Liberalismo autoritario
Urge una izquierda que ponga la cuesti¨®n social en primer plano, para pasar del s¨¢lvese qui¨¦n pueda a la pol¨ªtica como poder de los que no tienen poder
La elecci¨®n de Donald Trump es un frenazo a la hegemon¨ªa neoliberal, pero sobre todo el fin de su versi¨®n progresista. Lo afirma Nancy Fraser en un art¨ªculo en Dissent, The End of Progressive Neoliberalism. ?Es realmente as¨ª? No hay duda de que se han encadenado una serie de acontecimientos que, siendo muy distintos en sus formas, planteamientos y objetivos, comparten el rechazo ¡°de la globalizaci¨®n corporativa, del neoliberalismo, y de los establecimientos pol¨ªticos que los han promovido¡±.
Adem¨¢s del acceso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, Fraser enumera el Brexit, el fracaso de Renzi en Italia, la campa?a de Sanders para la nominaci¨®n dem¨®crata, y el protagonismo del Frente Nacional en Francia, y podr¨ªamos a?adir la implosi¨®n reaccionaria en Centroeuropa, la irrupci¨®n de Podemos en Espa?a, y un proceso general de repliegue hacia el espacio cercano del Estado naci¨®n como reacci¨®n a la acelerada expansi¨®n globalizadora.
La crisis de reputaci¨®n del neoliberalismo est¨¢ provocando una mutaci¨®n: de la versi¨®n liberal a la autoritaria; de la desregulaci¨®n general a la desregulaci¨®n selectiva, centrada en el inter¨¦s de las grandes corporaciones. Ataques a la prensa, defensa de la tortura, nuevos muros, cuestionamiento del aborto, criminalizaci¨®n de la emigraci¨®n, prioridad para los nuestros, construcci¨®n del enemigo, el arranque de Trump despliega todo el arsenal autoritario, con el pretexto de construir un cobijo para que sus electores no se sientan a la intemperie.
Trump no conoce las reglas de la gobernanza pol¨ªtica, pretende gobernar el Estado como a sus propias compa?¨ªas: ¨¦l decide y los dem¨¢s ejecutan y obedecen. Ha prescindido del establecimiento pol¨ªtico, se ha cargado la distribuci¨®n de funciones entre p¨²blico y privado, y ha llevado directamente a los empresarios a gobernar. Los intereses de ¨¦stos ya no est¨¢n protegidos por intermediarios sino por ellos mismos, y la bolsa americana aplaude con entusiasmo. Dicho de otro modo, el neoliberalismo pierde imagen liberal y se hace m¨¢s conservador y autoritario, para que el individuo ¡ªel sujeto econ¨®mico autosuficiente en lucha contra todos por la supervivencia, que es el ¨¢tomo sobre el que se construy¨® la hegemon¨ªa neoliberal¡ª sin ganar un ¨¢pice de protecci¨®n se sienta menos desamparado, subyugado por la promesa que toda la prioridad a los de casa. El neoliberalismo evoluciona hacia el iliberalismo del que los antiguos pa¨ªses del Este de Europa han sido pioneros.
De modo que lo que ha entrado realmente en crisis, como dice Nancy Fraser, es la cara amable del neoliberalismo, el progresista. En Espa?a, tenemos un prototipo de este modelo: el PSOE de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que situ¨® al pa¨ªs en la vanguardia de los derechos civiles pero se movi¨® siempre dentro de la m¨¢s pura ortodoxia econ¨®mica, descuidando las pol¨ªticas que pudieran frenar el crecimiento de la desigualdades y la fractura social e inaugurando la austeridad expansiva.
El protagonismo de los nuevos movimientos sociales (Fraser cita el feminismo, el antirracismo, el multiculturalismo, y los derechos LGTB) durante los mandatos de Clinton y Obama o de Zapatero ha rescatado enormes injusticias y ha dado el reconocimiento que se ha venido negando a gran parte de los ciudadanos. Y debe seguir siendo prioritario. Pero la confluencia con unas pol¨ªticas basadas en los intereses de los grandes negocios financieros y tecnol¨®gicos, les ha colocado en una posici¨®n de coartada, y ha cundido la sensaci¨®n de que su protagonismo era a costa de otras pol¨ªticas sociales b¨¢sicas. De ah¨ª el rechazo en determinados sectores que Trump supo capitalizar.
Sanders fue quien mejor entendi¨® el problema e intent¨® colocar la cuesti¨®n social en el centro de la escena, sin menoscabo de los derechos civiles y humanos b¨¢sicos. Pero como dice Nancy Fraser, Trump se desembaraz¨® f¨¢cilmente del establecimiento pol¨ªtico republicano, mientras que Sanders le cerraron el paso los dirigentes dem¨®cratas. ?Qui¨¦n tomar¨¢ el relevo?
Las izquierdas, y especialmente la socialdemocracia, cuando ha detectado el malestar y la desconfianza de su electorado, ha reaccionado demasiado a menudo a la defensiva o, como en el caso de Manuel Valls, asumiendo parte de la agenda de la extrema derecha en materia de inmigraci¨®n y patriotismo. Urge una izquierda que ponga la cuesti¨®n social en primer plano, para pasar del s¨¢lvese qui¨¦n puede a la pol¨ªtica como poder de los que no tienen poder. Y abandonar la sociofobia, que ha sido el mayor ¨¦xito del neoliberalismo.
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