La dignidad y los presupuestos
Malos tiempos para paliar los efectos nocivos que golpean a los eslabones m¨¢s d¨¦biles
Cuando el comunismo era un acicate para construir los Estados de bienestar en la Europa continental democr¨¢tica, se ironizaba con que la diferencia entre la derecha y la izquierda se plasmaba en las pel¨ªculas programadas en los canales de televisi¨®n p¨²blicos, los ¨²nicos entonces realmente existentes. A mayor liberalidad, gobernaba la izquierda; a menor, la derecha, siempre preocupada por las almas descarriadas. Entonces, el denominador com¨²n de socialdem¨®cratas y democristianos era la defensa de los logros sociales. Por convicci¨®n o por miedo. Eran tiempos en los que, para la izquierda dura, la cogesti¨®n era sospechosa de actuar como trampa saducea para integrar a los obreros al capitalismo. Y en los que se debat¨ªa si la sanidad era un mero ¨²til para reparar la mano de obra averiada.
Desde la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, la cogesti¨®n ha pasado a ser una utop¨ªa, porque lo habitual en el mercado de trabajo es que se contrate por d¨ªas cuando no por horas, como el cura vasco de la obra de Jacques Deval ¡ªEl comprador de horas¡ª que redime prostitutas a tiempo parcial para que recen el rosario. Y qu¨¦ decir de la sanidad: la reparaci¨®n de la mano de obra se ha convertido en un bien escaso. Ahora se llevan los pasillos de las urgencias a rebosar. Por no hablar de ese ej¨¦rcito de reserva de mano de obra que, m¨¢s que desempleo estructural, supone una condena permanente a la condici¨®n de precariado, tal como explica Zygmunt Bauman.
Ahora, cuando todo logro social es tan caprichosamente l¨ªquido como el precio del megavatio hora, es normal que las Entidades Catalanas de Acci¨®n Social (ECAS) se ocupen, preocupen y redoblen sus esfuerzos por lo inmediato. Toda peque?a conquista es bienvenida y, por ello, ser¨ªa de agradecer que se pusieran en marcha ese 40% de las 273 medidas de emergencia que el Parlament aprob¨® desarrollar urgentemente en marzo de 2016, cuando se dio luz verde a una resoluci¨®n para blindar los derechos que pudieran resultar afectados ¡ªcomo ha sucedido¡ª por decisiones de las instituciones del Estado.
Entonces no se pudo hacer nada, seg¨²n explicaciones del Gobierno catal¨¢n, debido a la pr¨®rroga presupuestaria. Pasada la Navidad, hemos conocido que la crisis ¡ªentendida, claro, como oportunidad¡ª ha permitido que el 1% de la sociedad con m¨¢s patrimonio de Espa?a aumente su porci¨®n del pastel de riqueza del 16,87% al 20,23% entre 2011 a 2014. Ser¨ªa bueno contagiarse de ese esp¨ªritu emprendedor para que las cuentas de la Generalitat de 2017 sean una oportunidad social.
Pero los presupuestos para este a?o no llevan ese camino, a pesar de que se han convertido en la clave de b¨®veda que, al parecer, lo sostiene todo: el refer¨¦ndum precisa de las cuentas para 2017; las inversiones sociales, tambi¨¦n¡ De pronto, los presupuestos auton¨®micos ¡ªtal como est¨¢n¡ª son la panacea social en el camino hacia la independencia y estandarte de la ¡°dignidad¡± de la mayor¨ªa que gobierna este pa¨ªs, de acuerdo con el t¨¦rmino empleado por el propio presidente Carles Puigdemont. Si no se aprueban los presupuestos, ¡°por dignidad¡± no hay refer¨¦ndum. A veces todo parece un triste e indigno se?uelo para seguir gobernando, porque desde el pleno de la pobreza de marzo del a?o pasado ni siquiera se han puesto a trabajar en serio las mesas que deb¨ªan hacer el seguimiento de las medidas aprobadas: ni la de la pobreza energ¨¦tica, ni la de la vivienda, ni la de la infancia, ni la de ciudadan¨ªa e inmigraci¨®n, seg¨²n la Mesa de Entidades del Tercer Sector. Y en los presupuestos lo cierto es que se ha desperdiciado la oportunidad de revisar a fondo el sistema fiscal, tal como solicitan las entidades sociales, y de plasmar medidas de choque.
Es evidente que la praxis pol¨ªtica act¨²a como eficaz disolvente de fronteras entre derecha e izquierda cuando ejercen el poder. Pero ahora, al contrario de lo que suced¨ªa antes de la ca¨ªda del Muro, lo que era un derecho consolidado se ha convertido en utop¨ªa. La riqueza se concentra en menos manos que nunca y no hay ni asomo de sentimiento de culpa ni prop¨®sito de enmienda respecto a las responsabilidades en los recortes y en la crisis. El 51% de los contratos de trabajo que se cerraron el a?o pasado en Espa?a no requieren de cualificaci¨®n, pero hablar de que la renta b¨¢sica contin¨²a siendo un tab¨². Malos tiempos para paliar los efectos nocivos que golpean a los eslabones m¨¢s d¨¦biles.
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