Vuelve Joan Fuster
El museo de Sueca, en la casa donde el escritor vivi¨® y recibi¨® dos paquetes-bomba, es otro de sus prodigios pues se ha abierto sin presupuesto propio
![Una de las obras del Equipo Realidad que se expone en el Museo Joan Fuster de Sueca.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CFNDJ56BYYSMEKALSG64TZF6TQ.jpg?auth=b7f4e43bf176d3edd636817a18f831561b13d21221922e1646ffcad679481844&width=414)
En 1968 Joan Fuster cumpl¨ªa los cuarenta y seis y ve¨ªa publicado el primer volumen de su Obra Completa. Bastante joven y ya consagrado. Un indicio doble: de la vitalidad precoz y sostenida de su escritura ensay¨ªstica y de aforismos de muy diversa ¨ªndole, y de la energ¨ªa editorial en catal¨¢n que emit¨ªa aqu¨ª y all¨¢ Edicions 62. La presentaci¨®n ser¨ªa en la librer¨ªa Ona y para la ocasi¨®n el Equipo Realidad recibi¨® un encargo. Las im¨¢genes, cuadros recortados cual figuras de c¨®mic y de fallas, terminaron siendo siete. Una ilustra este art¨ªculo: Fuster con el as de bastos y una balanza. Todas, las siete, se pueden ver en el reci¨¦n inaugurado Museu Joan Fuster, en Sueca, faltar¨ªa m¨¢s.
Fuster blande una pieza clave de la baraja espa?ola y el icono de la justicia, cuando en efecto pintaban bastos y los tribunales pol¨ªticos franquistas trabajaban a rabiar. Describo las dem¨¢s pinturas. Fuster como ¨¢guila bien posada en el suelo con una garra y una pluma de escribir en la otra. Demonio en jefe entre llamas. Gloria local de Sueca con sus laureles. Acad¨¦mico con birrete, toga y medalla. Arrocero de pa?uelo de nudos en la cabeza, cigarrillo en boca y colorido traje de faena. Y Fuster como tribuno romano con gafas, banda rosa fucsia y pu?o derecho medio levantado.
Todos ellos, los siete Fuster que plasm¨® el Equipo Realidad (Joan Cardells y Jorge Ballester, 1966-1976) dialogan en el museo. Todo eso fue. Y siendo muchos, hubo m¨¢s. Los Realidad, pintores tan conocidos entre la modernidad de la ¨¦poca como el Equipo Cr¨®nica, buenos representantes todos ellos del pop cr¨ªtico ib¨¦rico, mayormente valenciano, pintaron con iron¨ªa y afecto el Fuster m¨¢s p¨²blico.
Ahora, adem¨¢s, est¨¢ con ellos el poeta, conversador, escritor de cartas a mano y a m¨¢quina (no quiso ordenador, tampoco mesa de despacho), un tipo que lo guardaba todo, incluso la lista de la compra o la nota que le dejaban bajo la puerta cuando no estaba o no lo o¨ªa o no abr¨ªa. Su colecci¨®n de arte modesta pero constante. Sus dibujos, tan poco conocidos. Al cabo, fue hijo ¨²nico de un tallista de im¨¢genes y profesor de dibujo, el primero de la familia que no sigui¨® con la tradici¨®n agr¨ªcola suecana, el arroz. Y se ocupar¨ªa siempre del arte, desde que en 1955, a los treinta y tres, public¨® el imperecedero El descr¨¨dit de la realitat (traducci¨®n espa?ola de 1957), un libro sagaz y luminoso concebido en aquel tiempo sin luz.
Fuster fue siempre precoz, incluso en la hora ¨²ltima. Nacido en 1922, muri¨® unos meses antes de cumplir los setenta, en 1992. Bastante joven, la verdad. Un hombre de vida sedentaria y no obstante movida: hasta recibi¨® dos paquetes-bomba en un mes en 1978, por haber escrito Nosaltres els valencians. El autor de Diccionari per a ociosos es uno de mis h¨¦roes de escritura y, ahora, al visitar el museo, que engloba su casa natal y la vecina, y ver la imagen del santo (no es de tama?o natural pero lo parece), en la fachada de su casa, obra de su padre, el tallista carlista, vuelvo a pensar que Fuster fue un prodigio. Por suerte, s¨ª. Vivi¨® para contarlo, aunque quiz¨¢ ¨¦l preferir¨ªa decir que vivi¨® para pensar, escribir, conversar, y para no cre¨¦rselo demasiado. Una gran lecci¨®n, que, como todas, no lo es porque lo diga quien la da sino quien la reconoce.
Aunque, miren, todo eso no es ahora lo primero ni este es un art¨ªculo nost¨¢lgico. El Museu Joan Fuster existe por la dedicaci¨®n admirable de un hombre que, asistido por el peque?o equipo que ha logrado reunir, merece no ya el reconocimiento, que tambi¨¦n, sino lo principal: que el museo tenga presupuesto de verdad, no como ahora.
Francesc P¨¦rez Morag¨®n, estudioso de Fuster de largo aliento y editor universitario jubilado, que se ha dejado la piel en el museo, por suerte tiene su pensi¨®n. Le acompa?a Salvador Ortells, ense?ante y poeta, que tambi¨¦n practica la ¡°cultura de peaje¡±, en t¨¦rminos de los 60 y 70 que en el Pa¨ªs Valenciano parecen no tener fin. ?El Museu Joan Fuster no tiene presupuesto propio! Los pol¨ªticos renovados en la Generalitat se han declarado fusterianos m¨¢ximos en la inauguraci¨®n de este 25 de enero, pero, vaya, de momento no se han mojado m¨¢s. El museo se ha abierto gracias en grand¨ªsima manera al esfuerzo del ayuntamiento de Sueca¡ En fin.
Que alguien ponga un poco de sentido com¨²n ¡ªen forma de dinero¡ª en el Museu Joan Fuster. Y no duden en visitarlo. Tienen all¨ª (http://www.espaijoanfuster.org/) cita con la inteligencia, la iron¨ªa y el gusto de vivir como crees.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y profesora de la UPF.
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