Mando en plaza
El veterano autor madrile?o es m¨¢s s¨®lido que nunca, aunque renuncie a una cierta dosis de intimidad
No vamos a descubrir, ni aqu¨ª ni ahora, a Quique Gonz¨¢lez. Es un grande y acumula casi dos d¨¦cadas entregando grandes canciones para avalarlo. Pero hubo en su emotiva y a ratos arrolladora comparecencia del jueves en el Palacio de los Deportes al menos un par de elementos para la reflexi¨®n. El primero: puede que nunca se haya visto a Gonz¨¢lez tan expansivo cono ahora, orgulloso de vestir su piel y alejado de aquel chico taciturno que no paraba de escrutar la punta de los zapatos. Y la segunda: ten¨ªamos tantas ganas de un buen disco de Quique, tras dos o tres entregas algo dispersas, que quisimos ver en Me mata si me necesitas un ¨¢lbum m¨¢s redondo de lo que es. Su autor lo defiende ¨ªntegramente en dos tandas, cara A y cara B, pero el contraste con logros previos abona la sospecha de que se nos fue la mano con los ep¨ªtetos. Y detalles como la costra de rock adulto en Sangre en el marcador, tambi¨¦n.
Cuenta ahora este madrile?o medio c¨¢ntabro con la banda seguramente m¨¢s arrolladora que se le ha conocido, esos Detectives ideales para pisar el acelerador en las cr¨®nicas de pasi¨®n, tormento o carretera. ¡°Qu¨¦ buenos sois, t¨ªos¡±, les espeta un entusiasmado jefe de filas a David Schultess (¨®rgano) y Edu Ortega (viol¨ªn) en mitad de Te lo dije. Pero el aut¨¦ntico y genuino tesoro es patrimonio de Nina de Juan, la joven cantante de Morgan, una muchacha que engrandece Charo y sublima pocos minutos m¨¢s tarde, con el ¨²nico respaldo de una ac¨²stica y un viol¨ªn, la ya superlativa De haberlo sabido.
Puede que se echasen de menos otros momentos as¨ª, ¨ªntimos y confesionales, m¨¢s propicios para el temblor o el escalofr¨ªo, pero este Quique detectivesco apuesta por un discurso vigoroso, revitalizado, plet¨®rico como una velada con los Heartbreakers. La f¨¢brica es un chispazo delicioso a la manera de Jackson Browne, igual que Aver¨ªa y redenci¨®n reactiva el cancionero tal que si se tratara de un complejo vitam¨ªnico. La generosidad se extiende a los invitados: espl¨¦ndido El Drogas asumiendo como propia D¨®nde est¨¢ el dinero, muy complementario David Ruiz (La MODA) con su voz rugosa y cr¨¢pula para Y los conserjes de noche.
Quedan otras decisiones m¨¢s discutibles, como la dylanizacion de La ciudad del viento, m¨¢s desfigurada que reinventada. O esa lectura algo pomposa de Salitre, que descuida su fulgor mel¨®dico (nadie en el p¨²blico se vio capaz de tararearla) con tanto empe?o por inyectarle electricidad. Por lo dem¨¢s, la presencia de C¨¦sar Pop acent¨²a las sospechas de que Rel¨¢mpago se le pod¨ªa haber ocurrido a Leiva el mismo d¨ªa de Estrella polar. Pero Quique Gonz¨¢lez no ha hecho sino extender y consolidar su mando en plaza. Que m¨¢s de 3.000 personas contengan la respiraci¨®n, y casi el tiempo, durante Aunque t¨² no lo sepas no se consigue desde el primer d¨ªa.
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