que anuncian un men¨² de fin de a?o por 30 euros, animado por el DJ El Gran Rodri y que me encuentro con el exdirigente del PSC Josep Maria Sala sentado frente una pecera en la que solo distingo una solitaria langosta. El establecimiento es grande. Las paredes est¨¢n pintadas con paisajes gallegos; las mesas est¨¢n ordenadas para recibir grupos de comidas de Navidad. Elijo el men¨² de 10 euros: sopa de cocido, corvina y patatas al horno y caf¨¦. El encargado admite que ten¨ªan deficiencias de higiene pero tambi¨¦n lamenta que les hayan sancionado por detalles como tener que guardar los platos en un armario cerrado ¡ªasegura que pocos restaurantes lo hacen¡ª o instalar un term¨®metro extra en una c¨¢mara frigor¨ªfica.
Por la noche me acerco al ¨²nico punto negro de la zona bien de la ciudad: el bar Sant Francesc, en Sant Gervasi. Parece un bar de gasolinera, con mesas de pl¨¢stico y muebles reutilizados de una mudanza. El espacio huele a agua de fregar sucia. Solo estoy yo y una mesa de asiduos, amigos del propietario, un hombre mayor que advierte a la camarera que al d¨ªa siguiente traer¨¢n las cervezas. Es el cl¨¢sico bar donde sabes que encontrar¨¢s al borracho del barrio. Pido una t¨®nica y unas olivas de una bandeja de hacer; saben a encurtido de lata. Para cenar elijo el restaurante chino Nanit, en la calle Balmes. Lo primero que detecto es que las suelas de mis zapatos se enganchan en el suelo. Los tres empleados del establecimiento visten viejas camisetas promocionales de Moritz ¡ªtienen una nevera de esta marca en medio del comedor¡ª. Pido un plato de tofu y arroz blanco. Una mosca sobrevuela mi mesa. Dos italianos detr¨¢s m¨ªo brindan con cerveza frente a un mural que copia las caracter¨ªsticas caras sonrientes del artista Yue Minjun. Nadie sonr¨ªe pero yo estoy satisfecho: he finalizado el d¨ªa sin recurrir al Fortasec.
Buena nota en Internet
Muchos establecimientos del centro de Barcelona en los que se han detectado m¨²ltiples deficiencias sanitarias los ¨²ltimos a?os obtienen altas puntuaciones por parte de los clientes en Internet. El liban¨¦s Fenicia tiene en Google 113 rese?as, la gran mayor¨ªa positivas, y recibe una puntuaci¨®n global de 4,3 sobre 5. ¡°Buen precio y buena comida, me encanta el plato combinado shawarma as¨ª como otros platos que he probado¡±, escribi¨® David Teixid¨® la semana pasada en Google sobre Fenicia. En TripAdvisor, 145 de 167 opiniones califican Fenicia de ¡°excelente¡± o ¡°muy bueno¡±. El chino Nanit consigue en TripAdvisor 116 de 147 puntuaciones como ¡°excelente¡± o ¡°muy bueno¡±, y en Google, un 4,2/5. En la calle Aribau, el restaurante Napa, otro con tres o m¨¢s deficiencias sanitarias en 2016 -posteriormente corregidas- recibe en Google una puntuaci¨®n de 4,6/5; en TripAdvisor ha sido premiado con un certificado de excelencia y 500 de 700 puntuaciones lo califican de ¡°excelente¡±. Los hay que superan el aprobado por los pelos. La pizzer¨ªa Ciutat Comtal de Sants tiene en Google una puntuaci¨®n de 2,8/5. El local de comida asi¨¢tica Bwok, en Urquinaona, aprueba con un 5,6/10 en Foursquare y con un 2,7 en Google.
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