El tenor que nunca falla
Juan Diego Fl¨®rez deleita en el Palau de la M¨²sica con un repertorio de arias
Juan Diego Fl¨®rez es el tenor de m¨¢s perfecta t¨¦cnica vocal que hoy en d¨ªa pisa los escenarios l¨ªricos. Lo sabe ¨¦l, lo saben los teatros y auditorios que le contratan y, naturalmente, lo sabe el p¨²blico, que aplaude con entusiasmo sus deslumbrantes agudos. En su regreso al Palau, de nuevo con el veterano pianista italiano Vincezo Scalera como fiel acompa?ante,el divo peruano volvi¨® a desatar pasiones con su canto valiente y rico en matices. Fiel a s¨ª mismo, dej¨® bien claro que, por dif¨ªcil que sea un aria, es un tenor que nunca falla.
No falla Fl¨®rez ni en el escenario, ni en las taquillas. Por altos que sean los precios -las localidades costaban el doble que en el resto de recitales del ciclo Grans Veus de Palau 100, llegando a los 140 euros-, el templo modernista se lleno hasta los topes. Y esto s¨®lo lo consiguen los grandes divos. Lo es, y en grado sumo, el cantante peruano, que brome¨® con el p¨²blico entre canciones y arias, en un ritual de entradas y salidas del escenario aderezada con parlamentos que, quiz¨¢s, prodiga en exceso, rompiendo la atm¨®sfera m¨¢gica creada por ¨¦l mismo con sus fabulosas interpretaciones.
Abri¨® la velada con tres canciones de sal¨®n de su compositor fetiche, Gioachino Rossini. No eran, por cierto, nada f¨¢ciles, en especial la ¨²ltima, Addio ai Viennesi, donde emple¨® a fondo su envidiable registro agudo. De hecho, no baj¨® el list¨®n de exigencia vocal en todo el programa. Estuvo ligero y elegante en un aria de Belmonte de El rapto en el serrallo, de Wolfgang Amadeus Mozart, y se marc¨® siete dos en una inclemente aria de otra ¨®pera del salzburgu¨¦s, Mitridate re di Ponto.
JUAN DIEGO FL?REZ, TENOR
Vincenzo Scalera, piano. Obras de Rossini, Mozart, Leoncavallo, Puccini, Massenet y Verdi. Palau. Barcelona, 14 de febrero.
Cant¨® como los dioses una de las arias m¨¢s dificiles de la Semiramide rossiniana, Ah, dov?¨¨ il cimento. Ahorremos elogios y constatemos que no existe m¨¢s perfecto cantante en el orbe belcantista.
Las primicias llegaron en la segunda parte. Fl¨®rez explor¨® sus acentos m¨¢s apasionados en tres canciones de Ruggero Leoncavallo -bord¨® la c¨¦lebre Mattinata, que es la que mejor se adapta a su voz-, y dos arias de Giacomo Puccini: la gran escena de Rinuccio de Gianni Schicchi, que resolvi¨® con dicci¨®n incisiva y sentido teatral, y Che gelida manina, de La boh¨¨me, con acentos efusivos, pero algo corta de volumen.
Como ya hiciera en la pasada temporada de Palau 100, brind¨® una sensacional interpretaci¨®n de Pourquoi me r¨¦veiller, de Werther, de Jules Massenet, personaje clave en su avance hacia un repertorio l¨ªrico puro que debut¨® esc¨¦nicamente por el pasado a?o en el Teatro Comunale de Bolonia.
Cerr¨® el programa con dos t¨ªtulos de Giuseppe Verdi -aria de I Lombardi y aria y cabaleta de La traviata-, en los que luci¨® un fraseo depurado y agudos luminosos. Y como final de fiesta, acompa?¨¢ndose a la guitarra, regal¨® canciones tan hermosas como Amanec¨ª en tus brazos, de Jos¨¦ Alfredo Jim¨¦nez, ?diame, de Julio Jaramillo, y el vals criollo Jos¨¦ Antonio, de Chabuca Granda.
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