Las reglas del negocio de Kolt¨¨s

Cuarta acepci¨®n de la palabra ¡°negocio¡± del Diccionario de la Lengua Espa?ola: acci¨®n y efecto de negociar. En la solitud dels camps de cot¨® de Bernard-Marie Kolt¨¨s es un magn¨ªfico tratado literario-po¨¦tico de c¨®mo se negocia, con la pureza at¨¢vica del regateo. Un juego de seducci¨®n entre el que carga con un deseo y que el que posee su satisfacci¨®n. Kolt¨¦s obvia si entre el comprador y el vendedor (matizado como dealer) hay trato posible, omite la naturaleza del objeto del deseo y el precio de la transacci¨®n. Su di¨¢logo se centra en la fascinaci¨®n por el mecanismo del encuentro, por el tira y afloja entre dos voces enzarzadas en vencer al contrario, obteniendo el m¨¢ximo premio a cambio de un m¨ªnimo reembolso. Una batalla con todas las armas ¨Cl¨ªcitas o il¨ªcitas¨C en un campo sin honor.

Dos voces sin otra identidad que el papel de adversarios que se necesitan en esta contienda dial¨¦ctica. El texto es un prodigio de lenguaje transversal, construido con un vocabulario que transita por todas las capas sociales y culturales, como har¨ªa un ladr¨®n de palabras, mezclando im¨¢genes vulgares con estructuras complejas, inyectando un sublime lirismo a paisajes s¨®rdidos, serenidad al peligro. Es imposible adjudicarles un rostro a los dos personajes a no ser que se sobrepongan todos los rostros sobre un ¨²nico bic¨¦falo del autor. No son nadie, aunque en un lejano principio Kolt¨¨s los imaginara como un hombre blanco y otro negro. Joan Oll¨¦ ha tenido la buena idea ¨Centre todas las identidades posibles¨C de ceder al dealer el cuerpo de un hombre maduro (Andreu Benito) en contraste con el f¨ªsico m¨¢s joven del comprador (Ivan Benet). En un texto como ¨¦ste es un gesto cargado de intenciones. S¨®lo cuerpos, en una obra que en realidad no posee personajes con sus conflictos psicol¨®gicos, que condicionan el imaginario del espectador, abortan conclusiones y abren nuevas elucubraciones sobre la cuerda invisible de un combate ontol¨®gico.

Pero el acierto de la variable que introduce Oll¨¦ se ve rebajado por la naturaleza extrovertida de las interpretaciones, sobre todo la de Benet. Hay una exhibici¨®n de teatralidad, de b¨²squeda de personaje y sus hondas motivaciones que chocan con la intimidad excluyente que se genera en cualquier negocio. La premisa ¡°esto es un asunto entre t¨² y yo¡± ¨Cque tanto sirve para un lobo de Wall Street como para el ¡°camello¡± de un banlieue¨C se ve alterada por esa mirada buscando de reojo al p¨²blico en la oscuridad. La tradicional relaci¨®n distante que tiene Benito con sus papeles, su tendencia a la salmodia de tonos graves, se ajusta mejor al car¨¢cter abstracto de este texto que las explosiones emocionales que comparte Benet, sin que nadie espere esa complicidad con alguien que no participa del negocio.